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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, Mexico
MIS LIBROS: Olivos y Acebuches (cuento), Con un padre me basta (novela), Hablarán nuevas lenguas (poesía),Mar de cristal transparente (novela), Muy Intimos Quadernos (novela), Siete casos en busca de un psicólogo

viernes, 16 de diciembre de 2011

LaVirgen del Metro


Aquel año y en plena época navideña viajé a la Ciudad de México y quise conocer a la famosa “Virgen del Metro” cuya aparición había causado revuelo porque era una imagen de la Virgen de Guadalupe prácticamente esculpida en un gran mosaico del piso de la estación Hidalgo. La piedra fue removida y puesta en exhibición en una de las puertas de acceso para que toda la gente pudiera verla.

Había un tumulto, pero yo quería conocer aquella imagen, ¿sería un milagro o fanatismo? Confieso que soy muy incrédula de esas cosas, pero también soy muy curiosa de observar a la gente en masa ante este tipo de acontecimientos y por eso fui a buscar a la ya famosísima Virgen del Metro. Y gente había, gente y gente en largas y rápidas travesías por los intestinos de la ciudad, de una a otra estación: Coyoacán, Zapata y falta muchísimo, Centro Médico, Hospital General, ya ni parados cabemos en el vagón, calor con claustrofobia; Balderas y ya estamos en el centro de la Ciudad, calor con expectación.

Cuando por fin llegué a la estación Hidalgo el tumulto era peor porque, claro, todo el mundo quería ver a la Virgen que se nos volvió a aparecer a los mexicanos. No estoy acostumbrada a tanta gente y menos a las salidas y entradas del Metro a diferentes calles y me sentí perdida. Saliendo del andén le pregunté a un hombre que dónde estaba la Virgen y me señaló el fondo de un pasillo diciéndome: “está allí en la escalera”. Llegué a la escalera, subí y, por fin ya en la calle, me encontré frente a la milagrosa aparición, aunque detrás de un montón de gente, como de cien, como de muchísimas personas: imposible acercarme a verla. Entonces, desde donde yo estaba, empecé a dar saltos (lo más altos que podía) para verla aunque sea una vez, pero era tal la aglomeración que el resultado fue que no vi nada.

sábado, 10 de diciembre de 2011

A los lugares de infancia nunca has de volver.

Hoy hay Paula

Hace unas noches soñé que la casa de mi tía Margarita estaba habitada por mucha gente desconocida para mí (lo cual es imposible porque esa casa fue derribada hace muchos años y hoy es parte de la estación del Metro Chabacano). Había niños y adultos y tenían mucho desorden: ropa tirada por el suelo, varias camas en un cuarto, y un caos en general. Hablaban entre ellos y yo creo que yo era invisible o fantasma porque nadie volteaba ni a mirarme. Desperté desolada, como si me hubieran arrancado algo muy mío cuando esa casa era sólo parte de mi infancia.

Un día, nefasto día por cierto, a mi hermana se le ocurrió que pasáramos frente a la casa de Echegaray que se había vendido hacía dos o tres años y que mi padre construyó y en donde mi madre y él vivieron durante cuarenta años. Esa fue la verdadera casa de nuestra infancia, adolescencia, primera y segunda y tercera juventud y la casa de siempre, la de las grandes reuniones, la de las celebraciones familiares, la que conservó mi cama en mi cuarto durante muchos años, tantos que mis hijas hicieron de ella su cama también y su cuarto y su casa.

Rafa Pirez, mi cuñado, trabaja en las cuestiones nacionales de “vivienda” y dice que, cuando a la gente la entrevistan acerca de las viviendas que ha ocupado durante su vida, la gente a veces no puede hablar bien porque llora.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Vuelta de página


El cello y el contrabajo en ensayo y yo en esta cocina comiendo galletas alemanas


 Ayer murió en la Ciudad de México mi tío alemán: Klaus. Mis tíos “los músicos”, así les decíamos mis hermanos, mis primos y yo. Mi tía Margarita Olalde: cellista y Klaus su esposo: contrabajo. Eran en mi infancia un sonido las voces del cello y del bajo juntas siempre, en casa o dentro de la Orquesta Sinfónica y para varios de nosotros (los sobrinos) el sonido de las cuerdas se nos quedó metido en la sangre. Hoy son sólo una imagen en la memoria, la imagen de los tíos haciendo música y la imagen acústica de sus cuerdas, del grave cello gimiendo, de la voz durísima del contrabajo y de las muchas otras voces que con ellos andaban: pianos, violines, trombones, alientos.

