¿ A quién de nosotros no le ha pasado que se encuentra con una autoridad que tiene el poder de hacernos daño? Y esa autoridad es como cualquier ser humano, como tú y como yo, pero le han dado un puesto, un título, es el coordinador, o el jefe, o el Secretario (con mayúscula), o el dueño de la empresa, o el Director de la Institución y a veces, muchas por cierto, es el subjefe del subjefe del jefe, pero está encima de mí en el organigrama institucional y yo debo obedecerlo y también caerle bien.
Esas personitas (pequeñas, humanamente muy pequeñas por cierto) son de las que se suben a un ladrillo y se marean, disfrutan del poder, de dar órdenes, de tener vasallos y ni idea tienen de las dimensiones de su poder, que generalmente se reduce al espacio de un centro de trabajo. Fuera de allí son nadie y pueden ser hasta víctimas de violencia familiar en sus hogares, pero en el trabajo... es el lugar ideal para desquitarse de sus frustraciones y de la pobre autoestima que tienen.
Las he tenido que sufrir y tiendo a confrontar, desde siempre, desde que iba yo a la primaria porque son personas injustas, crueles, gozan haciendo sufrir a otro y sintiéndose dueños de vidas ajenas. Desde aquel tiempo mi padre me enseñó algo muy interesante, se llama: FINGE, finge que te caen bien, finge que son grandiosos y tú lo sabes, finge que respetas su poder, finge que son encantadores, finge, finge, es tu tabla de salvación.
Obviamente yo le refutaba esa posición y le decía que cómo un padre puede enseñarle a su hija a ser hipócrita y él me dijo muy claramente una vez: llámale como quieras hipócrita, tonta, barbera, pero la acción de fingir significa "cuidarte a ti misma", si confrontas te expones a que te echen de la escuela, del trabajo y de donde se pueda, mientras esa o esas personas tengan el poder sobre ti hazles creer que las admiras y eso es tener la sartén por el mango porque tú estás tomando la decisión de engañarlos para que un día, si Dios te lo permite, y cuando ya no estés bajo su autoridad puedas refrescarles la memoria y decirles lo que quieras.
Desgraciadamente para mí no quedé convencida con el consejo de mi padre y así pasó la vida.
Cuando estudié Psicología Clínica y yo ya era bastante mayor y hasta mis hijos también, un psiquiatra me reprobó porque me tenía envidia y eso significaba pasar en la escuela un semestre más repitiendo la materia y además perder el derecho a titularme por promedio. El era el poderoso, él tenía la autoridad sobre mí en ese momento y yo no le había hecho nada nunca, pero el psiquiatra que se decía escritor también no toleraba a una escritora que sí era escritora cerca de él. Mi maestro de psicoterapia, hombre sabio a quien admiro mucho me dijo: Guadalupe finge ante él, dale por su lado, haz lo que él quiera, trátalo con amabilidad hasta que resuelvas tu problema y cuando no sea ya tu maestro y tengas tu título de psicóloga lo volverás a encontrar y podrás decirle lo que está ahorita en tu corazón.
Mi padre ya había muerto, pero ese día lo volví a escuchar y aprendí lo del FINGE que es la herramienta para cuidarme a mí misma y para traer la sartén por el mango.
Espero que no FINJAS(me lo corrigió el corrector del blog) conmigo. ja ja ja
ResponderEliminarNo primo a ti te quiero de a ley
EliminarTe conozco bastante bien y sé que no eres capaz de fingir y menos tus sentimientos porque se transparentan en tu mirada, en tu rostro. Tu papá, tal vez, tenía razón pero no fuiste su mejor alumna.
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EliminarJeje, se pone Pedro no Anónimo
EliminarA diario y en muchos momentos tendré presente este consejo. Gracias.
ResponderEliminarGRACIAS POR EL CONSEJO, AHORA ME DOY CUENTA QUE NO SERÉ HIPÓCRITA, PERO SI CUIDARÉ A MI PERSONA (MI INTEGRIDAD), GRACIAS POR SUS SABIAS PALABRAS, ABRAZOS.
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