Un ejemplo nacional

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En Los últimos tiempos de su vida, mi mamá y nosotros sus hijos tuvimos que pasar por los tormentos del hospital y me refiero al de Traumatología del IMSS Lomas Verdes, igual que muchos otros, ni duda cabe. Como son hospitales de Gobierno hay reglas muy estrictas para acompañar al enfermo, pero la primera es la primera: de día y de noche alguien tiene que acompañar a su familiar para atender sus necesidades, darle sus medicinas y alimentos y hasta bañarlo. Enfermeras y enfermeros, médicos y médicas sólo caminan de prisa por los pasillos con cara de ocupados y para lograr que nos hablen durante cinco minutos es un triunfo después de haberlos correteado por todo el hospital. Y luego, pues nos hablan de mal modo como si no estuvieran enterados de que sus salarios salen de nuestros impuestos y de nuestras cuotas de toda la vida al IMSS.

Los diagnósticos sólo son reservados para los médicos, así como el avance del enfermo, yo creo que sólo si ya se va a su casa a morir o lo van a operar al día siguiente los familiares se enteran. Las medicinas de mi mamá nos las pidieron a nosotros porque en la farmacia no había y eso fue bueno porque los genéricos de los hospitales de Gobiernos suelen ser placebos de azúcar y si el paciente se muere pues es porque ya le tocaba, porque medicina se le dio ¿o no?

Un enfermero que nos tanteó de clase media nos ofreció “cuidados especiales” para mi mamá a cambio de 200 pesos diarios y como no se los dimos ya ni las sábanas le cambiaban y nos quedamos por varios días prácticamente sin los servicios que él estaba obligado a dar. Pensamos quejarnos en la Dirección del IMSS pero de sobra sabemos que los empleados sindicalizados son intocables porque sus jefes les tienen miedo.

No atención, no medicinas, no diagnóstico. Cero amabilidad, cero consideración, cero responsabilidad. En quince días de estancia una vez una enfermera le sonrió a mi mamá y durante un día la atendió con mucha amabilidad, después: como vino se fue y ya no la vimos más; hoy estoy segura de que era una extraterrestre y sigo estándole muy agradecida.

He empezado hoy con esta historia porque en esta semana me sacudió una noticia que vi en periódicos y televisión y se llama “IMSS y FEPADE firman programa para evitar delitos electorales”. Yo no lo podía creer y me vi una vez más gritándole al Director del IMSS muy trajeadito y peinado en la tele, le dije cínico y lo que sigue (así le hacía mi abuelo frente al televisor y luego yo lo veía muy desahogado) Y es que ¿qué demonios tiene que hacer el IMSS metido con el proceso electoral? ¿Por qué no anunció mejor que el servicio de salud mejoraría, que los empleados ya iban a trabajar bien, que no habría tranzas con los medicamentos, que a los enfermos los atenderían los enfermeros y no los familiares, que los abusos y las faltas de respeto del personal hacia los enfermos serían castigados? o ¿por qué sigue el IMSS sin hablar de los niños de la guardería de Sonora?

Y no sólo eso, he vivido muy de cerca ahora la burocracia espantosa de los empleados sindicalizados y de sus jefes corruptos. Resulta que ahora jubilan a los médicos y sólo les dicen adiós porque su finiquito puede tardar meses… o años, siendo que es su dinero y su derecho. Resulta que a un médico jubilado hace muchos años y anciano ya, de un día para otro le rebajan su pensión porque estaba mal clasificado. Y hablo de dos médicos que no merecen este trato porque son como la enfermera extraterrestre, que médicos decentes también los hay, no muchos, pero los hay. Y así entonces resulta que la corrupción del IMSS es tan grande que apesta y que andar metiéndose en “evitar delitos” electorales o de cualquier naturaleza es, como diría mi abuelita: es una sinvergënzada, hija.