¿Por qué escribí este libro?

Conforme mis tres hijos iban creciendo y yo iba haciéndome cada día mayor, una idea constante me repercutía: escribe para ellos. Tantas cosas les enseñé y les dije como tantas más se me quedaron sin decirles y, aunque creo en aquello de que nadie experimenta en cabeza ajena, decidí dejar por escrito el detalle de los instrumentos de navegación que me han ayudado tanto a sortear tormentas como a disfrutar de la plácida mar que es la vida.

Cuando yo estudiaba Psicología me di cuenta de dos cosas que me siguen pareciendo muy interesantes. La primera es que los que nos hacemos psicólogos pensamos que queremos comprender y ayudar a los demás (esa es nuestra motivación consciente), pero realmente es porque queremos entendernos a nosotros mismos y, desde luego, autoayudarnos (esa es nuestra motivación inconsciente y verdadera). Así entonces, yo creo que los psicólogos son aquellos seres humanos con una inicial discapacidad para conocerse a sí mismos y en su lucha intelectual por conocer los vericuetos de la mente encuentran muchas veces el camino propio. Yo he descubierto, y me parece muy importante decirlo, que la clave principal para entrar al camino de la salud mental y, por tanto, hacia la mayor felicidad posible es el de la humildad, ya que, a través de cualquier proceso terapéutico, llegamos al punto de tener que reconocer nuestras debilidades, errores, defectos, pequeñas y grandes fallas y eso: Duele. Sin embargo, éstas no son malas noticias, porque si somos humildes y asumimos todo eso que no nos gusta tenemos el premio del avance en el camino, porque, siendo tanta mi pena y mi dolor por haberme equivocado de esa manera, es muy seguro que jamás volveré a repetir esa conducta. ¿Suena fácil? En realidad lo es.

La segunda es que siempre ha habido quien haga lo más importante de nuestra labor: escuchar, comprender y tratar de ayudar. En los tiempos de antes las personas hablaban de sus problemas con el médico, con el confesor, con un familiar, con un amigo, con su maestro o maestra… en fin; lo que es muy cierto es que en los tiempos de antes había eso: tiempo, y que un principio básico del trabajo del psicólogo es precisamente escuchar. Estas son algunas de las cosas que, ejemplificadas, quiero compartir en este libro con quienes lo lean. En mi trabajo de diez años hasta ahora como psicóloga clínica he escuchado muchas historias y todas, por personales que sean, tienen siempre denominadores comunes y caminos similares para resolver las cosas. Las historias de este libro han sido construidas con diferentes elementos de casos reales, para preservar el anonimato de las personas.

Realmente por compartir es que escribo hoy porque en realidad yo hubiera querido saber algunas claves básicas del autoconocimiento y de las relaciones personales desde que era muy joven, creo que me habría ahorrado muchos problemas pero, sobre todo, habría disfrutado mucho más la vida. Quiero también poner al alcance de todo aquel que se interese algunas reflexiones, conocimientos y técnicas emanados del estudio de la conducta humana y que no son más que parte del acervo cultural de todos nosotros. Finalmente, deseo poner mi grano de arena para que la psicoterapia (a la que yo llamo “camino al bienestar”) sea accesible para todo aquél que la necesite y la busque. Sea este libro como una ojeada a aquellos conocimientos clave que quise haber tenido desde siempre.

Valga este esfuerzo para alguno o algunos que, a través de estas páginas, encuentren alivio y sanación.

Valga para mis hijos también.