Hermanita:
Quién sabe por qué en situaciones tan terribles como la de la pérdida de tu salud lo que viene a mi pensamiento todo el tiempo son los dulces recuerdos de la infancia. ¿Recuerdas que éramos lindas?, lindas, inocentes y felices porque no sabíamos nada de la vida ni nos importaba. En ese entonces nuestras mayores preocupaciones eran que nuestro papá nos llevara de vacaciones a Acapulco y que Santaclós nos hiciera caso y trajera todo lo que decían nuestras cartas.
No recuerdo nunca haber tenido celos porque naciste y porque los hermanos mayores así hacen, lo que recuerdo es que eras mi hermanita, que íbamos juntas al Colegio Francés y que yo quería siempre cuidarte del bullying que te hacían las monjas porque eras rebelde y luchabas por lo que querías como espero que lo hagas ahora.
No sientas que perdiste la palabra, las palabras no se pierden y las que te dije al oído la semana pasada las comprendiste perfectamente. Yo te mando hoy mis palabras para que te acompañen, para que quien te las lea te las deje puestas como una caricia.
Ahora que una desgracia te ha dejado encerrada en tu propio cuerpo, sin comunicación ni movilidad, tus pensamientos deben estar volando uno tras otro y yo deseo que esos pensamientos puedan ser estas memorias que me rondan desde que te vi en el hospital y que espero no me dejen nunca: cuando aprendimos a patinar y nos llevaban a la pista de Chapultepec, cuando nos compraron una sola bicicleta para las cuatro y no nos podíamos poner de acuerdo para los turnos, cuando la tía Doralicia nos enseñaba a bailar charleston, cuando nos difrazábamos de princesas, cuando hacíamos tortillas de harina con mi abuelita en las tardes, en aquella casa de Muitle.
Y luego la otra casa, la de Echegaray y los amigos y vecinos, y la estudiantina que formamos para cantar en Misa, y las regañadas del Padre Violencia porque nos poníamos pantalones, y no puedo hermana recordar hoy los malos ratos que pasamos, los pleitos se desvanecieron, las quejas y los rencores dejaron de ser cuando te vi en esa cama de hospital y con tu mirada desesperada y agradecida y pacífica y triste me dijiste todo lo que hoy trato de poner en palabras.
Hoy tu dolor es mi dolor, tu soledad y tu desesperación también, por eso quiero, hermana, que mis memorias y las tuyas vuelvan a ser para que te alimenten y te acompañen. Hoy quiero que te llegue, más que mis palabras, el calor que pongo en ellas, el amoroso calor de estas memorias que me invaden.Es todo lo que puedo hacer además de mandarte el calor de las palabras de tanta gente que te manda sus abrazos, sus saludos, su cariño. Son tus primos y sobrinos, también amigos míos que ni te conocen pero están conmigo y contigo.
Sin embargo,tengo una sola preocupación y es la del submarino.
¿Te acuerdas cuando yo vivía en San Francisco y tú me visitaste? Anduvimos de turistas en muchos lugares y un día antes de irte me dijiste que lo más impresionante de tu viaje fue la visita al submarino de la Segunda Guerra anclado ahora en la bahía para que los turistas nos metiéramos en él, ¿te imaginas, dijiste,estar allí adentro asustada y gritando y ni quién te oiga?, ¿encerrada en un tubo adentro del mar? El submarino de San Francisco puede ahora estar metiéndose en tus pensamientos, puede estar convocando al miedo. Hoy te digo también, hermana, que si este encierro al que te obliga tu enfermedad te remonta al submarino, no dejes de verme porque allí estoy yo contigo, sentadas las dos adentro del tubo de metal y sin miedo porque las alas de nuestro espíritu pueden volar por encima del mar y de la tierra y de la vida misma.
Te abrazo mucho y muy fuerte; estoy contigo cada día y sé que lo sabrás.
muy bonito y muy sentido, animo
ResponderEliminarLe mando un abrazo con todo mi cariño, esperando que pueda aunque sea un poco, hacerla sentir lo mucho que la quiero...
ResponderEliminarMe gusta la frase "porque las alas de nuestro espíritu pueden volar" ... comprendo muy bien lo que es querer a una hermana y sentir el dolor como nuestro y compartido! Desde aquí va un abrazo y mis oraciones para que Dios te acompañe, te de fuerza y cuide y escuche las palabras de tu hermana!.
ResponderEliminarQuerida Guada, que mejor apoyo que platicar con tu hermana, hacerla sentir viva, inteligente, persona. Ojala puedas leer esta y muchas cosas mas. Un abrazo a las dos
ResponderEliminarLupy, como siempre, me sigue encantando tu forma de expresar tus hondos pensamientos. Me fascina tu comunicación con tu hermana. Me gusta mucho tu forma de expresarlo. No cabe duda, eres verdaderamente de pelos.
ResponderEliminarOh, qué belleza. Muy conmovedor, sensible y cariñoso. Me encanta el consuelo que las palabras brindan en estos complejos momentos. te mando un fuerta abrazo, Lupy.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. Recibo su apoyo, su cariño y su compañía.
ResponderEliminarPorfavor cuando vuelvas a ver a Maru le das besos de mi parte y tu cuidate mucho que bueno que estes cerca de ella en esta situacion que ahora vive Saludos
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