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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

sábado, 13 de septiembre de 2014

¿Quién le puso las flores al muerto?

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Cuando yo era adolescente mi padre andaría en sus años 50´s y como él era el hombre más precavido que he conocido compró lugares en una iglesia para los restos fúnebres de toda la familia. Supongo que él, al ver aquella mesa de su casa con cinco hijos alrededor, pensaba que así como estábamos juntos en vida lo estaríamos en la muerte. 
En ese entonces los divorcios no eran algo común, ni tampoco el que los hijos se fueran a vivir muy lejos de la casa paterna y menos a otro país; nunca supo ya, eso sí, que de sus hijos tres se casarían dos veces y hasta tres, que se separarían como hermanos y que entre sus nietos habría hermanos y hermanastros que tendrían más de cuatro abuelos entre los originales y los nuevos. Nunca lo imaginó cuando compró aquellos nichos en una iglesia "para toda su familia".
En su pueblo natal de Guanajuato las familias permanecían unidas y cercanas toda una vida y, claro está, toda una muerte también. Nunca supo que los hijos de sus hijos andarían por todo el mundo, que serían independientes, que tendrían propias familias y además que unos irían a la Iglesia los domingos como él nos enseñó, que otros serían de otras religiones y los más, de plano ateos.  
Acabo de comprar el nicho para mis restos en un lugar muy especial del mundo para mí: la Parroquia de Hércules, Querétaro y recuerdo a mi papá pensando en la familia como él pensaba que eran las familias. También he tomado conciencia de que el lugar en el que queden mis restos el día que toque debe ser consolador para quienes me quieren y ese lugar lo es; lo demás no importa porque el muerto muerto está y se trata de que no sufran de más los que quedan.

En el verano pasado estuvo en casa mi nieta Paula, de 6 añitos solamente, y una mañana me pidió que la llevara a visitar el panteón, lo cual me dio mucho gusto porque a mí me encanta visitar panteones y no imaginaba que semejante manía podría heredarse.
Entre las muchas tumbas le llamó la atención la de un bebé porque era pequeñita y tenía un bote de lámina con flores frescas; yo quise ver las fechas y el nombre y sin querer tiré las flores, Paula se enojó y me dijo: ten cuidado porque pobrecita de la mamá del bebé que le vino a poner sus flores.
Cuando íbamos de regreso a casa yo le dije que ese bebé había muerto antes de que yo naciera, o sea que si viviera, sería más viejo que yo y por lo tanto no tendría mamá y posiblemente tampoco hermanos. Entonces... ¿quién le puso las flores?, sus hijos dijo Paula, no, porque murió bebé, sus hermanitos, pues si eran mayores no creo que estén vivos, sus sobrinos, lo dudo porque ni siquiera lo conocieron.
Y entonces hablamos de las tumbas olvidadas porque muchas hay, que por cierto eran "capillas familiares" como pensaba mi papá, que ya están cayéndose, sus puertas se abren solas, en vez de flores hay lodo y polvo encima de ellas y es porque, como dije, los muertos muertos están y un día ya todos se habrán ido y a nadie le interesa ir a visitar las tumbas del olvido, así es que mi papá ya no se dio cuenta de que su capilla familiar era una fantasía.
Y por cierto, hasta el día de hoy ni Paula ni yo podemos adivinar lo de ¿quién le puso las flores al muerto?


1 comentario:

  1. me gustó mucho, sigue escribiendo querida amiga, así nos compartes tu alma

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