Colaboración especial de Andrés Olalde
“No quiero ni pensar que Peña nieto pueda llegar a la presidencia… no está preparado para ser presidente” (Carlos Fuentes); “Está hecho de elementos muy antiguos del sistema autoritario del siglo XX” (Lorenzo Meyer); “Este señor se va a enfrentar así a este país tan difícil en los próximos seis años, ¿A dónde vamos a llegar?” (José Emilio Pacheco); “Mexiquense construido con carretadas de dinero. Es el candidato de “El Canal de las Estrellas”, el modelo golden boy, el astro Boy de Atlacomulco.” (Denise Dresser). Y como estas aseveraciones hay mil más, lo curioso es que fueron dichas por un premio Miguel de Cervantes, por un premio Nacional de Periodismo, por alguien considerado como el galardón literario más importante de la lengua castellana; en fin por gente pensante, inteligente. Dicen que las grandes mentes piensan igual y aquí se demostró. Creo que es curioso que ninguna de las personas anteriores o de la misma talla le haya echado porras, que no hayan dicho que sería la mejor opción y lamentablemente para mí y nuestro país, Enrique Peña Nieto ganó la presidencia.
Estas elecciones se podría decir que fueron las primeras para mí, de las del 2000 solo tengo vagos recuerdos. En estas elecciones y el periodo anterior a ellas pasaron demasiadas cosas: primero nos enteramos que Peña Nieto no ha leído 3 libros que marquen su vida cuando visitó la Feria Internacional del Libro. Chistes y risas. Después Peña sale hablando algo que se supone que era inglés. Se duplican los chistes y risas. Luego presenciamos el primer debate presidencial o el partido de fut según nuestras preferencias; fuimos sorprendidos (Quadri también) con la edecán, el pésimo formato que se llevo a cabo, la mala regulación y la desviación de los temas. Más chistes y risas. Después el 11 de mayo se les ocurre a los organizadores de la campaña de Peña llevarlo a una… ¡universidad! Pero el resultado no fue para nada el previsto; Peña escondiéndose en el baño y jóvenes en las calles creando un movimiento social. Más chistes y risas. Y al fin llegó el día tan esperado, el día de las elecciones. En las casillas se veía más gente de lo normal. Buena señal. Jóvenes de #YoSoy132 vigilando. Buena señal. Comienza el conteo rápido, Peña va ganando. No importa ahorita remonta alguien. Sigue el conteo y Peña sigue ganando. Mala señal. Acaba el conteo rápido y Enrique Peña Nieto aventaja por 7 puntos al contrincante más cercano. Comienzo a ver como los chistes se convierten en critica, alguna objetiva otra no y como las risas se van desdibujando del rostro de la gente y como se convierten en muecas de indignación, frustración pero sobre todo de conformidad. Caras de ni modo llegó el peor escenario posible para mí país pero pues ni modo, merecemos el gobierno que tenemos. Esas caras son las que más tristeza me dan.
Al principio estaba triste porque no iba a poder votar, ejercer ese derecho pero también obligación. Pensé que a mi edad, 16 años, no se podía hacer nada, que equivocado estaba yo. Leí el libro “El País de Uno” de Denise Dresser que por cierto se los recomiendo y me di cuenta que había cosas que yo y cualquier otro mexicano interesado en su país podía hacer. Quiero compartir con ustedes una paráfrasis de un capítulo de su libro titulado “Diez Acciones Ciudadanas para Cambiar al País”