No es común ver buen cine en este lugar del país, lo cual es un tormento para los cinéfilos como yo, y es por eso que no puedo dejar de hablar hoy de una excelente película que en inglés se llama The age of Adeline porque las profundas reflexiones sobre nuestra naturaleza humana, que aparecen en la pantalla, son verdaderamente memorables.
Así entonces, y sin pretender arruinarles la función a quienes no la han visto, le cuento que Adeline obtiene el don de no envejecer nunca, ¿el don? Ella luce a los 50 y a los 70 y a los 80 como una chica de 25 años, bellísima por cierto. Y hasta ese momento digo: ¡vaya! el sueño de muchas mujeres hecho realidad y lo verdaderamente real es que sólo el sueño es real y de ese sueño se aprovechan los vendedores a través de sus hábiles publicistas; todos sabemos que basta ver la televisión un rato para sentir el verdadero acoso de quienes venden cremas antiarrugas, colágeno untado, bebido o como sea para no envejecer, vitaminas y compuestos de todo tipo para conservarse joven, y luego está la realidad de las y los que creen que el sueño dejará de ser sueño: costosos tratamientos de belleza en "clínicas especializadas", tónicos de la eterna juventud, pomadas, injertos y de lo que sea para ocultar la calvicie, aparatos de ejercicio, gimnasios... y aquí pueden decirme: lo de los gimnasios es bueno porque es por salud y yo me pregunto ¿cuántas personas van al gimnasio sólo por salud y ni siquiera piensan en eso de "usted se verá... como la Barbie y el Kent? Creo que muy pocas porque la publicidad, amplia y tercamente, se encarga del binomio salud+belleza=eterna juventud. Y ya la verdad ni para qué hablar de las cirugías estéticas para que queden tan hermosas las personas que ni ellas mismas se reconocen en el espejo y viven temporalmente su fantasía, temporalmente, por supuesto.
Adeline tiene que huir durante toda su vida y cambiar de identidad porque los científicos saben que el sueño de la eterna juventud es sólo eso: un sueño; pero cuando lo descubren hecho realidad en una persona que debería verse vieja por la fecha en la que nació, pues quieren estudiarla como a fenómeno de circo. Adeline quisiera enamorarse como todas las personas quieren, pero ¿cómo le hará si el novio se empieza a hacer viejo y ella sigue igual? Adeline quisiera vivir al lado de su hija sin que la hija se vea como su abuela. Adeline quiere envejecer como todo el mundo. Adeline vive mucho, pero no tiene una vida.
Esta película me recuerda una novela de Saramago: Las intermitencias de la muerte (de la cual ya he hablado alguna vez en este blog) y en la que se narra la historia de una sociedad en la que de un día para otro ya nadie muere y al principio todos felices como la Adelaine de 40 años con apariencia de 25, pero después ya urge que se mueran los más viejitos, los más enfermos y hasta los más sanos porque la vida social, familiar, económica y personal ha quedado totalmente trastocada y el sueño imposible de no morir se convierte en una pesadilla.
Hoy me lleva a profundas reflexiones esta película como en su momento lo hizo el libro de Saramago porque yo también he tenido ese tipo de sueños: no quiero envejecer, no quiero morir, no quiero sufrir, no quiero duelos, no quiero enfermarme... y lo que en realidad son nuestros "no quiero" es algo tan simple como "no quiero vivir", con todo lo que implica la vida misma con su principio, sus intermedios y su fin.
Hay razones de fondo en el curso natural de las cosas y qué bueno que son falsas las promesas publicitarias de juventud, belleza y demás; ojalá nunca nos convirtamos en personajes de cine o de novela y tengamos que vivir las terribles consecuencias de nuestras fantasías.
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