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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 2 de julio de 2011

Código roto

Mi bisabuela Cuquita vivió la Revolución Mexicana desde el palco de los ricos ya que ella era una niña que vivía en una hacienda. Las haciendas eran en ese entonces lo que ahora es el complejo Santa Fe junto al cinturón de miseria y pobreza extrema que tiene junto. Las haciendas eran lo más odiado y envidiado en los tiempos de la Revolución.

Cuquita me contaba que ella no entendía por qué los revolucionarios no solamente entraban a las haciendas y todo destrozaban, sino que también violaban a las mujeres y mataban a diestra y siniestra. Se quedaban con todo, decía ella, hacían lo que querían con nuestras cosas, pero ¿por qué tanto ensañarse con el prójimo? Por supuesto que las niñas ricas no sabían sobre la vida de los pobres y no entendían esos porqués; pero aún a sus 85 años de edad lloraba cuando hablaba de esa barbarie.

Esta semana he estado viendo en youtube todo lo relacionado con el caso del hijo de Sicilia y algo que me llama la atención porque yo no lo había considerado es la recriminación de Javier Sicilia a los narcos sobre el rompimiento de sus “códigos de honor” porque antes, dice él, se las arreglaban como podían entre ellos pero había reglas aceptadas por todos como NO tocar a los civiles. Ahora ya no hay códigos ni hay nada y matan por matar, por la emoción de la sangre, por toda la rabia contenida, son iguales que aquellos revolucionarios que tanto dañaron a mi bisabuela.

También vi entrevistas a sicarios detenidos, tienen de 15 a 25 años de edad, cobran 10 mil pesos mensuales solamente, pero eso es una fortuna para quien no tiene qué comer, para quien vendía globos en el parque, para quien lavaba coches, para quien cantaba en las esquinas. Y dice Sicilia, con muchísima razón, que tan grave es el crimen de matar a un joven como el de arrojarlo a las redes del narco por hambre y por falta de oportunidades. Recuerdo, con mucho enojo aquello que dijo el Sr. Calderón sobre “el sexenio del empleo” y veo que finalmente tiene razón porque ahora debe haber muchos empleos de sicarios porque con tanta matanza pues ya habrá muchas plazas libres de a 10 mil pesos para los jóvenes sin más oportunidades.

Qué bueno que Cuquita ya no puede ver en lo que estamos metidos ahora porque los abuelos siempre tienen la esperanza de un mejor futuro para las generaciones siguientes. Yo, de hecho, la tengo para mis nietos.

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