Cuando nuestro flamante Presidente subió al poder por las ya consabidas tranzas electorales y también, reconozcámoslo, porque mucha gente del país votó por el PRI, esta imagen circulaba en las redes sociales y la guardé porque es tan divertida como patética por real. Ahora la televisión nos impone a los gobernantes y yo recuerdo que me reía de la Toña y la trataba de instruir porque ella trabajaba conmigo y lloraba mientras planchaba y hablaba de su marido golpeador y borracho; cuando yo le pregunté un día si ya por fin iba a dejarlo me dijo: mira Doñita, estoy viendo la telenovela de La Paloma y a ella le pasa lo mismo que a mí y estoy esperando a ver qué hace ella, si deja al hombre, le juro que también yo dejo al mío. Bueno, pensé yo, esta manipulación mediática agarra del cuello a esta pobre gente inculta. ¿Y hoy qué pienso? pues que una golfa de Televisa es nuestra "Primera Dama", prefiero reírme de verdad, pero me da tanta lástima mi país, ya no podíamos haber caído más bajo.
Y recuerdo a mi madre y a todas las madres: "¿quién te manda?" y "te lo dije" y también "hay unos que no entienden hasta que están como el caballo blanco: con el hocico sangrando" Y como pueblo, de verdad, ya andamos como el caballo blanco. Pregunto, ¿entenderemos?
Es inútil querer hacer el recuento de lo que pasa porque hay en el país una efervescencia de violencia que no se había visto en mucho tiempo, ya no son nomás los narcos y sus sicarios, ni tampoco el listísimo gobernante anterior que tuvimos y desató más guerra: y entonces narcos contra ejército y policías, aumentó la violencia, lo sabemos y lo sufrimos todos. Ahora ya cualquier estudiante está tan lleno de rabia como para aventar pedradas a disestra y siniestra, para incendiar, para golpear, para llevar a su madre y a sus hermanas a la manifestación pacífica en la que acaba reventando tanta ira contenida por la IMPUNIDAD (así con mayúsculas), porque en este país de asesinos las cosas parecen no tener remedio.
Mientras tanto el Príncipe Tricolor y su Gaviota andan paseando por China y después de caravanearse chinamente con los gobernantes internacionales, el presidente (este sí va con minúsculas muy minúsculas) se atreve a declarar que rechaza la violencia de la que se va enterando: que manifestantes quemaron las puertas de Palacio Nacional, que los estudiantes queman y destruyen oficinas, casetas de peaje en las carreteras, que hay heridos en estos actos vandálicos. Y lo que es no tener vergüenza porque de sobra sabemos que en las manifestaciones del pueblo hay infiltrados del Gobierno muy violentos que hacen estas cosas e incitan a los demás a seguirlos, para que el presi pueda hablar mal del pueblo, claro está, para tratar de acusar a esa violencia de los manifestantes del gran crimen social, para tapar el sol con un dedo. ¿Y la violencia de las fosas con cadáveres que han aparecido y siguen apareciendo?, ¿y los 43 jóvenes quemados?, y si vamos para atrás ¿qué gobernante estuvo implicadísimo en el caso de la guardería de Sonora donde murieron quemados los bebés y nunca se hizo justicia? Eso es violencia señor presidente.
A veces las noticias me dan esperanzas, como de la que me enteré en estos días y es que los policías que van a aplacar a los manifestantes con barreras de contención ya reclamaron, ya dijeron que ellos no son costales ni payasos para que los estén apedreando y ellos no puedan ni moverse y además, para que la sociedad se ría de ellos. Los policías payasos son tan pueblo como los que los apedrean y también ya están hartos. Dicen que están exigiendo que los dejen actuar, ¿más violencia y ahora con armas? o que se dejen ya de mandar a poner sus barreras de contención.
Las barreras de contención del pueblo se han roto definitivamente. Puede ser bueno, me gusta el enojo del pueblo, a ver hasta dónde permitimos que nos sangre el hocico como al caballo blanco.
Cómo siempre los muertos lo pone el pueblo para sostener el sistema narco político que gobierna al país. Los estudiantes, lo policías y los sicarios estuvieron ahí porque son pobres. .ojalá la justicia lleve a los poderosos a la cárcel.
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