¡Ay dolor! me volviste a dar

Con su sonrisa Colgate, Viva el Rey

Para Ramón y para Jorgeluis

Mis primos se burlaron de mí aquel día en que lloré con palabras que decían: "nos gobernará el analfabeto", "el que no sabe ni leer será nuestro Presidente".
Te crees pitonisa, me dijo Ramón.

Y hoy hubiera querido que mis primos tuvieran la razón y mis hijos y mis amigos y todos los que nos dimos el lujo de volver a soñar con un México diferente. Acunados como bebés por las dulces palabras de López Obrador: primero los pobres, vámonos a la izquierda, se acabaron lo privilegios para diputados, senadores, presidentes y expresidentes; y así, al son de tan dulces melodías, mi corazón volvió a llenarse de esperanza y también el de mis primos y el de todos los que estuvimos en la sintonía de la utópica justicia del país. Hoy sólo sé que nada sé porque AMLO se mira enfermo del ansia de poder, y un enfermo: eso es. ¿Mintió también?

El primer presidente mexicano que recuerdo de mi niñez fue Adolfo López Mateos, qué guapo lo veía yo en la tele con su banda tricolor cruzándole el pecho, saludando a todo el pueblo con amplísima sonrisa Colgate y el país estaba en paz, ¿por qué?, no sé, pero mis padres y mis tíos hablaban de paz y prosperidad, y era quizás la humilde prosperidad de que el salario de un jefe de familia sirviera para darle una vida digna a una familia con cinco hijos. Y López Mateos era corrupto y yo no lo sabía y se enriqueció a costa del pueblo (como todos) y se ganó el título de "el presidente viajero" haciéndole desde entonces la competencia a Juan Pablo II.

Después desfilaron en mi vida todos los demás: Díaz Ordaz y Tlaltelolco, Echeverría y sus Halcones para seguir con lo de la muerte de población civil, López Portillo quien defendía al peso como un perro, como el perro que era él; Miguel de la Madrid que no pudo encontrar sus botitas de campo para ir a ver ni por 10 minutos qué pasaba con las víctimas del terrible terremoto del 85, luego Salinas de Gortari, el peor demonio que yo he conocido y a quien desgraciadamente conocí en persona, y él le deja a Ernesto Zedillo el poder y de Zedillo un taxista del DF me dice "no, señora, ese es sólo un títere pendejo, del Salinas"y síguele con el charrito con botas: Don Fox que se dedicó a enriquecer a los hijos de su Martita y de ahí Calderón, el asesino más grande hemos visto en el poder y ahora el analfabeto y acabé porque con él volvemos a la Era Precámbrica de los Prinosaurios y éste era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés, ¿quieres que te lo cuente otra vez?

Lo del dolor: esperaré a que amaine, lo que no esperaré ya más es un cambio en el país porque, obviamente, no le tocó a mi generación. Ya fuimos las mujeres de mi generación las del gran parteaguas, las que ya nunca volvieron a pensar que ser madre y mujer eran dos cosas distintas, las que invadimos los terrenos profesionales de los hombres, las que nos atrevimos a pensar y a expresarnos. Eso me tocó a mí y aquí estoy.