Con la partida de Klaus las páginas del libro de mi vida dan la vuelta, pasan. Las casas de mi infancia, la mía, la de ellos, las de mis primos; los tíos ahora muertos, las fiestas de cumpleaños, bodas, bautizos, comuniones. Los días de campo. Los días de música de orquesta: enormes días para la niña que yo era, conciertos formales e informales por ser ensayos de orquesta y yo allí, sentada, escuchaba mientras veía danzar a la música en el aire; yo entraba a ese mundo raro que era de ellos y que podía comprender inmensamente. La muerte de Klaus es final de un capítulo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Antonieta y Rosario


Desde hace tiempo me han sorprendido mucho las cartas publicadas (post mortem, desde luego) de Rosario Castellanos a su amado Ricardo y de Antonieta Rivas Mercado al pintor Manuel Rodríguez Lozano.

Dos mujeres mexicanas, casi contemporáneas, Antonieta nació en 1900 en la Ciudad de México y Rosario en 1925. Por un lado, Antonieta era una niña rica del Porfiriato y sus padres no querían que se educara en semejante subdesarrollo por lo que hicieron de París su segundo hogar, allí creció Antonieta y se educó, mientras que Rosario Castellanos pasó su infancia y su adolescencia en Comitán, Chiapas. Con destinos tan dispares, sin embargo, ambas tuvieron un gran amor patrio que las llevó a trabajar hasta extenuarse por el bienestar de su país, Rosario en medio de los indígenas a cuya educación y defensa se avocó y como prolífica escritora que denunciaba todos los abusos sociales que veía, Antonieta como mecenas de todos los jóvenes artistas de esa época: músicos, pintores, escritores y, finalmente como política en la campaña de José Vasconcelos en cuyas ideas demagógicas ella creía más que él.

El gran amor de Rosario Castellanos: el filósofo Ricardo Guerra.

El gran amor de Antonieta Rivas: el pintor Manuel Rodríguez Lozano.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Tiempo de payasos


¿Te acuerdas de los payasos? Te daban miedo y en aquel lugar, que era el Mundo de los Payasos, había muchos que caminaban por callecitas, se trepaban en bardas para hacer payasadas, jugaban con pelotas y hacían malabares. ¡Aquí los payasos andan sueltos!, me dijiste aterrorizada, y tu carita de niña de tres años veía con pavor las grandes bocas pintadas en las caras con colorete y flecos de estambres verdes. Te abracé y te sostuve en mis brazos sin saber qué hacer porque tu hermana estaba encantada corriendo por todos los lugares del Mundo de los Payasos. Habría querido decirte que a mí los payasos en vez de miedo me daban pena y que a aquella que te espantaba yo hubiera querido preguntarle cosas. Era una mujer payaso, ¿te acuerdas? No podemos decir que era una payasa porque esa palabra femenina en nuestro idioma está muy desvirtuada y ya no se refiere a un oficio honorable que es hacer reír a la gente, especialmente a los niños (y más bien, a casi todos porque tú eras la especial excepción). Payasa quiere decir que se comporta de manera tonta, que dice cosas sin sentido, que vive para quedar bien con los demás. Ella, entonces, era una mujer payaso y se acercó a ti para darte un globo y para hacerte reír, tú no tomaste el globo y empezaste a llorar y a apretar con más fuerza tus manitas en mi cuello; la mujer payaso se fue, apenada. Yo le dije: no te preocupes, la niña tiene miedo; pero realmente, como te digo, habría querido preguntarle si de verdad quería reír todo el día, si no tenía ese día una tristeza o un dolor que le impidiera reír de verdad, habría querido saber si ese día y otros más sentía obligación de reír.


