Datos personales

Mi foto
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 4 de febrero de 2012

Fue un domingo


Fue un domingo, un domingo de hace muchos años porque yo era niña e iba a misa con mis papás en la parroquia de la colonia Nueva Santa María. Lo bueno de la misa era que a la salida nos daban 1 peso para que compráramos y siempre había qué, si no eran algodones de dulce eran juguetitos o helados de barquillo; frente a la parroquia estaba un gran parque y allí pasábamos un rato mientras comprábamos y jugábamos. Era la infancia, la del México de antes. Pero esta historia no se refiere al México de mis recuerdos sino a mi primera gran desilusión sobre la generosidad y la misericordia con los desamparados porque resulta que ese día había un pobre ciego a la salida de la iglesia, con sus lentes oscuros, él todo roto y mugroso y deteniendo en la mano un bote de lámina en el que hacía sonar una moneda y decía, con aquella cara lastimosísima para mí: Caridad para este pobre ciego. Entonces fue. Entonces yo, sin pensar nada más fui a echarle a su bote mi peso del domingo y me quedé sin comprar nada pero muy satisfecha, muy mística yo como siempre. Sin embargo, nuestro coche quedó a espaldas de la iglesia y caminamos a buscarlo para que yo ¡horror!, me encontrara al ciego leyendo el periódico. No dije nada pero me fui llorando en el camino de regreso y cuando mis padres preguntaron qué pasaba mis hermanas les dijeron: es que la tonta le dio su peso a un ciego que no era ciego. Fin de mi misericordia. Aprendizaje de la desconfianza.

Recuerdo esta historia porque ahora resulta que en todos lados me piden dinero para operar de los ojos a los ciegos (precisamente) y en el cine tengo que ver los comerciales de esos que te quieren hacer sentir culpable porque si no cooperas en la dulcería la pobre gente se quedará ciega, y luego en la caja automática del banco tienes que ayudar a los que quieren estudiar carreras técnicas porque no tienen con qué y si no lo haces, pobre gente, acabará pidiendo limosna y, para acabar con la delincuencia en el país también hay que dar generosamente para que los niños de las escuelas públicas tengan computadoras, para que los discapacitados del Teletón vuelvan a caminar y en el supermercado me piden que si quiero “redondear” mi pago quién sabe ya para quienes porque ni escucho, solo digo: NO.

Pues bien, sé que por cada cooperación que yo dé a los desamparados y discapacitados de mi país debo obtener un recibo para deducción de impuestos, pero como son 5 pesos pues ni me lo dan ni lo pido, pero cuando un millón de 5 pesos se juntan quien deduce impuestos es Cinépolis, es Televisa y es cualquier otra empresa tranza que chantajea con el dolor de los demás para su propio beneficio. Yo no entiendo de verdad cómo en este país hay gente que se deja engañar de ese modo, con la corrupción en la que vivimos, ¿quién asegura que el dinero llega a los desamparados si los mismos gobiernos han sido capaces de robarse la ayuda humanitaria de otros países en nuestras situaciones de desastre? Y una consideración más, ¿en qué se usa el dineral de los impuestos de todos nosotros? Bueno, en darles sueldos millonarios a los diputados por ejemplo, como si de verdad trabajaran para el pueblo y en tantas fortunas amasadas por unos cuantos, no olvidemos que tenemos en nuestras manos la presea del siglo: nuestra nación tiene al millonario más grande del mundo!!!! Bien!!!!

¿La oportunidad de ayudar y no ser mala onda con los que están peor que yo?, pues a la vuelta de la esquina: págales bien a tus empleados, a tu trabajadora doméstica, a los que te piden prestado porque tienen una gran necesidad, a los que viven en la colonia junto a la tuya y los niños no conocen ni quien es el Santaclós ni quiénes los Reyes Magos. Oportunidad tenemos, pero pienso que a lo mejor es más fácil lavar la conciencia dejándoles 5 pesos a los de Cinépolis cada vez que voy al cine.

Bueno, como dicen en mi pueblo: “cadiquién”

2 comentarios:

  1. Ayer precisamente pense en esto al darle una moneda de 5 pesos a un viejito que pedia limosna en un semaforo, esto un poco impulsado por la política que he aprendido de Julieta mi esposa, quien solamente les da limosna a los viejitos, pero en cuanto se puso el verde yo ya estaba pensando a manos de quien iban a parar esos 5 pesos o si realmente le irian a servir al viejito para comprarse un taco, pero 100 metros más adelante tranqulice a mi conciencia y solo pense en que "hoy pude ayudar a alguien" sin sentirme más por hacer esto, pero tampoco tan tonto por hacerlo, hay que pensar bien aunque te equivoques a pensar mal para acertar.

    ResponderEliminar
  2. Postadata: para tu tranqulidad, hay debiles visuales que pueden leer si se hacercan mucho al periodico, dice Regina que como yo .hola lupi soy regina y le dije que el porque el no ve de cerca y se tiene que acercar al pariodico o ponerse sus lentes

    ResponderEliminar