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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 26 de marzo de 2011

LA FRONTERA DE CRISTAL

Hay un libro de Carlos Fuentes que me encanta: La frontera de cristal. Trata de los mexicanos que se van por hambre a los Estados Unidos y allá se quedan y tienen hijos chicanos y ellos añoran sus costumbres, sus lugares, sus familias mexicanas, mientras que los hijos ya son más gringos que los hot dogs.

Yo los conozco, los he vivido. Cuando viví en San Francisco y tomé cursos en la Universidad de California en Berkeley tenía muchos compañeritos chicanos, sobre todo en un curso que trataba sobre Tradición Oral en Latinoamérica. La maestra era bilingüe y su curso también, por lo que a mí me pareció fácil dirigirme a los chicanitos en español y ¡oh sorpresa! Muy indignados y muy engreídos mis compas de Ciudad Neza y de Iztapalapa me contestaron en inglés. Después los encontré en la parada del metro mentando madres en el más florido español. Ese día pensé mucho en sus padres y en La frontera de cristal.

Bueno, y todo esto viene a cuento porque cuando voy a la Ciudad de México gozo y sufro al mismo tiempo y eso es algo difícil para mí de soportar por lo que somatizo todo lo que puedo y, al final del viaje, ya me siento enferma de algo. Para empezar, los recorridos en auto me ponen de frente a todos los lugares que viví en mi infancia, recuerdo edificios, parques, calles y avenidas, recuerdo el olor y los sonidos de antes y vuelvo a verlos, siento nostalgia y me siento feliz de estar allí. También soy feliz en el Metro porque me siento entre mi gente de ciudad: agobiada, cansada, corriendo, tristeando mientras oyen música, esperando y transitando por esa enorme casa suya, la Ciudad de México, igual que yo lo hacía.

Por otro lado odio las enormes distancias y el tiempo que hay que perder en transportarse y es perder definitivamente para mí porque no puedo leer en un vehículo sin marearme. No puedo manejar un coche en México, me declaro incapaz de ello; tampoco puedo moverme sin miedo en las calles como peatón, ni soporto tampoco los embotellamientos eternos y el gentío que no te deja ni caminar. Entonces extraño mi pueblo de Chiapas; sin embargo, cuando regreso a mi pueblo (chico = infierno grande) extraño profundamente los servicios, el comercio, los museos y las librerías; y extraño también muchísimo el anonimato de la ciudad grande donde nadie anda comentando tu vida porque a nadie le importa y es más, ni los vecinos te conocen.

Me veo yo también en la frontera de cristal. Así me tocó vivir y lo asumo porque además así soy yo: siempre entre el sí y el no.

lunes, 21 de marzo de 2011

LA GRAN NOTICIA NACIONAL

La conocí hace días y sigo en schock…

La revista Forbes, especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, nos ha dado a los mexicanos la gran noticia de que Carlos Slim es el mayor millonario del mundo, con una fortuna de 74 000 millones de dólares. Así sabemos ahora que éste es el segundo año que Slim ostenta la corona en un país subdesarrollado donde más del 50% de la población vive en una pobreza que nuestro Gobierno aumenta día a día con la narcoguerra que nos azota y nos consume económica y emocionalmente.

De estos mexicanos, que somos todos menos Slim y otros cuantos, 25 millones viven en pobreza extrema y esto quiere decir con hambre y no precisamente por las dietas de la luna que hacen las niñas ricas sino porque ya no pueden comprar ni siquiera las tortillas que siempre han sido la base de su alimentación y tampoco, por supuesto, pueden tener lo elemental que es un lugar seguro para vivir, vestido, servicios de salud ni educativos. En este país la ley es la de “El que tranza avanza” porque quien puede fastidia al de junto, nos hacemos egoístas, es ya tanta la necesidad que hemos empezado a matarnos unos a otros por diez pesos.