Cuando yo era pequeña, después de una tarde de circo y a la salida de la función vi a un payaso que hoy, a mis más de cincuenta años de edad, recuerdo tan vívidamente como si lo tuviera frente a mí. Estaba en su casa-vagón, sentado frente a una mesita donde tenía todos los coloretes y pelucas que usaba, los codos en la mesa y las manos en la cara chorreada de lágrimas. Aún tenía puestas la peluca amarilla y la nariz roja de hule y no se daba cuenta de que yo lo miraba ni tampoco le importaba porque sollozaba fuertemente, las lágrimas le escurrían por la cara pintada y, en un momento dado, acomodó los brazos en la mesa y recostó en ellos la cabeza para seguir sollozando. Mi madre me arrancó de la visión y, en el camino de regreso, yo les conté a ella, a mi papá y a mis hermanos lo que había visto y les dije de lo triste que yo también estaba. Mis padres se quedaron callados y nunca supe si me comprendieron y menos si comprendieron al payaso, mis hermanos se rieron como si la fiesta aún no hubiera terminado, como si lo que dije hubieran sido payasadas.


Del Mundo de los Payasos hoy recuerdo tus brazos en mi cuello, tu pequeña cabeza en mi hombro.

viernes, 11 de noviembre de 2011

La mujer invisible


Cuando me vine a vivir a Chiapas mi padre, que aún vivía, se llenó de tristeza. Dicen que tenía un mapa de México donde marcó la distancia entre la Ciudad de México y San Cristóbal de Las Casas y solía recorrerla con el dedo para sentir menos la lejanía. Mi nieta Natalia se fue a vivir a Uruguay recientemente y hoy estoy haciendo yo un mapa mucho más grande que el de mi papá para unir la gran distancia con una línea imborrable, porque cada vez que la recuerdo me lleno de tristeza, cada vez que cocino brócoli (que es su favorito) lloro en la cocina. Cada vez de Nati en mis recuerdos.

La última vez que nos vimos fue en el verano pasado, aquí en Chiapas y durante ocho inolvidables días. En ese entonces sellamos el pacto de nuestras semejanzas: nos gusta lo cursi y lo sentimental, nos gustan los libros, las dos somos escritoras, nos gusta cenar frente a la tele y también nos gustan los mismos collares, pulseras y perfumes; por otro lado, nos chocan las Barbies y que la gente no nos demuestre que nos quiere. También nos amamos en nuestras diferencias: a Nati le gustan los disfraces como a su prima Poli y a mí no, a las dos les gustan el circo y las ferias y a mí no, pero a las tres nos encanta jugar a las comiditas con los muñecos y tener muchos trastecitos y también nos gustan los zapatos rojos (bueno, bueno… y pensar que yo me reía de las abuelas cuervas enamoradas de sus nietos).

viernes, 4 de noviembre de 2011

El judío errante

Imagen: grabado de David Shankborne


Mi abuelita era una mujer muy sabia y entre más vieja se hacía sus consejos emanaban de la más profunda experiencia de vida de una mujer inteligente. Nos contaba muchas cosas y una de ellas era la historia de El Judío Errante quien, según cuenta la Historia Sagrada, era un judío condenado a vagar sin poder descansar como castigo por haber insultado a Cristo el día de su crucifixión. El judío camina desde entonces y en algún lugar del mundo debe andar porque además tiene encima otra maldición: no puede morir. Mientras camina se lamenta, le duele la conciencia, pero no puede nunca realmente desahogar su dolor.

Un día en que yo estaba “llena de trabajo”: escolar, de mi coche, de mi trabajo, de mi casa, de mis mil pendientes y no quería parar ni para comer, mi abuelita me dijo: “Pareces el judío errante, hija, ya siéntate de una vez para que llores”. Y me llevó de la mano a un sillón de la sala y se sentó conmigo y sucedió como dijo: lloré y lloré por mucho tiempo y, poco a poco, después pude irle contando lo que me pasaba. Mi abuelita no sabía que la actitud “judío errante” se llama mecanismo de defensa de evasión, pero ni falta le hacía porque sabía reconocer lo que había detrás de nuestra hiperactividad.

viernes, 28 de octubre de 2011

Mi padre no era un hombre de fantasmas

 Ni creía en ellos ni nunca habló de nada del otro mundo en su vida.


