Datos personales
- GUADALUPE OLALDE
- SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
- MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo
sábado, 13 de agosto de 2011
El Caballero de la mano en el pecho
A nadie le gusta la pintura que tengo en el centro de mi casa, que es el lugar más visible. Es una reproducción de El caballero de la mano en el pecho, pintada por El Greco y que compré en el Museo del Prado; cuando les digo a mis amigos o familia lo mucho que me gusta y que por eso ocupa el lugar más especial de mi casa se quedan callados, por lo de la diplomacia como pueden suponer, pero yo sé lo que significan sus ojos de espanto. De hecho, en mi última mudanza, mi amigo Huicho que me ayudaba a mover mis pertenencias quería dejar mi cuadro porque no le gustó nada ese señor y pensó que era algún antepasado de mi exmarido. Ese día me di cuenta de que nada más a mí me gustaba el Caballero, pero me divirtió mucho que mi amigo no quisiera que me lo llevara a mi nueva vida.
En los museos aprendí que los retratos son personas reales dentro de nuestra realidad actual porque, si el pintor es un genio como El Greco, puede dejar en el lienzo toda la profundidad de la mirada y allí está la presencia de esa persona, por lo que a mí me encanta tener a un caballero del siglo XVI dentro de mi casa, un caballero español que trasciende al tiempo y permanece para que yo lo vea y lo escuche.
Cuando algo nos gusta tanto, sobre todo un retrato o una pintura, o una foto, es porque nuestro mecanismo de proyección se ha puesto en marcha aceleradamente y vemos en aquel cuadro una parte de nosotros mismos, así entonces:
En la Wilkipedia del internet dice lo siguiente de mi Caballero:
“Un caballero con la mano en el pecho mira al espectador como si hiciese un pacto con él. La postura de la mano parece un gesto de juramento”. (Proyección del wilkipédico que lo escribió, a quien le gustan los pactos y los juramentos)
En la Guía del Museo del Prado:
“El gesto que realiza ha sido muy discutido, sin que quede claro si se trata de arrepentimiento o de juramento… llama la atención la manera de mirar al espectador intensamente, como solicitando una respuesta”. (Aquí se proyectó un culposo con ganas de arrepentirse y queriendo que otros les den las respuestas a su vida)
Y… en la página de ArtEEspaña
“Se trata de un personaje típico de la época. El Greco lo pinta muy misterioso, hasta el punto que no sabemos si nos quiere decir algo o nos oculta algún secreto”. (Y aquí se proyecta un inseguro que no alcanza a decidir si hay secretos que los demás le ocultan)
Y hasta aquí con las descripciones de mi pintura favorita, no cabe duda que cada quien ve lo que quiere ver pero, tratándose de arte, cada quien siente lo que siente y cada quien interpreta esa emoción desde su esencia personal. Por eso el arte es UNIVERSAL, o sea, tiene de todo y para todos.
Así entonces, la única descripción válida para mí es la mía y viene a ser la oficial de este blog:
“El caballero de la mano en el pecho tiene una mirada triste y profunda que habla mucho de los tiempos en los que vivió, de lo que sucedía en los palacios y en las cortes, de las íntimas verdades de condes, duques, reyes y reinas. Con los ojos cuenta de todas las cosas intensas que con ellos vio, de enredos políticos como los que nosotros vemos, de abuso de poder, de dinero del pueblo gastado en los lujos de las cortes, de los pleitos a muerte por un título de Caballero como hoy uno de Diputado, o aunque sea de Candidato. Pero sobre todo dice, con la mano en el pecho, que sus ojos son la ventana de su corazón.
Cada vez que lo miro y me devuelve la mirada nos comprendemos más y me parece alucinante y maravilloso que, con tantos siglos de distancia, podamos estar en la misma sintonía. Entiendo su momento histórico mientras él observa el mío. Estamos y no en el mismo espacio. Hablamos el mismo idioma. Sabemos que las palabras no son necesarias para entenderse. Sabemos que las miradas son más que unos ojos viendo. Somos amigos y cómplices, cada quien en su momento y en un día futuro, en el mismo lugar y en el mismo momento. Ese día nos reconoceremos fácilmente”.
¿Qué les parece? Yo no soy crítica de artes plásticas, pero mi Caballero es eso para mí y eso es tan valioso como para colocarlo en el centro de mi casa. Si alguien encuentra mis proyecciones, agradeceré su comentario.
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