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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

miércoles, 6 de octubre de 2010

El que no conoce a DIOS ante cualquier buey se hinca

Confieso que yo veía el programa de “Laura para todos”, por morbo y por mi deformación profesional de andar observando conductas humanas. Solía horrorizarme de ver cómo las personas no tenían límite alguno a su dignidad, o bien, no tenían dignidad. Sé (como todos sabemos) que las personas que van a esos reality cobran (una miseria, por supuesto), pero como son pobres y tienen muchas carencias pues aguantan un rato de lo que sea.

Sin embargo, muchas había que veían como a un dios a la “Señorita Laura” y tocarle las vestiduras era ya un milagro, y ser abrazadas por ella mientras oían un montón de promesas los ponía en el paraíso. El estado de pobreza, las fuertes necesidades de atención médica, educativa, psicológica y de todo tipo de infraestructura para la vida ponen a las personas en un estado de indefensión porque se saben incapaces de salir de sus problemas. Laura entonces se presentaba ante ellas como el hada madrina que todo lo puede, más poderosa que cualquier poderoso. Y la gente lo creía porque se iban del programa con una computadora, con una máquina de coser, con una bicicleta, o bien, con la atención médica que debiera brindar el Gobierno a todo el pueblo, o con la beca de estudios que la SEP debiera proporcionar a todo el que quiera estudiar y no pueda hacerlo. Laura era Dios.

No obstante, no se necesita ser pobre para sentir que se toca la Gloria a través de una persona con poder: me dio la mano el Gobernador, fui al cumpleaños del Presidente Municipal, me contestó una carta el Presidente de la República y pude besar la mano de Su Excelencia el Obispo. He oído estas cosas muchas veces y de verdad nunca lo he comprendido porque siendo, como son, personas iguales a todas las demás, ¿qué caso tienen esa reverencia y esa adoración? Porque el premio de muchas de esas personas es sólo el saludo o el besamano y nada más, ni siquiera reciben una mentirosa promesa de las de siempre.

A veces me preocupa mucho mi pueblo, a veces sigo pensando que tenemos el gobierno que merecemos.

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