Hasta que…


En una de sus últimas estancias de hospital, en terapia intensiva, se quedó allí solo en su aséptica habitación y el médico les aconsejó a mi mamá y hermanos que se fueran a su casa a dormir porque no tenía caso que estuvieran allí. Mi mamá decidió ir a casa porque estaban cansadísimos y de todos modos no podían estar cerca de él. Yo acababa de regresar a Chiapas después de esa triste experiencia de estar varios días en una silla afuera de la clausura; pude entrar a verlo tres veces en un día, a diferentes horas, por sólo 10 minutos y después de haber leído lo de “No hablar al enfermo de problemas personales ni familiares ni de ningún asunto que pueda alterarlo”. Así es que lo vi lleno de agujas, mangueritas y aparatos y me vio y nos vimos mucho mientras hablábamos del clima.

A la mañana siguiente y después de haber dormido por fin en una cama mi mamá llegó temprano a verlo y no hablaron precisamente del clima porque él le dijo: sé que anoche se fueron a dormir a la casa. ¿Te lo dijo una enfermera? No, me lo dijo mi hermana Esperanza, anoche vino, se sentó aquí en mi cama y me dijo que no había nadie allí afuera y que ella venía a acompañarme, también me dijo que todavía no me voy a morir porque me faltan cosas por hacer, yo no sé qué puede faltarme con este cuerpo que ya no me responde pero eso fue lo que me dijo y yo le creí. Tu hermana Esperanza está muerta desde hace seis meses. Ya lo sé. ¿Y vino a verte? Sí, vino a verme y me dijo que tú te habías ido a dormir, o ¿no es cierto?

sábado, 22 de octubre de 2011

Los antropólogos dicen

Foto: Germán Murillo-Echevarría

Hace algunos años, un jardinero indígena que trabajaba en mi casa me dijo que si yo podría atender a su mujer porque estaba volviéndose “loca”, se la pasaba llorando o quejándose, o enferma de algo. El sabía que los psicólogos atienden a los locos y, como el shaman ya había hecho todo intento con ella y ella no mejoraba, pues a lo mejor yo podía hacer algo.

Los recibí una tarde en mi consultorio, a los dos, porque la mujer no hablaba “castilla”, solamente su lengua y ella y yo no nos podíamos entender en una lengua común. Empezó ella a decir qué le pasaba  y el marido a traducir, su lenguaje corporal expresaba angustia y mucho dolor y el hombre me decía cosas como “me siento cansada porque ya estoy vieja”, “no tengo ganas o ilusión del trabajo porque todas las cosas me salen mal”… y así, puras mentiras. Ella, obviamente, entendía algunas palabras de castilla y con la cabeza y las manos me trataba de explicar que lo que el marido decía no era la verdad. Cuando terminó la sesión me sentí muy frustrada y engañada por el hombre, lamenté muchísimo no haber podido ayudar a la mujer y recordé esas historias sobre las traducciones de la Malinche: cuando Cortés le decía a Moctezuma que quería ser su amigo, pues la Malinche lo amenazaba con quitarle oro y plata, cuando Cortés quería entablar un diplomático pacto de amistad, la Malinche le expresaba su más profundo desprecio y su superioridad. Así dicen que fue la Historia de México y así seguía siendo para mí.

domingo, 16 de octubre de 2011

El costumbres

Foto:www.minube.com

Hace algunos años yo era directora del Museo de Historia de San Cristóbal de Las Casas, que está ubicado en el exconvento de Santo Domingo, al lado del bellísimo templo que construyeron los dominicos. El templo de Santo Domingo, el convento y el Templo de Caridad son uno de los más hermosos conjuntos arquitectónicos de la época colonial que yo conozco. Sin embargo… así como el Centro Histórico de la Ciudad de México está invadido por el ambulantaje, así en la Plaza de Santo Domingo el ambulantaje que la llena son los indígenas que venden sus artesanías (y las guatemaltecas que hacen pasar por chiapanecas), pero como todo esto da un colorido maravilloso a la plaza y es un gran atractivo turístico, pues en realidad se les ha dejado allí. En el Museo les dábamos albergue a sus mercancías porque venían cargando grandes costales desde sus comunidades y así sólo los guardaban en una bodega para el día siguiente.

