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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 24 de enero de 2015

DONACIANO


Mi abuelo se llamaba Donaciano y era un hombre guapo. Mi hermano siempre pensó que se llamaba DonAnciano hasta que el día de su muerte vio su nombre en la lápida; ya decía yo, pensó, que era imposible que un niño de primaria se hubiera llamado DonAnciano. Me gustaba pensar en él como DonAnciano hasta que conocí esta foto de su juventud. Se la pedí a mi padre como mi herencia y, al morir mi padre, fui a recogerla del cajón de sus cosas personales, ninguno de mis hermanos entendió para qué o por qué quería yo esa foto. Yo tampoco entendí, sólo me gustaba él.
Mi abuelo fue malo conmigo, me pegaba con el bastón, gruñía y era definitivamente machista, así es que como yo fui nieta y no nieto, pues a mí nunca me prometió dejarme nada. Sus grandes haberes eran una escopeta, un reloj de oro con cadena y un bote con monedas de oro que nunca nadie vio pero que él juraba que lo tenía. Delante de mí les prometió a mis primos sus tesoros para después de su muerte y quién sabe por qué azares del destino el reloj lo tiene mi hermano y la escopeta alguno de mis primos; el bote con monedas de oro, por supuesto, no existía.
Mi abuelo no lograba descifrar si la televisión era real o eran imágenes por lo que se instalaba a ver los toros los domingos y a dialogar con el comentarista: buenas noches señor a usted también, salud con nuestra cerveza Corona, sí una gran faena tiene usted razón.... y así. Los nietos nos sentábamos en el suelo a verlo a él, los toros no nos interesaban, pero le ayudábamos a gritar Ole!!! de vez en vez.
Mal abuelo, mal padre, mal esposo y, eso sí, muy macho, como hombre de su tiempo.

Cuando tenía ya quince años muerto le dio por meterse a mis pensamientos, ¿cómo?, pensaba yo, si yo nunca lo quise, ¿cómo es que pienso en él tanto?, ¿cómo es que su imagen no se va de mi cabeza?, triste imagen, con su sombrero de hongo caído de lado y con esa mirada que ya no era ni de machito, ni de malo, sino de súplica.
Resolví que tenía que rezar por él para que pasara por el puente o el túnel o lo que sea y encontrara la paz, entendía yo que no había llegado a ella y también entendí que nos purificamos aquí o al otro lado, pero hay que entrar limpios de alma y así empezó mi martirio de orar por él aunque los rencores me obligaban muchas veces a desandar lo andado.
Fui constante y, durante la constancia, lo entendí y lo perdoné: un hombre de su tiempo nada más.
Después un día lo olvidé y él ya no estaba en mis pensamientos hasta que una noche y en medio de una terrible pesadilla en la que mucha gente me perseguía para matarme, salió él de entre la turba y ya no traía su sombrero de hongo por un lado porque estaba radiante con una camisa blanca que brillaba; su tez sonrosada, su sonrisa amplia y sus enormes brazos que me abrazaron para sacarme del peligro. Aún recuerdo su abrazo y también entiendo por qué me gustó tanto esa foto un día, porque ese del final, el sonriente, el amoroso era el de la foto que tan celosamente guardaba mi papá.

3 comentarios:

  1. Su linaje genético persiste a nuestros días. Checa a todos los Olalde's (hombres y mujeres) y veras muchos rasgos de ese comentario de "machista" ja ja ja ja

    El bote de centenarios, se los quedó tu abuela "Doña María" y no era escopeta, era una carabina, "ochavada" (cañón de ocho aristas) calibre 30-30, la tiene mi hermano Pepe (con la cual ha cazado muchos venados).
    Prima, muy bonita publicación, me sirve para justificar mi conducta (ja ja ja ja )
    Al final de todo, la sangre llama.

    Abrazos y besos desde Mazatlán ! !

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