LOS PROTAGONISTAS DE LA PASIÓN

 

La representación de La Pasión de Cristo en el Cerro de la Estrella, Iztapalapa forma ya parte de nuestro acervo cultural, es un teatro con actores del pueblo que aprenden unos diálogos en la lengua de Cervantes: decidme qué buscáis, por ejemplo, y que también llevados por la emoción improvisan en cualquier momento:  jajaja ¿por qué no llamas a tus Angeles maldito?

Este año la exclusiva para transmitir por televisión la tuvo TV Azteca y, hasta donde yo recuerdo, es la primera vez que veo que los verdaderos protagonistas de La Pasión quisieron ser los comentaristas que no dejaban oír los diálogos de los personajes, no dejaron apreciar este testimonio popular de tradición oral y religiosa, les grité a todos que se callaran, que dejaran oír el espectáculo pero obviamente no me oían (y realmente mis quejas ni les habrían importado aunque me hubieran oído). Ellos, sabiamente, explicaban a los televidentes lo que estaba pasando, que si Judas se arrepentía, que si la Verónica está ahora diciéndole a Cristo que le va a limpiar la cara, que si Pilatos le pregunta al pueblo a quién quieren en la cruz... en fin, sus explicaciones para gente idiota no sirvieron mas que para opacar y enmudecer el verdadero espectáculo.

Y es que a mí me gusta mucho esa y otras representaciones populares por su espontaneidad y sus siempre nuevas versiones, en este caso de los Evangelios. Lo único que los sabios de TV Azteca explicaron con sensatez es que cada año es diferente la versión porque el pueblo le va añadiendo frases, escenas y todo lo que quiere y eso para mí es como haber podido presenciar a los juglares medievales que iban de pueblo en pueblo con las noticias orales y en el último pueblo ya la cosa era como el teléfono descompuesto porque habían añadido y quitado a su gusto y entender y a su estado de ánimo también. Esta vez me lo perdí porque los sabios de la televisora nos quisieron relatar lo que pasaba para que le entendiéramos, porque somos un pueblo de estúpidos que los necesitamos mucho.

Sin embargo se cansaban de tanto hablar, gracias a Dios, y dejaron en paz los micrófonos en la escena del Judío Errante y pude apreciar lo que era esa representación de ayer. El judío no le da de beber a Jesús quien carga con la cruz y le da aventones y golpes verdaderos, también le dice al pie de la letra el guión que se había aprendido: no entres porque tu contacto marchitaría los verdes pámpanos de mi parra (¿habrá entendido ese hombre lo de los verdes pámpanos?, ¿y lo de la parra?), entonces Jesús se enoja y le dice: Infeliz, te condeno a caminar sin rumbo y sin parar hasta que yo regrese y además a ser inmortal y ese será un gran castigo para ti. Cristo se enoja como hombre de Iztapalapa solamente porque eso en los Evangelios pues no está, y esto es lo maravilloso de las obras populares que los sabios conductores no nos dejaron apreciar.

Llega la hora de la Crucifixión y cuando los soldados discuten de verdad por las vestiduras de Jesús el sabio comentarista no me deja oír lo que alegan porque dice: Sobre la cruz hay una cámara que nos va a dar una imagen exclusiva que nadie más la va a proyectar, sólo Azteca. Levantan la cruz y el de Azteca por fin cierra la boca un rato y podemos escuchar a un soldado de Roma-Iztapalapa gritándole a Jesús: Órale, háblale a tu padre, pero dile que se apure, no vaya a hacérsele tarde.

Lamento de verdad muchísimo que no tengamos opción de cambiar de canal porque no hay en México ninguna televisora que respete al pueblo, a la cultura, a las tradiciones populares y, mucho menos, a los televidentes.