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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 24 de marzo de 2012

Mis amigas del temblor



El martes pasado me tocó vivir el temblor y una rara experiencia en el aeropuerto de la Ciudad de México. La rara experiencia fue la hermandad entre desconocidos, como en el 85, exactamente así, cuando todos se hablan, todos se abrazan, se consuelan, se ayudan y el pueblo mexicano da un ejemplo al mundo de solidaridad, de bondad, de ayuda desinteresada y, sobre todo, de unión.

Está temblando, grita alguien.

Fuertísimo, cada vez más fuerte, grita otro.

No pasa nada, dice un sensato.

Ya pasó en el 85 dice una histérica.

Y el temblor arrecia y estamos juntas y abrazadas las dos chicas de un comercio, una señora X y yo. ¿Por dónde podemos salir?, pregunto yo. Por ningún lado dice una de las chicas, la sala B del aeropuerto es una ratonera, como esto no resista aquí quedamos. Y el temblor sigue. ¡Mis hijos! Dice la señora junto a mí: uno en Puebla, otro en Monterrey y teclea desesperadamente su celular a ver si alguien responde pero estamos también incomunicados y también a oscuras, la enorme sala B baila a ritmo de tango en la oscuridad, pantallas y lámparas crujen al compás y a más movimiento más hermandad entre ciudadanos.

Así me enteré de las vidas de los hijos de la señora de junto, de las experiencias de las chicas de la tienda en otros temblores y ellas supieron dónde estaban mis hijos en ese momento y que yo iba a Chiapas y que la señora también. Grupos de personas se ven por todos lados, manos en hombros desconocidos, manos entrelazadas de gente que nunca se había visto, ancianos atendidos por quién sabe quiénes y así y más hasta que el temblor termina. Entonces yo, sin decir nada a nadie, me voy a sentar porque me siento muy mareada y mis amigas del temblor ya no sé dónde están porque cada quién ha retomado sus asuntos y si te vi ni me acuerdo. No sé, por cierto, cómo se llaman mis amigas del temblor.

De ahí en adelante todos volvemos a ser como somos: individualistas. Ni el terremoto sirvió para hacer algún nuevo amigo y esa espontaneidad para unirnos en la desgracia desapareció como por arte de magia. Hoy, no puedo olvidarlo ningún día, vivimos en el país una situación de desgracia y pese a lo grave, a los 50 000 muertos, a la inseguridad, a los asesinatos en las calles, pese a tanta sangre y tanto dolor aún no es tan grave el asunto como un sismo de 7.8 grados.

Me quedé pensando mucho en esto, volviendo al anonimato de la gran ciudad, deseando un terremoto emocional en todos nosotros para unirnos en una sola causa: Salvarnos.

5 comentarios:

  1. QUE BUENO QUE ESTABA YO EN MI SHANGRILA ME ACUERDO DE AQUUEL TEMBLOR DEL 85 QUE ACABO CON LA CIUDAD DE MEXICO EN BICICLETA RECORRI MUCHAS PARTES PUES ERA LA UNICA FORMA DE PASAR QUE BUENO QUE YA ESTAS EN TU JAULA Y SIGAS DISFRUTANDO DE LA VIDA COMO YO LO PUEDO HACER AHORA
    CUIDATE MUCHO Y A VER CUANDO TE ANIMAS A VENIR POR LA RIVIERA MAYA YA TE ESTOY ESPERANDO

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  2. QUE BUENO QUE ESTABA YO EN MI SHANGRILA ME ACUERDO DE AQUUEL TEMBLOR DEL 85 QUE ACABO CON LA CIUDAD DE MEXICO EN BICICLETA RECORRI MUCHAS PARTES PUES ERA LA UNICA FORMA DE PASAR QUE BUENO QUE YA ESTAS EN TU JAULA Y SIGAS DISFRUTANDO DE LA VIDA COMO YO LO PUEDO HACER AHORA
    CUIDATE MUCHO Y A VER CUANDO TE ANIMAS A VENIR POR LA RIVIERA MAYA YA TE ESTOY ESPERANDO

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  3. Estoy de acuerdo con la necesidad de un terremoto emocional que nos despierte y nos una para tener el México que todos deseamos.

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  4. Estoy de acuerdo con la necesidad de un terremoto emocional que nos despierte y nos una para tener el México que todos deseamos.

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  5. Jorge Luis Olalde Echeagaray26 de marzo de 2012, 19:02

    Estoy de acuerdo con la necesidad de un terremoto emocional que nos despierte y nos una para tener el México que todos deseamos. Vía Enrique Olalde

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