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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

viernes, 11 de noviembre de 2011

La mujer invisible


Cuando me vine a vivir a Chiapas mi padre, que aún vivía, se llenó de tristeza. Dicen que tenía un mapa de México donde marcó la distancia entre la Ciudad de México y San Cristóbal de Las Casas y solía recorrerla con el dedo para sentir menos la lejanía. Mi nieta Natalia se fue a vivir a Uruguay recientemente y hoy estoy haciendo yo un mapa mucho más grande que el de mi papá para unir la gran distancia con una línea imborrable, porque cada vez que la recuerdo me lleno de tristeza, cada vez que cocino brócoli (que es su favorito) lloro en la cocina. Cada vez de Nati en mis recuerdos.

La última vez que nos vimos fue en el verano pasado, aquí en Chiapas y durante ocho inolvidables días. En ese entonces sellamos el pacto de nuestras semejanzas: nos gusta lo cursi y lo sentimental, nos gustan los libros, las dos somos escritoras, nos gusta cenar frente a la tele y también nos gustan los mismos collares, pulseras y perfumes; por otro lado, nos chocan las Barbies y que la gente no nos demuestre que nos quiere. También nos amamos en nuestras diferencias: a Nati le gustan los disfraces como a su prima Poli y a mí no, a las dos les gustan el circo y las ferias y a mí no, pero a las tres nos encanta jugar a las comiditas con los muñecos y tener muchos trastecitos y también nos gustan los zapatos rojos (bueno, bueno… y pensar que yo me reía de las abuelas cuervas enamoradas de sus nietos).

En esos días Nati me dio una gran lección. Yo le estaba contando de uno de mis libros favoritos: El hombre invisible, porque desde niña tuve la fantasía de ser invisible a ratos. Le pregunté qué haría ella si fuera invisible y le gustó la idea de imaginarlo. Entonces empezó su relato para todos los que allí estábamos, su mamá, su hermano, Pedro y yo y decía así: Si yo fuera una mujer invisible entraría a la tienda más grande de juguetes del mundo y entonces buscaría el juguete que más me gustara, el más bonito, luego vería el precio, dejaría el dinero en el mostrador y me llevaría el juguete a mi casa. Al unísino la pobre Nati tuvo que oír todas nuestras voces diciendo ¿Y entonces para qué quieres ser invisible?

Nati se quedó confundida, ¿avergonzada quizás?, cuando en realidad los avergonzados debíamos de ser todos los demás por estar sugiriendo el robo, por creer que la ganancia de ser invisible era poder robar. Nati entonces dijo que también podía jugar a cambiar las cosas de lugar para que la gente se divirtiera buscándolas. Para ella la emoción de ser invisible era la experiencia misma y no el poder robar.

Gracias pequeña Nati. Naciste sellada con la bendición de la bondad.

3 comentarios:

  1. QUE BUENO QUE PUEDO ESTAR CERCA DE MIS HIJOS Y AHORA CON MI NIETA *ZOE* YA QUE ENTENDI MUY BIEN LO EXPRESADO POR MI TIO AURELIO (MI TONAL) CUANDO ME DECIA QUE LA FAMILIA ES MI FUERZA Y AHORA EN EL *SHANGRILA* DONDE ME ENCUENTRO AUN MAS

    ME GUSTA TODO LO QUE ENVIAS Oleeeeeeeeeeeeeeeeee

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  2. Jorge Luis Olalde E.12 de noviembre de 2011, 10:09

    Yo también quiero ser invisible, ara poder cambiar muchas cosas que no me gustan de esta vida, que me tienen hasta la madre.


    PD. Ramón que temprano te levantas. Estoy viendo la hora de tu comentario y creo que todavía esta oscuro. ja,ja. Un saludo a todos.
    Por acá Don Chevo muy estable como dice el "ni empeodo y ni me jodo"

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  3. Hola!!.Bonito relato..Pregunto: ¿cómo reaccionaría la pequeña Natalia al cuento del MAGO DE OZ?, ¿qué encontraría ella al final del arco-iris?..

    Gracias Lupi..

    saludos del Primo Rafa desde Cuernavaca

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