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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

lunes, 27 de enero de 2014

La historia del mantel


Rosa es una indígena tzotzil de Zinacantán (Chiapas), es hermana de Cata quien me ayuda en casa y ambas son unas verdaderas artistas del bordado. Hace un año Rosa estaba muy necesitada de dinero (como siempre) y me ofreció hacerme un mantel para mi mesa del comedor, uno grande me dijo, no me des mesa chica. Me lo dijo en tzotzil y me lo tradujo al tzotzespañol su hermana porque Rosa es monolingüe y Cata semibilingüe.
Le pregunté cuánto me iba a costar y me dijo que no sabía aún, también me dijo que qué dibujos quería y le dije que se lo dejaba a su elección, que ella hiciera lo que le gustara porque artistas son y lo reconozco muy bien. Me pidió 200 pesos para empezar a comprar los hilos. Le di una cinta de medir para que calculara el tamaño y no supo qué era, pero sacó de su bolsa unos hilos y con ellos midió a lo largo, cortó el hilo, a lo ancho, cortó el otro hilo y así dos veces porque tenía que llevarse las cuatro medidas del rectángulo en hilos. A los tres meses me pidió otros 200 pesos para más hilo y no volví a saber de mi mantel en 6, 8 meses más.
Le preguntaba yo a su hermana que cuánto iba a costar el mantel y me decía que Rosa no podía saber el precio hasta que acabara de hacerlo y contara los carretes de hilo que había gastado. Rosa no sabe los números, ni las sumas, ni las multiplicaciones, no sabe que con una pequeña parte del mantel elaborado se puede calcular el gasto completo. El problema es que ni lo sabe ni me creyó que sí se puede hacer de esa manera.
Cerca de un año después del trato llegó un día Rosa a mi casa con mi mantel terminado y con otra hermana semibilingüe también. Me dijo: aquí está tu mantel y son 5 mil pesos. Pues es precioso, me encanta, tu trabajo es maravilloso pero no tengo 5 mil pesos en mi bolsa ni en mi casa.
Rosa no se va a ir de tu casa hasta que recibas el mantel y le des los 5 mil pesos me dijeron las hermanas.
-Pero yo no sabía cuándo ibas a venir Rosa
-Pues ya vine
-Pero no me avisaste, yo no tengo el dinero ahora
-Tú lo pediste, tú lo pagas
-Sí, yo te lo pago pero tú no puedes llegar cualquier día sin avisar a cobrarme 5 mil pesos
-Tú lo pediste
-Te puedo dar una parte del dinero ahora y después te mando lo que falta, en cuanto yo pueda
-Aquí está tu mantel, aquí quiero mi dinero
-Rosa, por Dios, que no tengo el dinero en este momento
-Tú lo pediste
-¿Por qué no me fuiste pidiendo adelantos o me dijiste cuánto iba a ser?
-No se puede saber precio hasta terminar
-Bueno Rosa, pues véndele el mantel a otra persona porque yo no tengo ese dinero ahora. Busca a alguien que te lo pague hoy.
-No, el mantel tú lo pediste, tú lo pagas

Por Dios, pensé, es posible que me entienda yo mejor con un extraterrestre que con esta indígena, no sólo hablamos lenguas diferentes sino que vivimos en mundos diferentes y eso de la interculturalidad, reafirmo, son discursos políticos, esto es imposible.
Finalmente accedió a recibir la mitad del pago ese día y la otra mitad quince días después. Estaba enojadísima conmigo y yo con ella, ni ella me entendió ni yo a ella. Y las hermanas semibilingües, sólo semientendieron.

sábado, 18 de enero de 2014

MAD MEN




Mis hijos tuvieron el acierto de regalarme en Navidad el paquete completo de cuatro temporadas de esta serie de TV. Me gustan las series, me generan adicción y, teniéndolas completas, pues vivo el gusto de no tener que esperar una semana para ver el capítulo siguiente.

Sin embargo... esta particular adicción me tiene sumida en demasiadas consideraciones. Son las décadas de los años 50 y de los años 60: mi niñez en la pantalla. Mis hijos están muy impresionados con la manera de tratar a los niños en esa época: los adultos los envían a su recámara o a ver la televisión constantemente, los niños no opinan, los niños obedecen siempre, las actividades de los adultos son exclusivas de ellos porque si hay visitas a cenar los niños saludan y se suben a dormir y si hay cena de Navidad los niños se van temprano a la cama o no viene Santa Claus. Me dan risa las terribles críticas de mis hijos a esos adultos y de su conmiserción por esos pobres niños, me da risa porque yo era una de esos niños, así me criaron mis padres en los años 50s y 60s y no sufrí como las nuevas generaciones piensan que habré sufrido, nuestro mundo infantil era aparte y la verdad nos divertíamos mucho sin nuestros padres, valga decir también que en nuestras familias éramos por lo menos cuatro hermanos y había de ocho y hasta de doce. Hoy las actitudes se han polarizado y el mundo de los adultos gira alrededor de los niños, los niños opinan, los niños exigen explicaciones, los niños ven la televisión controlada por sus padres, los niños son el personaje principal en fiestas y cenas y yo no sé cómo viven los hoy padres esta situación, no sé si les estará faltando espacio para su propia vida social y de pareja. Pero esto ya nos lo dirá la generación de mis nietos. Esto siempre es así.

sábado, 11 de enero de 2014

El jabón Camay y la Reforma Energética

imagen es.coloribus.com



Dice en una de sus cartas San Pablo, y dice bien: "cuando yo era niño, pensaba como niño" y así fue, yo a los 8 años pensaba como niña y le creía a la televisión, me encantaba ver la magia de la publicidad porque, como niña, creía en la magia. Sin embargo, no era yo la única porque mis hermanas y mis primos eran niños también y entonces la televisión era la gran maravilla de nuestros tiempos y fuimos unos teleadictos todos.
Una tarde mi primo Gabriel llegó corriendo a buscarme para hacerme saber una observación importantísima que había hecho: "me bañé con el jabón Camay, con mucha espuma y ¿sabes qué? no es cierto lo que dicen en la tele porque la piel no me quedó de seda, me quedó rasposa". Yo apenas lo podía creer pero en realidad no le vi brazos de seda cuando me lo contó y aún tenía el pelo mojado de recién bañado. Desde entonces y gracias a Gabriel desconfié de la publicidad y, no puedo negarlo, desconfié para siempre porque me sentí vilmente engañada y a mí no me gusta que me engañen.
Con el paso del tiempo les enseñé a mis hijas a ver y escuchar con inteligencia y a probar por sí mismas que los jabones no dejan los trastes impecables sino que hay que tallarlos, que no hay yogurts ni chocomilks, ni pan vitaminado que haga crecer a los niños, que las sopas no significan amor de madre ni son abrazos los suavizantes de telas... en fin. Año 2014 ya y seguimos con lo mismo y la gente compra cremas que quitan las arrugas, fajas que adelgazan 10 kilos en cuatro días, vitaminas que retardan el envejecimiento, curas contra el cáncer y sartenes que hacen que la comida no engorde. Y aún hay más y más grave...