Para mi amigo Carlos
Platicando con mi amigo Carlos sobre nuestras experiencias profesionales me hablaba él de Procusto , personaje de la mitología griega que era un sádico bandido que había construido en su casa una cama de hierro, entonces salía por las calles e invitaba a cenar a quien encontrara; después de la cena los acostaba en la cama de hierro y las personas tenían que dar el tamaño de la cama a como diera lugar, o sea, si les sobraban los pies se los cortaba, o bien, si eran más cortos que la cama los estiraba hasta descoyuntarlos.Hablábamos del Sistema Nacional de Investigadores, aunque esto aplica también a los “perfiles” de profesores universitarios que rigen en nuestro país, porque resulta que las normas dicen que el profesor tiene que ser también investigador y el investigador profesor, además deben ser escritores académicos y publicar en revistas arbitradas por unos Procustos y , en fin, tener la medida exacta de unas normas arbitrarias para poder calificar y acumular los puntos necesarios que finalmente les darán un estatus, una plaza y un salario.
Mi padre decía, con sobrada razón, que había “maestros pozo” y “maestros fuente”, los primeros estaban llenos de conocimientos, pero no había manera de que los enseñaran a los alumnos porque eran discapacitados didácticamente, y los segundos podían no ser tan sabios pero tenían gran capacidad para la enseñanza. Yo creo que todos hemos tenido de los dos ejemplos de maestros y es bien explicable por los tipos de personalidades que existen entre los seres humanos, por lo cual es inconcebible que el introvertido pueda dar maravillosas clases o que el más sociable pueda pasar horas de solitaria investigación y además, que ambos sean escritores y que den conferencias, y que aporten a su país y a la humanidad en todos estos aspectos.
Yo abandoné hace tiempo la cama de hierro de Procusto porque he estudiado mucho, tengo dones para la docencia, pero definitivamente ya no tengo ganas de estudiar un doctorado ni de hacer investigación de tipo académico para poder publicar en revistas arbitradas por nerds, entonces tengo ahora la libertad de ser del tamaño y de la forma que soy sin tener que darle gusto a nadie, pero tengo también el castigo de Procusto: no tengo un salario ni menos tengo esperanzas de una jubilación de tipo económico, ni de seguridad social, ni de servicios médicos, ni nada. Confieso no haber elegido mi situación por valentía sino por rebeldía.
Entiendo las razones humanas y lógicas de quienes están en la cama de Procusto y también entiendo que Procusto era un torturador.
Por eso la admiro, x rebelde con causa..sin embargo no todos los mortales podemos darnos ese lujo... yo lo lograre pero mientras tengo q estar en la cama de procusto
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