Esto que hago hoy no se debe hacer, no quiero ni pensar qué diría Benedetti, pero es un cuento que me parece tan bueno que no puedo evitar compartirlo. Digamos que es como las versiones abreviadas de las obras clásicas. Y ya dejándome de tanta explicación por culpas, pues el cuento va así:
“Acaso irreparable”, de Mario Benedetti narra la historia de un hombre que va a tomar un avión y que es informado, junto con los otros pasajeros, que su vuelo no saldrá porque deben arreglar al avión una falla antes de que sea acaso irreparable. Les dan entonces vales para comidas y para hotel y los citan al día siguiente.
Nuestro protagonista ya va de regreso a su casa en Montevideo y piensa en su hijo de cinco años y en su esposa, mientras come con otros pasajeros y los va conociendo; después todos se van al hotel y muy temprano en la mañana llegan al aeropuerto para abordar su vuelo. Cuando están ya en la sala de espera les vuelven a dar el mismo anuncio del día anterior y los nuevos vales para comidas y hotel y vuelven a hacer lo mismo. A la mañana siguiente llegan al aeropuerto y empiezan ya a sentirse francamente desesperados cuando les vuelven a dar el mismo anuncio y los mismos vales y vuelven a comer todos juntos y se van al hotel todos juntos y ya se conocen entre ellos y hasta se sienten amigos y hermanados por la misma desgracia. Al día siguiente sucede lo mismo y al otro día igual y al otro también.
Cuando yo llegué en mi lectura a este punto de la historia sentí que era el cuento del gato: “Este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés, ¿quieres que te lo cuente otra vez?” Pero los pasajeros parecen estar menos desesperados que yo y siguen yendo a la sala de espera para escuchar lo mismo y darse ánimos unos a otros y volver al hotel y regresar a la sala de espera en espera de que ahora sí salga el avión. Algunas veces se quejan, gritan al personal de la aerolínea, amenazan y terminan llorando siempre de camino al hotel para pasar otra noche.
En uno de esos días nuestro pasajero escucha a un par de jóvenes charlando a sus espaldas: un chico y una chica que se están presentando. El dice llamarse Eduardo Rivera y su nombre es igual al hijo de cinco años que el protagonista ya quiere ir a ver; entonces lo recuerda con nostalgia. Después lo ve de reojo y es increíblemente parecido a su hijo y entonces escucha cómo le cuenta a la chica que su padre murió en un accidente aéreo hace quince años.
Fin de la historia resumida.
Yo creo que los que escribieron una de mis series favoritas: LOST, ya se sabían este cuento. Les recomiendo este libro de Benedetti.
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