Datos personales

Mi foto
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 29 de noviembre de 2014

La novatada Ayotzinapa

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c0/Mechoneo.jpg 

Desde que yo era pequeña escuchaba a mi padre contar sobre las novatadas de la universidad, se llamaban "las perradas" porque las víctimas eran "los perros de primer año". A mí esos relatos me aterraban, de verdad pensaba que mejor no sería escritora si tenía que pasar por la universidad o que pediría un permiso por enfermedad para entrar un mes después de que hubieran empezado las clases. Y, cuando ya estaba yo en la Prepa empecé a oir los relatos de mis primos: espantosos también. A los perros de primer año les gastaban bromas que rara vez eran divertidas para los novatos porque se convertían en verdaderas torturas; lo de menos es que los hicieran caminar atados y con los ojos vendados para que se mojaran en charcos, para aventarles huevos podridos, para cortarles el pelo, que los hicieran desfilar desnudos, que los humillaran física y verbalmente. Al lo largo de la historia y en muchos países estas novatadas son la costumbre inamovible aunque muchas campañas ha habido para que las novatadas se conviertan en bienvenidas y se celebren fiestas en vez de campos de concentración. Pero la cadena es difícil de romper, si a mí me lo hicieron, nomás espero a que lleguen los de primero y sobre de ellos. La dulzura de la venganza en vez de la dulzura del perdón, si no ¿cómo sacamos la agresividad? 
Todos sabemos que en esas perradas ha habido muertos porque se les pasó la mano a los que hicieron la broma y lo asfixiaron, lo drogaron o lo accidentaron.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Quién les manda y Se los dije

Cuando nuestro flamante Presidente subió al poder por las ya consabidas tranzas electorales y también, reconozcámoslo, porque mucha gente del país votó por el PRI, esta imagen circulaba en las redes sociales y la guardé porque es tan divertida como patética por real. Ahora la televisión nos impone a los gobernantes y yo recuerdo que me reía de la Toña y la trataba de instruir porque ella trabajaba conmigo y lloraba mientras planchaba y hablaba de su marido golpeador y borracho; cuando yo le pregunté un día si ya por fin iba a dejarlo me dijo: mira Doñita, estoy viendo la telenovela de La Paloma y a ella le pasa lo mismo que a mí y estoy esperando a ver qué hace ella, si deja al hombre, le juro que también yo dejo al mío. Bueno, pensé yo, esta manipulación mediática agarra del cuello a esta pobre gente inculta. ¿Y hoy qué pienso? pues que una golfa de Televisa es nuestra "Primera Dama", prefiero reírme de verdad, pero me da tanta lástima mi país, ya no podíamos haber caído más bajo.
Y recuerdo a mi madre y a todas las madres: "¿quién te manda?" y "te lo dije" y también "hay unos que no entienden hasta que están como el caballo blanco: con el hocico sangrando" Y como pueblo, de verdad, ya andamos como el caballo blanco. Pregunto, ¿entenderemos?

viernes, 7 de noviembre de 2014

Carta a mi hermana Maru



Hermanita:

Quién sabe por qué en situaciones tan terribles como la de la pérdida de tu salud lo que viene a mi pensamiento todo el tiempo son los dulces recuerdos de la infancia. ¿Recuerdas que éramos lindas?, lindas, inocentes y felices porque no sabíamos nada de la vida ni nos importaba. En ese entonces nuestras mayores preocupaciones eran que nuestro papá nos llevara de vacaciones a Acapulco y que Santaclós nos hiciera caso y trajera todo lo que decían nuestras cartas.
No recuerdo nunca haber tenido celos porque naciste y porque los hermanos mayores así hacen, lo que recuerdo es que eras mi hermanita, que íbamos juntas al Colegio Francés y que yo quería siempre cuidarte del bullying que te hacían las monjas porque eras rebelde y luchabas por lo que querías como espero que lo hagas ahora.
No sientas que perdiste la palabra, las palabras no se pierden y las que te dije al oído la semana pasada las comprendiste perfectamente. Yo te mando hoy mis palabras para que te acompañen, para que quien te las lea te las deje puestas como una caricia. 
Ahora que una desgracia te ha dejado encerrada en tu propio cuerpo, sin comunicación ni movilidad, tus pensamientos deben estar volando uno tras otro y yo deseo que esos pensamientos puedan ser estas memorias que me rondan desde que te vi en el hospital y que espero no me dejen nunca: cuando aprendimos a patinar y nos llevaban a la pista de Chapultepec, cuando nos compraron una sola bicicleta para las cuatro y no nos podíamos poner de acuerdo para los turnos, cuando la tía Doralicia nos enseñaba a bailar charleston, cuando nos difrazábamos de princesas, cuando hacíamos tortillas de harina con mi abuelita en las tardes, en aquella casa de Muitle.