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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

domingo, 30 de junio de 2013

¿Qué nos pasó?


Cuando los conquistadores españoles llegaron a las orillas de la Gran Tenochtitlan, nos cuenta Bernal Díaz del Castillo en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España que él y los demás soldados se quedaron azorados por la belleza de la ciudad, tan grande, hermosa y limpia y bien trazada era, tan armónica que no sabían si lo que veían era un encantamiento o un sueño y de sus ojos salían lágrimas ante aquella realidad.

Y es que, en ese entonces, Tenochtitlan tenía una superficie de 1000 hectáreas (casi como Roma en esa época) y una población de 250 mil habitantes, cuando sólo 4 ciudades europeas tenían 100 mil habitantes, también dice Bernal que sus calles eran tan limpias y bruñidas que no se lastimaría ningún pie descalzo. Tenían los mexicas un sistema bien estructurado de servicio de limpieza para la ciudad, o sea que los canales no se les desbordaban por basura acumulada y tan limpios y fluidos eran que hasta 200 mil canoas circulaban sin problema. Yo supongo que no excedían el número de canoas, habría reglas que todos respetaban porque allí no había empresas de transporte compitiendo por vender y vender sin importarles si los transportes podrán o no circular, si tendrán espacio real para moverse.

La planeación arquitectónica de Tenochtitlan era una verdadera maravilla: grandes calzadas de uno a otro extremo de la ciudad y caminos y canales de agua para comunicarse en medio de ella. Había lugares específicos para los cultivos y para las viviendas y también para los grandes templos y, sin olvidarnos que estaba todo sobre una laguna, pues fueron genios que lograron que no se les hundiera nada ni nadie, no había temporada de lluvias que arrasara con casas y con personas, que acabara con todos los cultivos, digamos que no se usaban allí los damnificados por tormenta.

sábado, 22 de junio de 2013

Wonderful Iglepás


Piedras Negras, Coahuila, MEXICO



Mi mamá era medio gringa o mexican a medias porque vivió su infancia y adolescencia en Piedras Negras, Coahuila y estudió “al otro lado”, en Eagle Pass, Texas. Así, durante mi infancia el Iglepás era para mí y mis hermanas el contacto con el País de las Maravillas porque cuando mi abuelita venía de visita nos traía cosas raras y maravillosas de los Estados Unidos: paletas con palito de papel (la gran novedad), chocolates y dulces de los que sólo allá había y Jeans!!! , cuando en México ni se usaban ni se conseguían con facilidad; también de Iglepás llegó mi muñeca Patricia, una muñeca del tamaño natural de una niña de tres años y Patricia era un verdadero lujo para una niña mexicana que era yo.

Algunas veces estuve en Iglepás y, desde luego, en Piedras Negras también donde vivían aún algunos parientes de mi mamá cuando ella ya tenía muchos años de ser chilanga; y es por eso que hoy en día me afectan tanto las desgracias en Piedras Negras como la que acaba de ocurrir con una simple temporada de lluvias. Me afecta porque “al otro lado” no pasó nada, las calles que se mojaron con las lluvias de la tarde se secaron al sol de la mañana.

El puente sobre el Río Bravo sí resultó ser el paso a otra realidad, a la del Sueño Americano, a la del País de las Maravillas o, para ser más exactos, a un país desarrollado, el puente es un paso doble: del tercer al primer mundo donde el drenaje de las calles funciona, donde no hay basura en las calles que obstaculice el curso natural de las lluvias, donde las calles no son colecciones de baches y de profundos pozos, donde las casas no son de costera con techos de lámina, ni están construidas en zonas de riesgo, donde hay condiciones para una vida digna.

viernes, 14 de junio de 2013

JUSTAMENTE TELEVISA


Cómo nos quejamos todos del sistema de Injusticia de nuestra Nación y nos quejamos porque lo padecemos y nos sabemos expuestos al atraco de cualquier funcionario, de cualquier policía y hasta de cualquier agente de tránsito. Nos sabemos sin apoyo de ese del que se paga con nuestros impuestos porque de la policía es mejor correr, a los gobernantes es mejor no creerles ni el Credo para no estar pasando desilusiones y de todos los políticos, funcionarios y cualquiera que tenga un poco de poder hay que cuidarse de la estafa, del robo, del abuso, porque lo único que hay al otro lado de nuestras quejas es la impunidad.

Así entonces, mientras más pobre es la gente tiene menos capacidad de quejarse ante las instancias pertinentes (aunque no sirva de mucho) y ahí los vemos viviendo en la miseria, recibiendo malos tratos de cualquier funcionario, medicinas placebo en los hospitales públicos, formándose para tener un apoyo mensual de 200 pesos que para el campo, que para los ancianos, que para lo que sea que suene a Papá Gobierno. Mi padre hacía cola en fríos inviernos a las 7 de la mañana para recibir su pensión mensual del Seguro Social: 4 mil pesotes que se había ganado después de haber trabajado por 30 años en una empresa privada y era de los privilegiados porque no andaba en silla de ruedas ni con muletas porque allí toditos de pie en el frío, después de dos horas les decían que volvieran al día siguiente porque la empleada no estaba, y ni con quién presentar una queja.

Injusticia. Barbarie. Impunidad.