Después de Lucía

BULLYING?

Este fin de semana fui a ver la tan mencionada película mexicana “Después de Lucía” y sí, lo muy mencionada se lo merece porque es una excelente película aunque su tema es por demás doloroso y trata fundamentalmente del bullying, que ahora se llama así (sobre todo por ese enorme gusto que nos dan las palabras en inglés, se ven como elegantes, ¿o no?) y sin embargo es el antiquísimo abuso escolar, acoso, maltrato que ¿quién de nosotros no lo sufrió?, pero como en ese entonces no se llamaba en inglés ni era asunto de Derechos Humanos pues los papás hacían poco caso o caso omiso de nuestras dolorosas situaciones, era algo cotidiano y natural y lo más que escuchábamos eran cosas como : pues aprende a defenderte chamaca, no te dejes, o la peor, acúsalos con la maestra.


Cuando mi hermana Cana y yo estábamos en la primaria del Colegio Francés Nueva Santa María estudiábamos todo en español por supuesto, pero como la escuela se decía francesa teníamos que saludar de Bonjour Madame Directora y Au revoir Madame Directora, así exactamente. Pero lo que yo quiero contar este día es que las Monjas Madames eran las reinas del bullying más extraordinarias que yo he conocido y lo más leve eran gisasos, borrador volando, jalones de brazos de pelos o de lo que alcanzaran y desde luego pellizcos de monja.

Mi hermanita no tendría más de 5 años y era de conducta malísima para esos sistemas nuestros de antes porque se paraba de su silla sin permiso, se salía del salón, comía a deshoras, hablaba o cantaba cuando se le daba gana y tenía sus cuadernos y libros en un estado deplorable… en fin, las reinas del bullying tenían con ella a la víctima ideal. Así, un día en que no la encontré en el recreo para ir a comprar nuestro refresco a la tiendita (Pato de 35 centavos), me fijé que un montón de niñas se reían a carcajadas en el patio y aventaban basura al bote y cuando me acerqué, ¡oh sorpresa!, mi hermanita estaba adentro del bote de la basura como castigo a su mala conducta, sólo se le veían los pelitos de la cabeza porque el bote era más grande que ella, además, tenía que decirles a todos los que se acercaran: soy una basura, soy una basura. Ella aguantaba valientemente para no darles gusto a las monjas y yo me puse a llorar y seguí llorando cuando dije en casa lo que pasaba y mi mamá dijo: así se portaría. Y ya. Las santas monjitas saben lo que hacen y Amén.

En otro día de su pésima conducta mi hermanita fue mandada a barrer el enorme patio a las doce del día con un sol de verano francamente duro y desde la ventana de mi salón la vi, pequeñísima junto a la gran escoba y barre y barre sin chistar. Pero después supe… y fue maravilloso lo que supe yo y todo el Colegio. La niña de la escoba agarró una lagartija que escondió de algún modo y se fue a la Dirección a hablar con la Madame Directora, como ésta pensó que Cana venía a pedir perdón la dejó acercarse y así la niña pudo echarle por debajo del hábito la lagartija que se le subió a la monja hasta quién sabe dónde porque gritaba como loca y quedó medio desnuda en su oficina.

La expulsaron, a mí también porque éramos de la misma sangre y a lo mejor yo al rato salía igual que ella. Ni siquiera entonces me sentí triste porque una niñita de 5 años se supo defender del bullying de las monjas con una lagartija. Mi hermanita ese día fue mi heroína porque yo ni antes ni ahora me atrevo a agarrar lagartijas.