Los problemas de los vendedores los tenían entre ellos y eran por los espacios. La gran amenaza de los indígenas en la Plaza eran los que ellos llamaban “los jipits” que vendían collares y aretes y encendían varitas de incienso. Ellos, muy agresivamente, se instalaban de un día para otro en los lugares que usaban, sobre todo, las mujeres indígenas. Un día ellas fueron a mi casa a pedirme ayuda, era un sábado en la tarde y las atendí en el jardín, todas nos sentamos en el suelo. Ellas defendían sus lugares de venta que eran espacios en el suelo de piedra, sólo eso, no había nada que los marcara o delimitara o resguardara, ni creían necesitarlo, el suelo era su lugar de trabajo y una parte era de cada quién. Cuando se fueron de mi casa me di cuenta de que en el jardín habían quedado dos pares de chanclas de hule y, al rato, regresaron dos mujeres muertas de risa pidiéndome las chanclas. Yo también me reí mucho y me di cuenta de que se habían puesto algo que nunca usaban: zapatos, para ir a visitarme. Me quedé agradecida.

sábado, 8 de octubre de 2011

De verdad lo siento muchísimo

Foto: http://www.radiofelicidad.com/

Hoy no ando precisamente con lo de las frasecitas de los pésames porque me sale del corazón lo muchísimo que siento la muerte de Capulina ya que él es, en mi vida, sinónimo de “las carcajadas de mi infancia”. Mis hermanas y yo éramos adictas a sus películas, nos sabíamos las tramas y las canciones y los gestos y ademanes de Capulina, y sus frases célebres: ¡Qué bochorno!, no sé, puede ser, tal vez, a lo mejor, ¡me chiveo!, lo que diga mi dedito. Me las sé de memoria porque las usábamos tanto en nuestro lenguaje cotidiano que nosotras les enseñamos a mis papás a usarlas.

Hoy quiero recordar la que es la mejor película de Viruta y Capulina para mí, se llama Limosneros con garrote y tiene, para empezar la maravillosa interpretación de la canción Las rejas de Chapultepec (son verdes, son verdes, nomás para usted). Y la trama es algo que me hizo tanta gracia que hasta el día de hoy la recuerdo: Viruta y Capulina son muy pobres e intentan desempeñar varios trabajos, pero siempre los corren porque Capulina es sonso y todo lo echa a perder. Con un dinero que por fin obtienen Capulina compra un billete de lotería y a Viruta casi le da un infarto, se enoja muchísimo con él porque pues él era el sensato y Capulina el que hacía las burradas que tanto me divertían. Así entonces, Capulina tiene tanto miedo de que se le pierda el billete (que además es enorme porque compró toda la serie), que lo pega en una puerta de su casa. Días después, en medio de la depresión y el hambre se enteran de que el billete, milagrosamente, ¡es el premiado! Y entonces viene toda la historia de cómo llevarlo a cobrar al edificio de la Lotería Nacional. Viruta y Capulina no tienen más remedio que quitar la puerta y cargarla en un taxi por todo Paseo de la Reforma hasta su destino y se les cae en el camino y le pegan a tanta gente y rompen tantos vidrios que en la Lotería les pagan rápidamente con tal de que se vayan.

sábado, 1 de octubre de 2011

El blog del narco

Hace unos días me comentó una de mis hijas que se había “atrevido” a entrar al blog del narco y yo en realidad no estaba muy consciente de qué se trataba eso. Como me estoy especializando en buscar noticias mexicanas sin censura encontré muchas referencias al blog del narco y también, como ella, me atreví a ver de qué se trata y se trata de algo bastante más duro y crudo que la película de El Infierno que tanta gente no quiso ver por lo terrible que es. Sólo que el blog del narco son las noticias nacionales reales, las que no dicen los periódicos ni en la televisión porque éstos tienen un acuerdo de no hablar de cosas malas, como si todos los mexicanos fuéramos niños o ancianos cardíacos o, más bien, como si los mexicanos no tuviéramos ojos y oídos para percatarnos de lo que no dicen nuestros periodistas.

