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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 27 de agosto de 2011

ORGULLOSAMENTE MEXICANA

Yo, aquí nací.


Hace tiempo, cuando viví en Madrid por un año, una amiga española me preguntó si yo viviría en España y entonces pensé rápidamente en esa ciudad maravillosa donde estábamos, hermosa, llena de arte y de cultura, segura como para que una mujer sola camine de noche, como para tomar un taxi a cualquier hora y en cualquier lugar sin que nadie te asalte ni te moleste y pensé después en mi país y eso era como ir de lo blanco a lo negro. Sin embargo dije: por algo nací en México, siento la responsabilidad de quedarme allí porque mi contribución al país es importante y necesaria. Me impresionas tía, me dijo. Entonces me quedé pensando en lo de mi contribución … ¿cuál?, no sé, lo que hago día a día me parece más valioso en el Infierno que en el Cielo de los países desarrollados.

Hoy y muchos otros días más recuerdo cosas, cosas que parecen sin importancia: basura que se recicla, policías amables, niños que no se quedan sin escuela, transporte público que funciona y lo pienso porque me duele demasiado tanta agresión que soporto aquí, en mi país, agresión psicológica con una narcoguerra que nada más al Presidente parece favorecerle y desde luego al grupo de narcos al que él protege, agresión económica con tanto desempleo, salarios de miseria e impuestos por todo. Cuando recuerdo a los maderos españoles (que son los policías) vuelvo a ver las caras de los polis mis compatriotas que me detuvieron en un retén aquí en Chiapas y me quitaron la placa del coche, y abrieron la cajuela para ver si teníamos armas y nos tomaron fotos a mí y a mi familia; cuando recuerdo amables maderos españoles y franceses e ingleses, veo la cara de espanto que puso el policía analfabeto al que le pedimos que levantara la infracción, porque como aquí en el país de la corrupción todo mundo les da su “mordida” de a 200 pesos, pues no necesitan ni saber escribir.

¿Es peligrosa esta ciudad?, le pregunté al administrador del hotel en Buenos Aires cuando me disponía a salir a conocer. ¿De dónde viene?, me dijo. De México. Ah! no, ésta es una ciudad segurísima.

sábado, 20 de agosto de 2011

Del íntimo quaderno de Lupita Olalde



Foto comunicacionsocialcroc http://www.frick.com/
 Ahora tengo siete años y tres meses, pero cuando yo sea grande quiero ser la Señorita México para que todos me vean en la televisión y me gane un coche, viajes y millones de pesos. Anoche, a escondidas, vi el certamen aunque mis papás dijeron que no porque eso era una porquería; pero yo le puse bajito el volumen de la tele, me encerré en el estudio y lo vi hasta que acabó. Yo no entiendo a mis papás porque también cuando vi un concurso estatal que se llamaba "Nuestra belleza está en el corazón" mis papás dijeron que sí, claro, por supuesto que está en el corazón siempre y cuando las concursante traigan la menos ropa posible y anden desfilando y posando de frente y de perfil para enseñar las piernas y las caderas para alebrestar al público y a los jueces y luego irse en paz pensando que su corazón y su inteligencia brillaron en la pasarela. Son de verdad muy raros y a mí sí me gusta el concurso.

También me dijeron que las señoritas son objeto sexual y codicia de machos y yo no entiendo qué quiere decir todo eso, pero sí entiendo que son muy valientes para andar paseándose en traje de baño en un lugar en donde todos los demás están vestidos.

Ganó la Señorita Tlaxcala y hace rato vi la entrevista que le hicieron y traía puesto su traje típico de tlaxcalteca. Dijo que iba al gimnasio todos los días para tener el abdomen liso, los glúteos bien torneados, las piernas firmes y la cintura delgada; que todo era un sacrificio, dijo: gimnasio, baño sauna, poquísima comida para no subir de peso; pero que bien valía la pena por lo de la meta anheladísima, ¿qué será meta anheladísima? ha de ser lo del premio y todo eso.

sábado, 13 de agosto de 2011

El Caballero de la mano en el pecho


A nadie le gusta la pintura que tengo en el centro de mi casa, que es el lugar más visible. Es una reproducción de El caballero de la mano en el pecho, pintada por El Greco y que compré en el Museo del Prado; cuando les digo a mis amigos o familia lo mucho que me gusta y que por eso ocupa el lugar más especial de mi casa se quedan callados, por lo de la diplomacia como pueden suponer, pero yo sé lo que significan sus ojos de espanto. De hecho, en mi última mudanza, mi amigo Huicho que me ayudaba a mover mis pertenencias quería dejar mi cuadro porque no le gustó nada ese señor y pensó que era algún antepasado de mi exmarido. Ese día me di cuenta de que nada más a mí me gustaba el Caballero, pero me divirtió mucho que mi amigo no quisiera que me lo llevara a mi nueva vida.

En los museos aprendí que los retratos son personas reales dentro de nuestra realidad actual porque, si el pintor es un genio como El Greco, puede dejar en el lienzo toda la profundidad de la mirada y allí está la presencia de esa persona, por lo que a mí me encanta tener a un caballero del siglo XVI dentro de mi casa, un caballero español que trasciende al tiempo y permanece para que yo lo vea y lo escuche.

Cuando algo nos gusta tanto, sobre todo un retrato o una pintura, o una foto, es porque nuestro mecanismo de proyección se ha puesto en marcha aceleradamente y vemos en aquel cuadro una parte de nosotros mismos, así entonces:

En la Wilkipedia del internet dice lo siguiente de mi Caballero:

“Un caballero con la mano en el pecho mira al espectador como si hiciese un pacto con él. La postura de la mano parece un gesto de juramento”. (Proyección del wilkipédico que lo escribió, a quien le gustan los pactos y los juramentos)

sábado, 6 de agosto de 2011

Reses de feria ganadera



Desde que mis hijas eran muy pequeñas les enseñé que ellas no eran reinas de nada, ni tenían que ver con los concursos de belleza y creo que entendieron muy bien para toda su vida que las mujeres no somos para que se nos admiren el cuerpo y la sonrisa y el maquillaje y lo que llevamos puesto porque las mujeres somos muchísimo más que eso.


Y las ocasiones llegaron: las postularon para reinas de la escuela, de su salón, de la prepa y etc. Me alegré mucho de ver que para ellas no fueron tentaciones porque en el fondo les daba pena ver lo que hacían sus compañeras y creo que nunca pudieron convencer a nadie de su postura, así es que, en ese sentido, eran unas niñas “raras” como lo fuimos mis hermanas y yo. Valga decir que al primer feminista que yo conocí fue mi padre y no por su educación precisamente, sino porque tuvo cuatro hijas y, al inventarse el modo de educarlas para la vida, se inventó a sí mismo como un feminista: prohibidas las reinas de belleza y prohibido casarse sin haber terminado antes una carrera universitaria. Así sucedió.

Años después y en mi paso como profesora en muchas escuelas me he encontrado con que el acontecimiento anual es la elección de la reina de la escuela e incluso “de la universidad” y así lo de las reses en exhibición no queda reducido a los ámbitos sociales de clubes, juntas de vecinos , colonias y pueblos, sino que llega también al ámbito EDUCATIVO en donde a nuestras niñas desde pequeñas se les enseña que entre más bonitas y sexis valen más y después, de adolescentes en adelante, mientras más sexis y menos ropa tengan, valen todavía más. Si no son inteligentes, en realidad no importa, es más: mejor tontas, son más manejables.