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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

viernes, 28 de octubre de 2011

Mi padre no era un hombre de fantasmas

 Ni creía en ellos ni nunca habló de nada del otro mundo en su vida.


Hasta que…


En una de sus últimas estancias de hospital, en terapia intensiva, se quedó allí solo en su aséptica habitación y el médico les aconsejó a mi mamá y hermanos que se fueran a su casa a dormir porque no tenía caso que estuvieran allí. Mi mamá decidió ir a casa porque estaban cansadísimos y de todos modos no podían estar cerca de él. Yo acababa de regresar a Chiapas después de esa triste experiencia de estar varios días en una silla afuera de la clausura; pude entrar a verlo tres veces en un día, a diferentes horas, por sólo 10 minutos y después de haber leído lo de “No hablar al enfermo de problemas personales ni familiares ni de ningún asunto que pueda alterarlo”. Así es que lo vi lleno de agujas, mangueritas y aparatos y me vio y nos vimos mucho mientras hablábamos del clima.

A la mañana siguiente y después de haber dormido por fin en una cama mi mamá llegó temprano a verlo y no hablaron precisamente del clima porque él le dijo: sé que anoche se fueron a dormir a la casa. ¿Te lo dijo una enfermera? No, me lo dijo mi hermana Esperanza, anoche vino, se sentó aquí en mi cama y me dijo que no había nadie allí afuera y que ella venía a acompañarme, también me dijo que todavía no me voy a morir porque me faltan cosas por hacer, yo no sé qué puede faltarme con este cuerpo que ya no me responde pero eso fue lo que me dijo y yo le creí. Tu hermana Esperanza está muerta desde hace seis meses. Ya lo sé. ¿Y vino a verte? Sí, vino a verme y me dijo que tú te habías ido a dormir, o ¿no es cierto?

sábado, 22 de octubre de 2011

Los antropólogos dicen

Foto: Germán Murillo-Echevarría

Hace algunos años, un jardinero indígena que trabajaba en mi casa me dijo que si yo podría atender a su mujer porque estaba volviéndose “loca”, se la pasaba llorando o quejándose, o enferma de algo. El sabía que los psicólogos atienden a los locos y, como el shaman ya había hecho todo intento con ella y ella no mejoraba, pues a lo mejor yo podía hacer algo.

Los recibí una tarde en mi consultorio, a los dos, porque la mujer no hablaba “castilla”, solamente su lengua y ella y yo no nos podíamos entender en una lengua común. Empezó ella a decir qué le pasaba  y el marido a traducir, su lenguaje corporal expresaba angustia y mucho dolor y el hombre me decía cosas como “me siento cansada porque ya estoy vieja”, “no tengo ganas o ilusión del trabajo porque todas las cosas me salen mal”… y así, puras mentiras. Ella, obviamente, entendía algunas palabras de castilla y con la cabeza y las manos me trataba de explicar que lo que el marido decía no era la verdad. Cuando terminó la sesión me sentí muy frustrada y engañada por el hombre, lamenté muchísimo no haber podido ayudar a la mujer y recordé esas historias sobre las traducciones de la Malinche: cuando Cortés le decía a Moctezuma que quería ser su amigo, pues la Malinche lo amenazaba con quitarle oro y plata, cuando Cortés quería entablar un diplomático pacto de amistad, la Malinche le expresaba su más profundo desprecio y su superioridad. Así dicen que fue la Historia de México y así seguía siendo para mí.

domingo, 16 de octubre de 2011

El costumbres

Foto:www.minube.com

Hace algunos años yo era directora del Museo de Historia de San Cristóbal de Las Casas, que está ubicado en el exconvento de Santo Domingo, al lado del bellísimo templo que construyeron los dominicos. El templo de Santo Domingo, el convento y el Templo de Caridad son uno de los más hermosos conjuntos arquitectónicos de la época colonial que yo conozco. Sin embargo… así como el Centro Histórico de la Ciudad de México está invadido por el ambulantaje, así en la Plaza de Santo Domingo el ambulantaje que la llena son los indígenas que venden sus artesanías (y las guatemaltecas que hacen pasar por chiapanecas), pero como todo esto da un colorido maravilloso a la plaza y es un gran atractivo turístico, pues en realidad se les ha dejado allí. En el Museo les dábamos albergue a sus mercancías porque venían cargando grandes costales desde sus comunidades y así sólo los guardaban en una bodega para el día siguiente.