En realidad el susodicho blog es más amarillista que todo lo amarillo que hayamos podido ver porque las fotos de ejecuciones son lo principal que allí aparece. Me quedé pensando si era necesario ver este blog y creo que, para mí, sí. Es algo así como la pregunta que siempre les hago a mis alumnos de psicoterapia: ¿prefieres saberlo o no saberlo?, ¿le temes a la verdad como para seguir en una ignorancia que te defienda de la realidad? Siempre respeto sus decisiones y, desde luego, yo no estoy recomendando ver el blog, sólo digo que a mí me sitúa en la crudísima realidad que vivimos y yo prefiero conocerla. El pueblo tiene hambre y si hay empleo de sicario pues… hay empleo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Cualquiera tiempo pasado fue mejor

Foto: http://www.resistenciacivilpacificaennl.blogspot.com/

A mis hermanas y a mí nos encantaba que el 16 de septiembre mi papá decidiera llevarnos a alguna calle de Paseo de la Reforma a ver el desfile militar. Nos íbamos muy temprano a apartar nuestro lugar, que era un tramo de la acera, y veíamos pasar el desfile de principio a fin. Era impresionante y maravilloso, les decíamos adiós a los soldados y les aplaudíamos a los tanques de guerra. Junto a esa emoción recuerdo que nunca me supo responder bien mi papá para qué queríamos en el país tantos soldados armados, decía que para defendernos a todos nosotros por si había guerra, pero ni en la más negra de mis pesadillas podría haberme imaginado en ese entonces que la guerra en que los vería activos sería en una guerra interna, una guerra entre mexicanos, la guerra de todos contra todos. Entonces, todos los soldados armados al final sólo servirían para matar mexicanos. Cuando yo les aplaudía y me emocionaba con el ruido de su marcha y sus tambores pensaba que eran tan buenos mexicanos como yo y como mi padre.

El día de ayer y después de muchos años decidí ver por televisión el desfile porque de verdad me cuesta creer que marchen tan ufanos los generales con sus brigadas hoy en día, cuando matan población civil: en emboscadas buscando narcos, en retenes buscando armas y en donde sea. Pero allí estaban, desfilando tan orgullosos de ser asesinos a sueldo y presentando sus respetos a nuestro Primer Mandatario que ahora sí se nota que es el “Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas” y ese es el único cargo que ejerce con gran entusiasmo desde que llegó al poder.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Remembranzas de la vida al otro lado

Película "Bienvenido paisano" http://www.cinelatino.com/

Ayer vi, por segunda vez, una película en la televisión que se llama “Bienvenido paisano” y que es una crítica feroz al programa nacional para acoger a los mexico-gringos que vienen en vacaciones. En cuanto llegan a la frontera son extorsionados por las autoridades, les roban, los humillan, los insultan y los dejan limpios de cuanto dólar traigan. Es tan patética que llega a ser cómica, pero a mí me deja una tristeza terrible de ver con qué emoción el hombre y su esposa regresan a su país y quieren comer tacos y tomar tequila y oír mariachis y lloran de nostalgia y de gusto, mientras los hijos son completamente gringos, se jactan de ser ciudadanos americanos y desprecian absolutamente los sentimientos de sus padres. Todos, sin embargo, acaban regresando a su lugar que es ya el del American dream porque aquí nomás maltrato y discriminación reciben.

Lo paradójico es que esos adultos no viven bien ni aquí ni allá, porque de aquí ya realmente no son, ya no conocen ni a su familia y mal que bien tienen costumbres gringas y servicios de primer mundo cuya carencia les afecta mucho; allá sufren maltrato y discriminación también, pero lo compensan con el nivel económico que logran tener y que no se parece en nada al de la milpa seca donde nacieron.

sábado, 3 de septiembre de 2011

FECAL ROYAL TOUR


Foto: http://www.mexico.cnn.com/

Hoy es un día memorable para mí porque no estoy enojada con nuestro Presidente y es que me hizo reír tanto que por hoy le perdono su cinismo. Es tan patético que da risa Don Felipe haciendo un promocional como guía de turistas para la CBS gringa (que por cierto veo nombrado al Sr. Calderón como FECAL en muchos sitios de internet y me parece que le queda bien el diminutivo de su nombre). Resulta que el Presi hace “deporte extremo”: bucea en un cenote maya, escala la pirámide de Chichén Itzá, hace espeleología, rappel y rema en una lancha con los lacandones. ¡Genial! Eso sí es promover el turismo en nuestro país, por cierto, todos podemos verlo ya en YouTube.

