Las sillas vacías de la Navidad
Teníamos organizado un programa: el que decía palabras, el teatrito que hacían los niños, los regalos de broma, los regalos de no broma y antes de la cena la oración en la que alguien de cada familia daba gracias a Dios por lo que había pasado en el año. Con la partida de mi padre esa fiesta terminó.
Cada vez las reuniones en diferentes casas eran más pequeñas, faltaba alguien más por muerte o separación voluntaria y sé que mis hermanos, mis primos, mis sobrinos y los que estuvimos en esas Navidades recordamos con melancolía "aquellos tiempos".
Sin embargo, de aquellos tiempos a éstos hay nuevos personajes en cada pequeño grupo: hay niños pequeños, hubo bodas y nuevos primos, amigos reencontrados con el tiempo (y en el facebook, claro)
y las sillas vacías vuelven a estar ocupadas. Todos y cada uno hemos vuelto a retomar la esencia de aquella celebración: reunirse, estar felices, reír a carcajadas, abrazarnos y dar gracias a Dios. Ahora mis primos viven lejos y también mis hijos, el destino de cada quien nos ha dispersado en la Patria y fuera de ella y ahora amamos el internet y todas sus posibilidades para vernos en fotos y en conferencias de skype. Nunca volveremos a reunirnos todos aquellos del tiempo de las "Navidades de mi Papá", pero nunca perderemos estas ganas de vernos para comer y beber juntos y con todo el corazón desearnos lo mejor, abrazarnos en persona y por face y por skype.
Como yo estoy cierta de nuestra esencia espiritual puedo percibir en nuestros ahora pequeños grupos navideños el calor de la compañía de los que viven en otras estancias, de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros tíos y de nuestros amigos que fueron contemporáneos pero emprendieron antes el camino del cielo que sigue. Y hoy, por esta magia del internet quiero abrazarlos a todos y reír con ustedes y comer y beber juntos desde cualquier lugar en donde estemos, porque eso que se llama el espíritu navideño no puede ser más que esto: la alegría de reunirnos para estar felices.