Acabo de leer este libro, desde luego, por el título. Mi curiosidad por lo sobrenatural es muy grande, me encantan los programas de los psíquicos que ayudan a resolver crímenes, de los sucesos paranormales y, desde luego, los de las personas que mueren clínicamente y son después resucitadas y narran lo que les sucede. Generalmente hablan de la luz, de la paz, de que reencuentran a seres queridos ya muertos, de que no quieren regresar y de que, al regresar, ya no temen a la muerte y su vida cambió significativamente. De todas las cosas que yo investigo en este terreno hay una que me da horror y es la reencarnación porque, digo yo, si ya la vida es bastante difícil y hay una vida espiritual plena ¿para qué tenemos que regresar como si no hubiéramos pasado por todo esto? Sin embargo, en uno de estos programas una mujer que muere ve a su abuela y ella le dice que regrese, que no es su hora todavía y que ella también va a regresar porque en vida no aprendió lo que tenía que aprender. Estamos entonces en la escuelita, eso entiendo.
Mario Mendoza plantea, a través de un escrito del siglo XIV, que hay quienes ante la Inquisición han declarado que son del reino de Satanás y que Dios y el Diablo son iguales, sólo que uno es el Rey de las Tinieblas y otro el Rey del Cielo, por lo que el Infierno sí es un lugar y es este mundo. Recuerdo entonces la película mexicana El Infierno y no hay mucho que reflexionar porque el infierno que nos han pintado siempre podría estar mejor que esa realidad nuestra retratada en la película.
Y aún más... los seres humanos que optan por la maldad y lo que aprenden es a ser abusivos, corruptos, ladrones, asesinos y demás, han optado por el Reino de este Mundo y regresarán eternamente; mientras que los que luchan contra la maldad y se mantienen honestos pues llegarán al otro reino al morir.
Estoy de acuerdo en que vivimos en un mundo en el que impera la maldad en muchas formas, con violencia, con agresiones y también con grandísimas omisiones porque maldad es también vivir en mi mundito cómodo sin hacer nada por los seres humanos a mi alrededor que se la pasan muy mal en todos sentidos.
Yo no lo sé de cierto. Nada sabemos en realidad.
Hoy recuerdo a mi abuelita diciéndome: "mira hija, yo no sé si sea cierto lo del cielo y el infierno, pero de que aquí pagas lo que haces, de eso sí estoy cierta y también de que aquí cosechas lo que siembras"
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