Me consta que no soy la única que piensa en todo lo que le faltó de nuestos atractivos turísiticos, una persona (Chevalier Aguila) comenta en YouTube: “si quiere practicar deporte extremo que se salga a correr en la madrugada en una calle de Ciudad Juárez”, muy cierto, eso sí es turismo de aventura.

A mí se me han ocurrido otras cosas que quisiera hacerle llegar a Don Felipe para su próximo promocional:

sábado, 27 de agosto de 2011

ORGULLOSAMENTE MEXICANA

Yo, aquí nací.


Hace tiempo, cuando viví en Madrid por un año, una amiga española me preguntó si yo viviría en España y entonces pensé rápidamente en esa ciudad maravillosa donde estábamos, hermosa, llena de arte y de cultura, segura como para que una mujer sola camine de noche, como para tomar un taxi a cualquier hora y en cualquier lugar sin que nadie te asalte ni te moleste y pensé después en mi país y eso era como ir de lo blanco a lo negro. Sin embargo dije: por algo nací en México, siento la responsabilidad de quedarme allí porque mi contribución al país es importante y necesaria. Me impresionas tía, me dijo. Entonces me quedé pensando en lo de mi contribución … ¿cuál?, no sé, lo que hago día a día me parece más valioso en el Infierno que en el Cielo de los países desarrollados.

Hoy y muchos otros días más recuerdo cosas, cosas que parecen sin importancia: basura que se recicla, policías amables, niños que no se quedan sin escuela, transporte público que funciona y lo pienso porque me duele demasiado tanta agresión que soporto aquí, en mi país, agresión psicológica con una narcoguerra que nada más al Presidente parece favorecerle y desde luego al grupo de narcos al que él protege, agresión económica con tanto desempleo, salarios de miseria e impuestos por todo. Cuando recuerdo a los maderos españoles (que son los policías) vuelvo a ver las caras de los polis mis compatriotas que me detuvieron en un retén aquí en Chiapas y me quitaron la placa del coche, y abrieron la cajuela para ver si teníamos armas y nos tomaron fotos a mí y a mi familia; cuando recuerdo amables maderos españoles y franceses e ingleses, veo la cara de espanto que puso el policía analfabeto al que le pedimos que levantara la infracción, porque como aquí en el país de la corrupción todo mundo les da su “mordida” de a 200 pesos, pues no necesitan ni saber escribir.

¿Es peligrosa esta ciudad?, le pregunté al administrador del hotel en Buenos Aires cuando me disponía a salir a conocer. ¿De dónde viene?, me dijo. De México. Ah! no, ésta es una ciudad segurísima.

sábado, 20 de agosto de 2011

Del íntimo quaderno de Lupita Olalde



Foto comunicacionsocialcroc http://www.frick.com/
 Ahora tengo siete años y tres meses, pero cuando yo sea grande quiero ser la Señorita México para que todos me vean en la televisión y me gane un coche, viajes y millones de pesos. Anoche, a escondidas, vi el certamen aunque mis papás dijeron que no porque eso era una porquería; pero yo le puse bajito el volumen de la tele, me encerré en el estudio y lo vi hasta que acabó. Yo no entiendo a mis papás porque también cuando vi un concurso estatal que se llamaba "Nuestra belleza está en el corazón" mis papás dijeron que sí, claro, por supuesto que está en el corazón siempre y cuando las concursante traigan la menos ropa posible y anden desfilando y posando de frente y de perfil para enseñar las piernas y las caderas para alebrestar al público y a los jueces y luego irse en paz pensando que su corazón y su inteligencia brillaron en la pasarela. Son de verdad muy raros y a mí sí me gusta el concurso.

También me dijeron que las señoritas son objeto sexual y codicia de machos y yo no entiendo qué quiere decir todo eso, pero sí entiendo que son muy valientes para andar paseándose en traje de baño en un lugar en donde todos los demás están vestidos.

