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- GUADALUPE OLALDE
- SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
- MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo
sábado, 22 de marzo de 2014
¿Qué significa desaparecer?
Siempre me han impresionado las escenas de las películas en donde una persona va caminando por la calle que tiene árboles, niños jugando, coches que pasan y de un momento a otro ya sólo están los árboles, los niños y los coches. Significa que desapareció, generalmente porque murió y a veces por quién sabe qué. Son esas desapariciones como las de la puesta del sol, que se hace cada vez más pequeño hasta que ya no está donde estaba y eso significa desaparecer de nuestra vista, mas no dejar de existir.
El avión que salió de Kuala Lumpur hace catorce días y desapareció puede o no haber dejado de existir y la falta de información es como la falta de diagnóstico médico: un verdadero calvario para quienes la esperan con ansia.Y es verdaderamente increíble que en este siglo y con tanto desarrollo tecnológico pueda suceder algo así, que un avión con sus más de 200 pasajeros simplemente se pierda como dicen las leyendas que se pierden las naves marítimas y aéreas en el Triángulo de las Bermudas, o como dice nuestro compatriota Jaime Maussan, que se los llevan los extraterrestres.
Recuerdo que hace años viajé de Tuxtla Gutiérrez a la Ciudad de México y mi hija Sofía fue a esperarme al aeropuerto. Durante el vuelo los pasajeros nos dimos cuenta de que el avión estaba demorado porque ya llevábamos como hora y media sin noticias de que ya llegábamos. Cuando finalmente, después de dos largas horas, llegamos al aeropuerto me encontré a la salida el loco abrazo de mi hija que lloraba como con muerto tendido y se aferraba a mi cuello con desesperación. Entonces vi que a todos los pasajeros a quienes sus familiares esperaban les pasaba lo mismo, había gritos, llantos, reclamos, risas y todo un caos. Mi hija me explicó entonces que, como se estaba tardando el avión, habían ido varios familiares a preguntar por la demora y la señorita del mostrador les dijo que habían perdido contacto con el avión y que no sabían dónde estaba: así nomás. Como si perder el rastro de un vuelo fuera cualquier cosa y por más que exigieron y gritaron y clamaron los familiares sólo les dijeron que el avión estaba desaparecido.
Hoy recuerdo este evento porque he pensado mucho en los familiares del gran avión con más de 200 personas que se fue a un hoyo negro, que no se encuentra en el mar ni en ningún lugar de la tierra, por el que nadie ha pedido rescate ni ha sido anunciado como rehén de nadie. Conjeturas van y vienen, que si el piloto era suicida, que si fallas mecánicas, que si un atentado terrorista, que si aterrizaron en un lugar secretísimo, que si se los tragó el mar... y nada. Recuerdo la serie de Lost.
Todos los días busco en las noticias alguna novedad de la búsqueda aunque me está pareciendo que lo que ya no hay es búsqueda y no dejo de pensar en las familias porque en cualquier lugar del mundo y a cualquier hora serán los terroristas, o el narco, o los alliens, pero la verdad es que podemos simplemente desaparecer. Y primero es la gran noticia y después pasa de moda y pasan los días y ya no hay interés en buscar y recuerdo hoy con mucha tristeza a los mineros de Pasta de Conchos en el 2006, el gobierno y los empresarios explotadores de la mina (Grupo México) hicieron como que los buscaron mientras fue noticia y después declararon simplemente que no era posible y que la mina era considerada ya más bien una fosa común.
Con el avión de Malasia pasa ya lo mismo, no se sabe nada, sólo hay tantísimas conjeturas para culpar al piloto, o al copiloto, o a unos pasajeros con cara de malos, o a unos secuestradores que quién sabe por qué no se comunican. Y también, aunque parezca increíble, los familiares un día estarán agotados de tanto esperar y darán por muertos a todos y nunca cerrarán su doloroso duelo porque para nosotros, seres humanos, el decir adiós a una persona que va a morir o que ha muerto es cerrar su ciclo en nuestras vidas y sólo cerrando podemos renacer un día del dolor.
Desaparecer simplemente sin más explicación es, para los que quedan, la mayor tortura imaginable. Y para los que desaparecen ¿qué será?
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