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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 30 de abril de 2011

Yo quisiera ser Kate...

para que me bese el príncipe en el balcón...





El tema de esta semana no puede ser nada más ni nada menos que “La boda real” alrededor de la cual todos los medios televisivos y de publicidad lucran abundantemente porque un enorme porcentaje de la población mundial siente necesidad de ver todo el espectáculo: a la novia en el coche con su padre, al bajarse del coche y lucir el vestido tan especial, al novio en su atuendo de príncipe, la alfombra roja, los invitados selectos, las grandes personalidades, los obispos, los otros reyes y príncipes del mundo… en fin.

Esta historia de la boda tiene el enganche de las telenovelas que es bien simple, se llama “la identificación con los personajes”. Así, muchas mujeres en el mundo fueron el día de hoy la princesa y, mientras pensaban que solamente la admiraban, de hecho estaban viviendo las emociones que creen ella tenía en todo momento. Estuve leyendo en internet un comentario sobre las telenovelas que hace Fernando Gaitán, guionista colombiano creador de la famosa “Betty la fea” y, hablando del gran poder de identificación de las telenovelas, dice que éstas logran mantener a un auditorio cautivo, incapaz de hacer cualquier otra cosa mientras dos personajes se besan porque la gente cree en la telenovela como quiere creer en el amor. Hoy, más que sorprendida, vi en la televisión a los miles de personas que esperaron abajo del balcón del Palacio para ver cómo se daban un beso los nuevos esposos reales. Guauuu!!! Y eso que fue un beso absolutamente inglés, o sea que creo que ni se tocaron las bocas (véase foto).


Para las telenovelas y los shows de las vidas de las princesas no hay variedad de tramas ni de guiones, siempre es lo mismo: el mismo principio y el mismo final. De hecho, si hemos visto o vemos alguna telenovela sabemos perfectamente desde los primeros capítulos en qué va a terminar, no hay historias no vistas, no hay más que historias antiguas y muuuuy antiguas. Precisamente Gaitán dice algo muy interesante y es que son sólo seis las historias que sustentan al melodrama de la TV: La Cenicienta, Romeo y Julieta, El príncipe y el mendigo, Cumbres borrascosas, Crimen y castigo y Madame Bovary. ¿Verdad que sí son realmente viejas las historias que vemos?

Volviendo a lo de la identificación, que es algo que me parece sumamente interesante, yo siempre la he visto como una evasión de la realidad, por un momento sueño despierta y el melodrama que sigo me protege de la realidad. Sin embargo, también son los personajes un modelo anhelado porque, aunque la protagonista se pase el capítulo llorando en un sillón o caminando por la calle, todo en ella es atractivo para el público: la ropa que usa, su lenguaje corporal, cómo llora, cómo habla, cómo responde, cómo sonríe… Esto pasó a nivel mundial el día de hoy con Kate y su novio el príncipe azul (que más bien era rojo).

Hace tiempo tenía yo una chica que me ayudaba en la casa y vivía con un hombre que la maltrataba, por más que yo la hacía entrar en razón para que lo dejara, pues no me hacía el menor caso y era lógico, porque era su vida y no la mía. Una tarde mientras planchaba lloraba tanto que no necesitaba rociar la ropa, con sus lágrimas era suficiente; ese día le pregunté qué pasaba y me dijo que ya estaba harta del hombre. ¿Y ya lo vas a dejar por fin?, le pregunté. No lo sé, señora, déjeme seguir viendo la telenovela porque si la güerita esa a la que le ponen los cuernos deja a su marido, yo también voy a dejar al mío.

FIN

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