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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

miércoles, 2 de marzo de 2011

¿CATACLISMO O CATALEPSIA?

Esta es una historia que tuve intención de escribir aquí desde Día de Muertos pasado (muy pasado ya por cierto). Como ahora retomo el blog y el contacto con mis amigos y familia, pues no quiero dejar de contarla porque me parece increíblemente buena.


Un hombre llega al panteón una tarde cuando el sol ya se pone y baja a una gran capilla en donde están sepultando a una persona. El había ido a visitar a un amigo muerto y se queda, de rodillas, en un rincón de la capilla haciendo una oración; como está muy concentrado no se da cuenta de que los deudos del nuevo difunto se van y de que, además, cierran la reja de entrada de la capilla con una gruesa cadena y un candado. Cuando decide irse ya empieza a anochecer, está en un sótano, sube la escalera hasta la reja de entrada y se encuentra con que está cerrada. El hombre grita, patea, grita más, eleva el tono de voz, aumenta la fuerza de sus golpes y… nada; entonces se decide a pasar la noche en la capilla, sentado al lado de la reja y sabe que no tiene más remedio que esperar a que amanezca y alguien lo auxilie.

Trae cigarrillos y eso lo conforta. Después de un rato de fumar y ahuyentar sus miedos se queda dormido y lo despiertan unos gritos que vienen de la cripta, de las paredes en las cuales están los ataúdes. Baja y se da cuenta que los gritos son de mujer y salen precisamente del lugar en donde habían puesto ese día al nuevo difunto. Los gritos se oyen cada vez más desesperados y él se decide a abrir el hueco y sacar el ataúd. Con mucho esfuerzo y tensión por los gritos cada vez más fuertes, por fin logra sacar la caja y abrirla. Salta entonces de la caja una mujer vestida de blanco, con el cabello muy largo y en absoluto estado de histeria, se arroja contra las paredes y quiere agredirlo a él.

Afuera llueve, hay tormenta con rayos y, gracias a los relámpagos el hombre puede ver a la mujer. Trata de hablar con ella pero ella está en un estado de locura que no entiende razones ni contesta, sólo sigue gritando y golpeando paredes y golpeándose y queriendo golpear también al hombre. Todo está oscuro y ella deja de gritar, no se oye ya nada más que la lluvia, el hombre tiembla, no sabe qué puede suceder y entiende que cualquiera que sea encerrado en un ataúd estando vivo puede volverse loco; pero él lo único que quiere es salirse ya de esa pesadilla. Un gran relámpago ilumina de pronto toda la capilla y el hombre ve, frente a él y muy cerca, a la mujer con un pesado candelabro como arma para golpearlo. Se va la luz de nuevo y ambos forcejean, ambos gritan y golpean en la más absoluta oscuridad. Después de un golpe certero ella se queda tirada y él se siente, por el momento, fuera de peligro.

Amanece y el hombre se da cuenta de que la mujer está muerta, ahora sí de verdad. Se da cuenta también de que lo más sensato que puede hacer es meterla de nuevo a su ataúd y a su lugar en la pared de la capilla y así lo hace. Cuando termina toda su labor no deja ni un rastro de golpes ni pelea, ni nada fuera de lo normal. Entonces, el cuidador del panteón aparece cerca, el hombre le grita, le explica que se quedó encerrado y el cuidador le abre la puerta inmediatamente.

El hombre se va.
La capilla está cerrada y en paz, tal y como había quedado la tarde anterior después del funeral.



P.D. Confieso que esta historia no es mía, aunque quisiera que lo fuera. Es la trama de una película que vi hace muchísimo tiempo: blanco y negro. Si alguien tiene alguna referencia de ella se lo agradeceré.

2 comentarios:

  1. Que buena historia, me quedo con la curiosidad de buscar la película, me acordé del libro y la película de Pedro Páramo. Ese misterioso lugar: Comala. Saludos Lupita, que bueno volver a leerte. Gracias!

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  2. ¡Ay qué horrible historia! Ahora la voy a soñar. El otro día leí el libro que le mandaste a Kike y no pegué el ojo en toda la noche... jejeje ¡Besos!

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