Los problemas de los vendedores los tenían entre ellos y eran por los espacios. La gran amenaza de los indígenas en la Plaza eran los que ellos llamaban “los jipits” que vendían collares y aretes y encendían varitas de incienso. Ellos, muy agresivamente, se instalaban de un día para otro en los lugares que usaban, sobre todo, las mujeres indígenas. Un día ellas fueron a mi casa a pedirme ayuda, era un sábado en la tarde y las atendí en el jardín, todas nos sentamos en el suelo. Ellas defendían sus lugares de venta que eran espacios en el suelo de piedra, sólo eso, no había nada que los marcara o delimitara o resguardara, ni creían necesitarlo, el suelo era su lugar de trabajo y una parte era de cada quién. Cuando se fueron de mi casa me di cuenta de que en el jardín habían quedado dos pares de chanclas de hule y, al rato, regresaron dos mujeres muertas de risa pidiéndome las chanclas. Yo también me reí mucho y me di cuenta de que se habían puesto algo que nunca usaban: zapatos, para ir a visitarme. Me quedé agradecida.

sábado, 8 de octubre de 2011

De verdad lo siento muchísimo

Foto: http://www.radiofelicidad.com/

Hoy no ando precisamente con lo de las frasecitas de los pésames porque me sale del corazón lo muchísimo que siento la muerte de Capulina ya que él es, en mi vida, sinónimo de “las carcajadas de mi infancia”. Mis hermanas y yo éramos adictas a sus películas, nos sabíamos las tramas y las canciones y los gestos y ademanes de Capulina, y sus frases célebres: ¡Qué bochorno!, no sé, puede ser, tal vez, a lo mejor, ¡me chiveo!, lo que diga mi dedito. Me las sé de memoria porque las usábamos tanto en nuestro lenguaje cotidiano que nosotras les enseñamos a mis papás a usarlas.

Hoy quiero recordar la que es la mejor película de Viruta y Capulina para mí, se llama Limosneros con garrote y tiene, para empezar la maravillosa interpretación de la canción Las rejas de Chapultepec (son verdes, son verdes, nomás para usted). Y la trama es algo que me hizo tanta gracia que hasta el día de hoy la recuerdo: Viruta y Capulina son muy pobres e intentan desempeñar varios trabajos, pero siempre los corren porque Capulina es sonso y todo lo echa a perder. Con un dinero que por fin obtienen Capulina compra un billete de lotería y a Viruta casi le da un infarto, se enoja muchísimo con él porque pues él era el sensato y Capulina el que hacía las burradas que tanto me divertían. Así entonces, Capulina tiene tanto miedo de que se le pierda el billete (que además es enorme porque compró toda la serie), que lo pega en una puerta de su casa. Días después, en medio de la depresión y el hambre se enteran de que el billete, milagrosamente, ¡es el premiado! Y entonces viene toda la historia de cómo llevarlo a cobrar al edificio de la Lotería Nacional. Viruta y Capulina no tienen más remedio que quitar la puerta y cargarla en un taxi por todo Paseo de la Reforma hasta su destino y se les cae en el camino y le pegan a tanta gente y rompen tantos vidrios que en la Lotería les pagan rápidamente con tal de que se vayan.

sábado, 1 de octubre de 2011

El blog del narco

Hace unos días me comentó una de mis hijas que se había “atrevido” a entrar al blog del narco y yo en realidad no estaba muy consciente de qué se trataba eso. Como me estoy especializando en buscar noticias mexicanas sin censura encontré muchas referencias al blog del narco y también, como ella, me atreví a ver de qué se trata y se trata de algo bastante más duro y crudo que la película de El Infierno que tanta gente no quiso ver por lo terrible que es. Sólo que el blog del narco son las noticias nacionales reales, las que no dicen los periódicos ni en la televisión porque éstos tienen un acuerdo de no hablar de cosas malas, como si todos los mexicanos fuéramos niños o ancianos cardíacos o, más bien, como si los mexicanos no tuviéramos ojos y oídos para percatarnos de lo que no dicen nuestros periodistas.

En realidad el susodicho blog es más amarillista que todo lo amarillo que hayamos podido ver porque las fotos de ejecuciones son lo principal que allí aparece. Me quedé pensando si era necesario ver este blog y creo que, para mí, sí. Es algo así como la pregunta que siempre les hago a mis alumnos de psicoterapia: ¿prefieres saberlo o no saberlo?, ¿le temes a la verdad como para seguir en una ignorancia que te defienda de la realidad? Siempre respeto sus decisiones y, desde luego, yo no estoy recomendando ver el blog, sólo digo que a mí me sitúa en la crudísima realidad que vivimos y yo prefiero conocerla. El pueblo tiene hambre y si hay empleo de sicario pues… hay empleo.