Y hablo de lo que veo: en los hospitales de Gobierno se niegan a los pacientes los medicamentos que necesitan porque se venden por fuera, los laboratorios farmacéuticos se amafian con los prestadores de servicios de salud para darles pastillas de azúcar a los enfermos, en las escuelas federales y estatales se exige que los niños lleven uniformes o si no, no tienen derecho a clases porque los que venden los uniformes necesitan a sus clientes cautivos.

Ya me he enterado de cómo ha hecho su fortuna el Sr. Slim, con trabajo, inteligencia y astucia, pero la verdad es que no hay ninguna explicación que me ayude a entender esta barbaridad de que en uno de los países más subdesarrollados del mundo viva el millonario número uno. A lo largo de mi vida he visto que para que algunos estén arriba siempre debe haber otros abajo, para que unos tengan muchas propiedades debe haber muchos otros que no tengan más que un cuartito donde viven siete personas, así es que con este razonamiento no puedo más que repudiar la idea de lo del millonario.

Tampoco, desgraciadamente, la ley de Dios me explica que esto pueda ser bueno, o sea, que tengamos una fiesta nacional porque mientras muchos mexicanos mueren de hambre, de enfermedades curables y de ignorancia, tenemos en el país el privilegio de que el hombre más rico del mundo es mexicano también.

Por supuesto que la familia Slim se dedica a las actividades filantrópicas también, aunque el dinero que gastan en sus asociaciones de apoyo a los necesitados les signifiquen quitarle un pelo a un gato. Pero las cosas así son en este país y a mí me parece una vergüenza nacional esta noticia. ¿Qué opinan ustedes?

viernes, 11 de marzo de 2011

Pero es que yo lo amo!!!!

Una amiga me contó que su esposo no la deja ver los “talk shows” de Laura de México y Rocío (de México también), le ha dicho que son programas para gente sin educación, que son un morbo. Yo me quedo pensando si el esposo de mi amiga está disfrazando de vulgar su miedo a que su mujer se entere de que no es la única mujer mexicana con codependencia. Yo sí veo los shows porque me divierte mucho deducir quiénes de los personajes de esa tarde son pagados y están actuando (bastante mal por cierto) y quiénes son personas con problemas reales que se acercan a “estrellas” de la televisión porque sus gobernantes no responden a sus necesidades de salud, educación, justicia… y las todopoderosas conductoras sí. Sin embargo, en medio de mi diversión, me alarma mucho el estado de nuestro país: no justicia, no servicios de salud, no oportunidades de educación, no oportunidades laborales, no seguridad. Es el país del No.

Por otro lado corroboro que los problemas relacionados con la violencia doméstica son los ganadores entre nuestra población. La violencia casi siempre, aunque a veces no, es de parte del hombre a la mujer, él es un abusador que la minimiza, la rebaja como persona, la insulta y la golpea cotidianamente con palabras y actitudes o con las manos. Las llorosas mujeres exponen sus casos: tiene una amante y un hijo con ella; no me da dinero; no me deja trabajar; me quita todo mi salario; me dice que soy una inútil; me pega por no planchar bien sus camisas; les dice a mis hijos que soy una puta; no me da para mis medicinas… y así, interminablemente.

Como estos shows son un circo romano el público enardecido les habla a las protagonistas de las historias: ya déjalo, no vale la pena, tú mereces otra cosa, ¿qué no tienes dignidad?, ya quiérete mujer, hazlo por tus hijos, hay mejores hombres que ese, ¿te gusta que te maltraten? Las conductoras les gritan, las zarandean y les exigen que se respeten a sí mismas, las confrontan con la verdad mediante videos grabados a escondidas donde el hombre se besuquea con otra o con otras, las obligan a contemplar sus propias heridas y tras la pregunta ¿por qué no lo dejas?, la respuesta siempre es la misma: PORQUE YO LO AMO.

