Me gusta muchísimo el cine, el buen cine, pero también he aprendido muchas cosas del mal cine y pues, como las circunstancias obligan ya que no hay otra cosa que ver, fui a ver Terremoto: La Falla de San Andrés. Pésima película, predecible, con el mismo patrón de la familia que sí se salva en medio de tan espantoso desastre porque siempre hay Moisés en canastitos, Lots huyendo de Sodoma y Gomorra y milagritos de esos que son sólo para la historia de las Sagradas Escrituras y no para asuntos tan graves como la bomba de tiempo que es la Falla de San Andrés.
Lo que confirmo, porque ya lo aprendí hace tiempo es que los cineastas (¿se les podrá llamar así?) que hacen estos churros se burlan de lo que sea y hacen un espectáculo para explotar el morbo, para ganar dinero desde luego, con algo tan grave como la situación de los que viven a todo lo largo de la Falla.
La situación es el miedo de los que allí habitan y es un miedo real, cuando yo viví un año en San Francisco muchas veces me pregunté ¿y si ahora toca que falle la Falla? porque ya se sabe que sucederá, ¿y si voy en el Bart transportándome abajo de la tierra?, ¿y si además se nos viene encima todo el mar que tenemos enfrente?, ¿y si me muero en un país que ni es mi tierra?