¿Cuál es la Ley del Trabajo ideal? Como su nombre lo indica: la que proteja a los trabajadores, por
supuesto y vamos desde esa razón tan lógica, justa y humana al origen de los
sindicatos de trabajadores y a la historia que quiero contarles antes de la del
actual botón.
Cuando (hace años)
fui directora del INAH en San Cristóbal, tenía a mi cargo básicamente el Museo
de Historia de la ciudad y también el graaaan cargo de que mis trabajadores
sindicalizados trabajaran. Eran 9 en total, todos muy bien clasificados: 2
veladores, 1 jardinero, 1 encargado de apoyo a la comunidad, 1 museógrafo y 4
custodios, cuyas obligaciones estaban específicamente especificadas en el
contrato colectivo de trabajo de su sindicato con el INAH, así entonces: el
jardinero al jardín, el museógrafo a arreglar vitrinas, el de la comunidad a
recibir grupos escolares, los custodios a recargarse en las paredes mientras
custodiaban y los veladores, francamente, a dormir. Mi peor pesadilla eran
entonces las Exposiciones Temporales que consistían en montar y exhibir durante
dos o tres meses las piezas arqueológicas que nos mandaban de otros estados y
después de los arreglos administrativos llegaba para mí la sentencia de "el
jueves llega el camión de Nayarit". Llegado el camión me enteraba yo por boca de
mis trabajadores y por segunda, tercera y milésima vez que en su contrato no
estaba especificado que fueran cargadores, o choferes, o museógrafos todos y,
como en realidad se necesitaba un fuerte trabajo de equipo en el que todos cargábamos piedras y
joyas antiguas, todos arreglábamos vitrinas y todos veíamos por la limpieza,
los jardines, etc., pues las inauguraciones y las exposiciones en mi museo eran
perfectas, cuidadas hasta el último detalle, pero sólo los de dentro sabíamos
que tras de ellas había “días económicos” que surgían de: mire Maestra, yo le
hago de cargador aunque no me toque pero por dos días de descanso y yo le hago
de museógrafo y yo trabajo horas extra pero me las pagan al doble o con días
libres… y así entonces el Museo tenía que cerrarse hasta por una semana porque
los pobres trabajadores merecían que el patrón les diera vacaciones por cometer
el pecado de pedirles que limpiaran vitrinas en vez de recargarse en la pared.
El sindicato del INAH
es el que más de cerca conocí y sufrí.