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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

viernes, 17 de abril de 2015

La mujer del policía



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La semana pasada en una carretera del estado de Jalisco 20 policías fueron emboscados por el Cartel Jalisco Nueva Generación y 15 de ellos murieron. Los otros continúan graves y hospitalizados. Esta noticia, cierto es, no es tan fuerte ni causa un escándalo como el de la muerte de los 43 estudiantes, que eran población civil o de otros muchos civiles asesinados en el país.
En un noticiero me enteré de que
las mujeres de los policías se quejaron ante la sociedad civil de que a sus maridos, muertos en el cumplimiento de su deber, nadie los lloró, nadie los reclamó ante el Gobierno y parece ser que a nadie le importan. Una cosa es definitva: el policía y la familia del policía ya saben que están arriesgando siempre la vida y la población civil, obviamente no.
Lo que me llama la atención desde siempre es cómo la mujer del policía, así como la mujer del narco vive en la más completa ignorancia de las reales actividades de sus maridos y, si llegan a sospechar o a escuchar o a saber algo lo niegan porque psicológicamente no podrían soportarlo.


Desde que mis hijas eran pequeñas yo siempre les dije: si hay un policía y un ladrón, mejor corran hacia donde está el ladrón porque de los policías no nos podemos fiar. Los he visto borrachos, drogándose, robándole al pueblo con extorsiones y, desde luego, liándose con los narcos para sus fechorías. Policías fueron en efecto los que entregaron a los 43 niños de Ayotzinapa a los narcos que los mataron y es posible que las mujeres de esos policías no puedan aceptar que fue su marido uno de ellos, debe ser exageración, debe ser mentira, deben ser otros policías.
Desgraciadamente habrá algunos buenos policías porque personas buenas siempre hay, pero ante la miseria que estamos sufriendo en el país, hasta los más buenos pueden caer en la tentación del dinero fácil por hambre, como los sicarios que ahora florecen por todos lados; el sueldo del policía no es nada bueno, no alcanza, ellos son pueblo y son pobres como todo el pueblo. No pretendo justificar que por eso sean malhechores, pero sí quiero subrayar que los principales asesinos son nuestros gobernantes y que el hambre es algo muy serio y genera conductas irracionales y tan malas que la mujer del policía las ignora.
La mujer del narco no es muy diferente, sólo que tiene económicamente todo lo que quiere y a veces ni tanta riqueza con un marido más bien sonso las hace pensar que puede haber negocios oscuros detrás de todo aquello; ellas más bien disfrutan de los placeres económicos que tienen y eso es todo. 
Me dio pena de verdad ver en la tele el velorio de los policías, con las mujeres y los hijitos llorando amargamente por un buen papá y esposo que murió valientemente, pero la verdad es que algún lío se traerían con los narcos porque si no, no habría habido enfrentamiento.
Deduzco entonces: La mujer ideal del policía es la humilde analfabeta y la del narco la tonta elegante. 
 

 


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