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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 2 de abril de 2011

La niña del columpio

Figurilla de la colección del Museo Rufino Tamayo
(tomada de la web del Museo)


A mi papá le gustaba mucho la historia prehispánica y era fan del Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México. Le gustaban las pequeñas estatuillas que los indígenas de antes nos dejaron como un legado enterrado que poco a poco fue saliendo a la luz. Vio y disfrutó jaguares, dioses, diosas de la fertilidad, danzantes y a muchos más, pero murió sin conocer a la niña del columpio.

La niña del columpio está en el Museo Rufino Tamayo de Oaxaca. Allí la vi y me enamoró para siempre. Es una niña azteca de barro columpiándose, es una estatuilla magnífica que ahora puede ver el público, pero que Don Rufino se guardó en su colección privada durante toda la vida para contemplarla él solo, yo creo que pensaba que él era el único mexicano capaz de apreciar las obras de arte. Muchas otras cosas vi en ese museo, todas fuera de lo que hasta entonces conocía (y me jacto de conocer todos los museos arqueológicos de los lugares del país en los que he estado). Había personitas de barro en camas, mujeres pariendo, dioses nuevos, guerreros desconocidos. Todos maravillosos.

Salí maravillada y furiosa porque, por la corrupción de un pintor millonario y quienes le consiguieron las piezas, mi papá no pudo conocer nunca a la niña del columpio. Y eso que las piezas arqueológicas son propiedad de la nación. Pero esta pobre nación no es más que un nombre que se lleva y se trae aquí como trapeador, por eso también nuestros políticos muy ufanos dicen “si no cumpliere, que la nación me lo demande (ja ja ja)”. El problema es que la nación somos todos y aquí seguimos, calladitos y además aplaudiendo a los Rufinos que hacen un hermosísimo museo para el país con lo que ellos decidieron dar de sus colecciones priva-robadas a la nación.

Otro ejemplo: el Museo Amparo de la Ciudad de Puebla. Yo, a la salida de la alucinante visita, expresé en el libro de comentarios mi indignación por la desvergüenza de robarse de esa manera el patrimonio nacional para encima hacer después alarde de que son “benefactores” de la nación, que “comparten” con el pueblo su tesoro. Sí, con un tonto pueblo que en un libro de visitas de éstos se desvive escribiendo alabanzas y dando las gracias de que les dejan ver una parte de lo que siempre ha sido suyo.

No quiero hablar ya de muchos otros museos y colecciones “privadas”. Esto me ha saltado hoy de nuevo a la conciencia por el bombardeo de publicidad del Museo Soumaya que también tiene piezas prehispánicas, unas de ellas pertenecían a Rodolfo Stavenhagen, un alemán que llegó como inmigrante a México durante la Segunda Guerra Mundial y luego se creyó que lo del patrimonio de la nación era de su propiedad; después donó a la UNAM su famosa “Colección Stavenhagen” y en vez de meterlo a la cárcel le dieron las gracias.

No entiendo. No entiendo. No entiendo.

En fin, lo único que se me ocurre en este momento es algo así como las mañanitas mexicanas de “Des-pier-ta-na-ción-des-pier-ta”

4 comentarios:

  1. Bueno, por lo menos puedes estar contenta de que tú si has ayudado a rescatar el patrimonio nacional. ¡Imposible olvidar el súper rescate de las tumbas de Salsipuedes! ¿Te acuerdas? Besos

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  2. Me gusto este articulo, es cierto nos roban y después les tenemos que estar agradecidos de que compartan lo robado. Si es indignante, pero que mas decir de los museos extranjeros que tienen tantas piezas mexicanas, y como fueron a dar allá? Debieran ser reclamadas y devueltas al pueblo.

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  3. La realidad es que el dinero del país no alcanza para preservar toda la riqueza cultural que tenemos y tal vez en las manos de los "coleccionistas" privados se han podido preservar y mostrar ahora, si da coraje saber que hoy mismo no podamos apreciar todo lo que sigue habiendo en colecciones privadas dentro y fuera del país y otro ejemplo para tus frustraciones lo tenemos en el museo Anahuacalli de Diego Rivera para mi el mayor ladrón de arte prehispanico.

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  4. Es interesante tu perspectiva, pero hay un pequeño detalle a mencionar: el mismo Tamayo expresó su preocupación por el saqueo de las obras prehispánicas y decidió comprar las más que pudo para evitar que salieran del país, digamos que -aunque no fue la manera más ortodoxa- combatió fuego con fuego.
    Siempre he defendido la exigencia de que el Museo Británico de Londres devuelva los frisos de la fachada del Partenón a Grecia, de la misma manera que el Museo Nacional de Antropología e Historia debería regresar a Oaxaca los objetos encontrados en las Tumbas de Zaachila, y quizás ahora deba añadir que el Museo de arte Prehispánico "Rufino Tamayo" debería regresar sus piezas a sus ciudades de origen. Aunque en su momento fue lo mejor que se le ocurrió hacer al pintor y -no porque yo sea oaxaqueño- quiero creer en su buena fe. Saludos.

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