Me pregunto y les pregunto mujeres: ¿hasta dónde nosotras mismas provocamos esa dependencia enfermiza? Las niñas se educan como niñas y en labores de niñas todavía: tú no puedes con eso, eso es cosa de hombres, al marido se le pide permiso, si te deja ¿qué vas a hacer sola?, ya verás lo que va a decir de ti la gente si tu marido se va con otra. Y luego más: lucha por tu matrimonio, hazte de la vista gorda, si no le gusta el pelo corto déjatelo largo, no uses minifalda si a él no le parece, deja a tus amigos de la Prepa porque a él no le gusta que andes con otros hombres, la mujer no debe ganar más que el hombre, los hijos son para que los cuiden las madres porque los hombres no saben hacerlo, las mujeres no van al bar con sus amigas, las mujeres no salen solas de noche, las mujeres no viajan sin su marido, los hombres tienen más libertad porque son hombres, las mujeres no saben cuidarse solas. Consejos todos dichos por madres a sus hijas, me consta.

Un psiquiatra español especializado en dependencia emocional (el Dr. José Luis Sangrador) le ha llamado a esta conducta “adicción al amor” y la define como una necesidad patológica del otro que proviene de inmadurez afectiva, de quien no ha podido crecer afectivamente por carencia de amor y se queda en la etapa del amor tiránico de los niños, que son posesivos y buscan ser amados pero aún no aprenden a amar; así, el adicto al amor dice amar muchísimo a la otra persona (desde luego no se reconoce ni dependiente ni adicto), pero en el fondo lo que está buscando es que lo amen, busca recibir cuidado, protección, permanencia de la relación y todo lo que da una persona a otra cuando la ama. Realmente es muy difícil que una persona reconozca que lo que siente por otro no es amor sino dependencia, aún cuando se pueden escuchar a sí mismos diciendo cosas como: sin él mi vida no tiene sentido, ella es todo para mí, si me deja prefiero morirme, porque su única verdad es: Pero es que yo lo amo!!!

sábado, 5 de marzo de 2011

HISTORIA FAMILIAR DE ALLÁ Y DE ACÁ



LA HISTORIA DE ALLÁ

Allá es el cielo. Mi hermano Enrique y yo pensamos que al cielo también van nuestros perros y, de hecho, sin pasar por ningún purgatorio porque en general son siempre buenísimos, nos besan y abrazan y hacen fiestas aunque estemos de mal humor y aunque los hallamos tratado mal.

Mi mamá quería mucho a los perros, cuando yo era niña llegamos a tener hasta cinco en casa, más cinco niños y una abuelita, pues la pura felicidad. Siempre que mi mamá estuvo de visita en mi casa de Chiapas fue amiga solidaria de mis perros: los Osos, ella abogaba porque pudieran estar dentro de la casa todo el tiempo que quisieran y ellos, enormes peludos agradecidos, se sentaban a sus pies siempre. El Oso mayor se llamaba Ursus y murió hace unas semanas. Mi mamá murió el 4 de marzo de hace un año y creo que están juntos en un mismo cielo a donde también espero ir yo cuando me toque.

Quisiera hoy que esta certeza de una felicidad espiritual después de esta vida sanara ya la herida de mi duelo, pero no es así todavía, por eso es que he buscado esta foto que fue de acá y ahora es la realidad del más allá.







LA HISTORIA DE ACÁ

Acá es mi mundo y mi país, en un lugar perfecto junto al mar: Mazatlán. Acá está mi tío Chebo que hoy cumple 98 años, él es el único sobreviviente de la generación de mis papás. Nosotros, los hijos, como dijo mi hermana: pues ya estamos en primera fila (Sí, pero no empuuuuujeeenn!!!)

Para mí, mi tío Chebo es una enorme sonrisa, porque siempre tiene el humor de estarse riendo, ahora sí que no sé si se ríe de mí o conmigo, pero contagia su buen humor. Mi tío es mi héroe, nada de andar hablando de muerte ni de tonterías, se siente vivo y feliz, no se anda quejando por los rincones y con tantos años encima se ha hecho muy amoroso.

A mi tío Chebo lo recuerdo como antes, cuando yo era niña, vestido con su uniforme de médico militar: guapísimo, todo un personaje. Lo recuerdo joven junto a mi padre, cuando se veían se abrazaban mucho y se hacían bromas y se sabía a leguas lo mucho que se querían. Mi papá y mi tío: grandes inteligencias, cada uno lo decía del otro: mira hijo, hija, tú saliste tan inteligente como tu tío. A mi tío lo recuerdo con enorme cariño y todavía puedo llamarlo por teléfono y también puedo ir a verlo.

