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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 20 de diciembre de 2014

El grinch y los pastores



Confieso ser el Grinch de la Navidad, si va a haber Navidad pues sería bueno que cayera nieve pero que todo el mundo tuviera resguardo con calefacción y que hubiera buenísima cena para todos, también que no fuera el día del pretexto para juntarse con quienes queremos y hacer fiesta porque fiesta puede haber cualquier día y eso de que nos perdonamos y nos amamos porque es Navidad pero mañana ya no, pues es algo horrible.
Pero vamos a lo de los pastores, porque los pastores de Belén son un importante elemento de la Navidad y los pastores eran gente muy pobre que vivía de criar animales y pasaba hambre y frío. Atrás de mi casa vive una familia como la de aquellos pastores, son el padre, la madre y doce hijos, la más pequeña tiene 4 años; son indígenas tzotziles y van a la escuela los más pequeños aunque dice uno de ellos que dos de sus hermanitos no aprenden nada porque no hablan español y ya la maestra les dijo a los otros que si no les enseñan a hablar bien pues que mejor ya no vayan; por cierto, Raquela hace tres semanas me dijo que no estaba yendo a la escuela, no quería decir por qué pero uno de sus hermanos dijo que porque ya no tenía zapatos.
Cuando yo era niña las cartas a Santaclós eran elegantes y sofisticadas, mis hermanas y yo pedíamos juguetes de moda, muñecas con todo y ropa extra, una televisión para nuestra recámara, y no todo nos llegaba pero sí eran verdaderos regalos como para hacernos felices. Desde entonces yo me di cuenta de que a los vecinos, que eran muy pobres, Santaclós les traías cosas horribles como calcetines o un lienzo de tela para que su mamá les hiciera ropa. A mis 7 años de edad confronté a mi abuela y ella no se andaba con miramientos: ¿Santaclós existe?, no hija, tus padres compran todo. Con razón abuela, a los niños pobres les dan cosas que ni piden y ni quieren. 

 
Los pastores de Belén estaban contentísimos porque pudieron acercarse de cuerpo presente a la presencia de Dios y tenían tan gran gozo que no sentían el frío del invierno ni el hambre de los estómagos vacíos ni la tristeza constante de su precaria vida. Me apena mucho pensar que para los niños pobres que viven atrás de mi casa la presencia de Dios pueda ser un par de zapatos nuevos, porque yo no coopero nunca para el Teletón ni para las becas de jóvenes, ni para las operaciones de ciegos ni para nada de lo que me piden en los supermercados y a través de la televisión y hasta en el cine. No coopero porque creo firmemente que buena parte de ese dinero se lo roban los corruptos de este país. Mejor compré muchos pares de zapatitos para los niños tzotziles, esos son los que Dios puso en mi camino, ellos son mi obligación y mi gozo. Me sigue dando mucha pena siempre lo de los pastores de Belén y me debería alegrar porque estaban contentísimos con sus zapatos nuevos, brincaban, bailaban y corrían; al día siguiente vinieron por nosotros para acompañarnos a pasear a los perros porque ya todos teníamos zapatos.
Dicen que en la Navidad ocurren milagros y la verdad es que los milagros ocurren todos los días y a veces ni nos damos cuenta porque no son los que pedimos. Yo aprovecho de todos modos para dar gracias por mis milagros cotidianos: el internet que me conecta tanto con la gente que quiero que me siento acompañada y amada, gracias Dios y gracias amigos y familia todos (sumemos aquí el whatsap y los inbox del face), gracias por los hijos y el marido que tengo, y la casa, y la comida, y la ropa, y las vacaciones, y todo lo que ni pido y sí tengo.
¿Peticiones? A ti Dios Padre que eres el único que puede hacer milagros pues te encargo este país sangrante, herido, un país que parece enfermo terminal y que está dentro de mi alma como el más profundo de mis cariños.
Amén y Feliz Navidad

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