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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

lunes, 20 de febrero de 2012

DE MEMORIA


Analizando con mis alumnos esta semana las maravillas del funcionamiento y los vericuetos de nuestros cerebros hablamos de la memoria. Primeramente de la memoria visual porque la tragedia de escribir sin ortografía y con mala gramática tiene mucha compostura cuando se lee diario ya que nuestro inconsciente, más listo que nosotros, capta y guarda las imágenes de las palabras bien escritas; pero hay que nutrirlo.

Cuando hablábamos de la memoria auditiva recordé una anécdota que en algún libro leí y que me parece fascinante. Esta es la historia de un director de orquesta que por primera vez va a dirigir un concierto desconocido para él y empieza a trabajar arduamente en el primer ensayo con todos los músicos y va todo bien, sus ojos se desplazan por la partitura hasta que entra el solo del cello y entonces… se da cuenta de que sus ojos ya no ven las notas porque los tiene cerrados y sabe de memoria toda esa parte que además lo llena de una sensación de dulzura, de magia y de quién sabe cuántas cosas maravillosas. La mamá del director de orquesta es ahora una cellista retirada y él va a visitarla para contarle el acontecimiento; ella sonríe encantada y le dice: hijo, cuando yo estaba embarazada de ti toqué ese solo de cello muchas veces hasta que lo pude hacer a la perfección, tú estabas en mi vientre y la madera del cello se recargaba en mí y en ti. Eso sucedió y ahora lo sabes de memoria tú también.

Mis alumnos quedan azorados, y yo también. Entonces esa tarde busqué en internet un disco que me recordaba a mi mamá, era un disco de Sarita Montiel que ella escuchaba tooodos los días y del que yo recordaba sólo una canción que dice: Fumando espero, al hombre que yo quiero, tras los cristales de alegres ventanales… y ya, es todo lo que yo sabía. Encontré el disco y desde que vi la foto de la portada recordé a mi madre y el tocadiscos a todo lo que daba en mi casa de la calle de Muitle y a mis hermanas y a mí bailando español y olé! con Sarita Montiel; así es que simplemente volver a ver la foto de la portada activó en mí las conexiones cerebrales de las que tanto hablamos mis alumnos y yo. Lo compré de inmediato porque ahora existe para mí la maravilla de “bajar música de internet” y empecé a cantar todas las canciones, letra por letra y a bailar también los bailes que mis hermanas y yo inventábamos y recordé al hijo de la cellista sabiéndose cada nota y me vi a mí misma sabiéndome todas las palabras de todas las canciones y esa tarde mis redes neuronales a quienes les estoy profundamente agradecida me trajeron de nuevo a mi madre y su música y a mis hermanas y nuestros bailes y a la casa de mi infancia.

Reflexiono hoy sobre lo que mis hijos recordarán de mí en el momento en que les haga click el cerebro con algún estímulo. Ojalá sean cosas tan buenas como la música de mi mamá.

3 comentarios:

  1. Muy bonitos recuerdos como los que yo tengo de Doña Hortensia y Don Ramon que estan Siempre en Mi Mente

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  2. Buenísimo tu relato. Yo tengo "olores" que me recuerdan a mi mamá, amen de las auditivas y visuales. Pero ( todo tiene un pero ) llegas a una edad que ya no recuerdas nada o muy poco. Es el caso de mi papá que en dos semanas (5.III.2012) cumple 99 años y a veces que me llegan los recuerdos le comparto lis míos y le pregunto; te acuerdas de esto y/o aquello y me contesta no, no me acuerdo y se siente un poco de tristeza, pero estoy seguro que algunos recuerdos debe tener allá en los confines de su memoria y que no quiere compartirlos. Conclusión intervienen los cinco sentidos en el poder de la memoria. Un abrazo a toda la parentela.

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  3. Mi querida Lupita:

    Siempre el recuerdo del sonido de los pinos frente la ventana, agitados por el viento puede taerme el recuerdo de tardes de compartir los buenos y malos recuerdos contigo, pero sin duda entrañables.

    Con aprecio:

    Laura

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