Acá estamos aún los que estamos y el tío Chebo hoy cumple un año más. Celebro a la vida con él y lo abrazo desde aquí.

miércoles, 2 de marzo de 2011

¿CATACLISMO O CATALEPSIA?

Esta es una historia que tuve intención de escribir aquí desde Día de Muertos pasado (muy pasado ya por cierto). Como ahora retomo el blog y el contacto con mis amigos y familia, pues no quiero dejar de contarla porque me parece increíblemente buena.


Un hombre llega al panteón una tarde cuando el sol ya se pone y baja a una gran capilla en donde están sepultando a una persona. El había ido a visitar a un amigo muerto y se queda, de rodillas, en un rincón de la capilla haciendo una oración; como está muy concentrado no se da cuenta de que los deudos del nuevo difunto se van y de que, además, cierran la reja de entrada de la capilla con una gruesa cadena y un candado. Cuando decide irse ya empieza a anochecer, está en un sótano, sube la escalera hasta la reja de entrada y se encuentra con que está cerrada. El hombre grita, patea, grita más, eleva el tono de voz, aumenta la fuerza de sus golpes y… nada; entonces se decide a pasar la noche en la capilla, sentado al lado de la reja y sabe que no tiene más remedio que esperar a que amanezca y alguien lo auxilie.

Trae cigarrillos y eso lo conforta. Después de un rato de fumar y ahuyentar sus miedos se queda dormido y lo despiertan unos gritos que vienen de la cripta, de las paredes en las cuales están los ataúdes. Baja y se da cuenta que los gritos son de mujer y salen precisamente del lugar en donde habían puesto ese día al nuevo difunto. Los gritos se oyen cada vez más desesperados y él se decide a abrir el hueco y sacar el ataúd. Con mucho esfuerzo y tensión por los gritos cada vez más fuertes, por fin logra sacar la caja y abrirla. Salta entonces de la caja una mujer vestida de blanco, con el cabello muy largo y en absoluto estado de histeria, se arroja contra las paredes y quiere agredirlo a él.

Afuera llueve, hay tormenta con rayos y, gracias a los relámpagos el hombre puede ver a la mujer. Trata de hablar con ella pero ella está en un estado de locura que no entiende razones ni contesta, sólo sigue gritando y golpeando paredes y golpeándose y queriendo golpear también al hombre. Todo está oscuro y ella deja de gritar, no se oye ya nada más que la lluvia, el hombre tiembla, no sabe qué puede suceder y entiende que cualquiera que sea encerrado en un ataúd estando vivo puede volverse loco; pero él lo único que quiere es salirse ya de esa pesadilla. Un gran relámpago ilumina de pronto toda la capilla y el hombre ve, frente a él y muy cerca, a la mujer con un pesado candelabro como arma para golpearlo. Se va la luz de nuevo y ambos forcejean, ambos gritan y golpean en la más absoluta oscuridad. Después de un golpe certero ella se queda tirada y él se siente, por el momento, fuera de peligro.

Amanece y el hombre se da cuenta de que la mujer está muerta, ahora sí de verdad. Se da cuenta también de que lo más sensato que puede hacer es meterla de nuevo a su ataúd y a su lugar en la pared de la capilla y así lo hace. Cuando termina toda su labor no deja ni un rastro de golpes ni pelea, ni nada fuera de lo normal. Entonces, el cuidador del panteón aparece cerca, el hombre le grita, le explica que se quedó encerrado y el cuidador le abre la puerta inmediatamente.

El hombre se va.
La capilla está cerrada y en paz, tal y como había quedado la tarde anterior después del funeral.



P.D. Confieso que esta historia no es mía, aunque quisiera que lo fuera. Es la trama de una película que vi hace muchísimo tiempo: blanco y negro. Si alguien tiene alguna referencia de ella se lo agradeceré.