Ganó la Señorita Tlaxcala y hace rato vi la entrevista que le hicieron y traía puesto su traje típico de tlaxcalteca. Dijo que iba al gimnasio todos los días para tener el abdomen liso, los glúteos bien torneados, las piernas firmes y la cintura delgada; que todo era un sacrificio, dijo: gimnasio, baño sauna, poquísima comida para no subir de peso; pero que bien valía la pena por lo de la meta anheladísima, ¿qué será meta anheladísima? ha de ser lo del premio y todo eso.

sábado, 13 de agosto de 2011

El Caballero de la mano en el pecho


A nadie le gusta la pintura que tengo en el centro de mi casa, que es el lugar más visible. Es una reproducción de El caballero de la mano en el pecho, pintada por El Greco y que compré en el Museo del Prado; cuando les digo a mis amigos o familia lo mucho que me gusta y que por eso ocupa el lugar más especial de mi casa se quedan callados, por lo de la diplomacia como pueden suponer, pero yo sé lo que significan sus ojos de espanto. De hecho, en mi última mudanza, mi amigo Huicho que me ayudaba a mover mis pertenencias quería dejar mi cuadro porque no le gustó nada ese señor y pensó que era algún antepasado de mi exmarido. Ese día me di cuenta de que nada más a mí me gustaba el Caballero, pero me divirtió mucho que mi amigo no quisiera que me lo llevara a mi nueva vida.

En los museos aprendí que los retratos son personas reales dentro de nuestra realidad actual porque, si el pintor es un genio como El Greco, puede dejar en el lienzo toda la profundidad de la mirada y allí está la presencia de esa persona, por lo que a mí me encanta tener a un caballero del siglo XVI dentro de mi casa, un caballero español que trasciende al tiempo y permanece para que yo lo vea y lo escuche.

Cuando algo nos gusta tanto, sobre todo un retrato o una pintura, o una foto, es porque nuestro mecanismo de proyección se ha puesto en marcha aceleradamente y vemos en aquel cuadro una parte de nosotros mismos, así entonces:

En la Wilkipedia del internet dice lo siguiente de mi Caballero:

“Un caballero con la mano en el pecho mira al espectador como si hiciese un pacto con él. La postura de la mano parece un gesto de juramento”. (Proyección del wilkipédico que lo escribió, a quien le gustan los pactos y los juramentos)

sábado, 6 de agosto de 2011

Reses de feria ganadera



Desde que mis hijas eran muy pequeñas les enseñé que ellas no eran reinas de nada, ni tenían que ver con los concursos de belleza y creo que entendieron muy bien para toda su vida que las mujeres no somos para que se nos admiren el cuerpo y la sonrisa y el maquillaje y lo que llevamos puesto porque las mujeres somos muchísimo más que eso.


Y las ocasiones llegaron: las postularon para reinas de la escuela, de su salón, de la prepa y etc. Me alegré mucho de ver que para ellas no fueron tentaciones porque en el fondo les daba pena ver lo que hacían sus compañeras y creo que nunca pudieron convencer a nadie de su postura, así es que, en ese sentido, eran unas niñas “raras” como lo fuimos mis hermanas y yo. Valga decir que al primer feminista que yo conocí fue mi padre y no por su educación precisamente, sino porque tuvo cuatro hijas y, al inventarse el modo de educarlas para la vida, se inventó a sí mismo como un feminista: prohibidas las reinas de belleza y prohibido casarse sin haber terminado antes una carrera universitaria. Así sucedió.

Años después y en mi paso como profesora en muchas escuelas me he encontrado con que el acontecimiento anual es la elección de la reina de la escuela e incluso “de la universidad” y así lo de las reses en exhibición no queda reducido a los ámbitos sociales de clubes, juntas de vecinos , colonias y pueblos, sino que llega también al ámbito EDUCATIVO en donde a nuestras niñas desde pequeñas se les enseña que entre más bonitas y sexis valen más y después, de adolescentes en adelante, mientras más sexis y menos ropa tengan, valen todavía más. Si no son inteligentes, en realidad no importa, es más: mejor tontas, son más manejables.

sábado, 30 de julio de 2011

El síndrome del muerto


Cuando alguien ya no está porque desaparece o se muere, aquellas personas allegadas a él o a ella no dejan de hablar de la infinidad de cualidades que tenía. Nunca, ante la muerte de alguna persona he escuchado alguno de sus defectos, porque las personas que se acercan al desaparecido sufren lo que yo llamo “el síndrome del muerto”. El muerto era tan bueno, tan amable, tan cariñoso, tan inteligente, es una gran pérdida para la humanidad, es invaluable lo que hacía, y así, y así… El muerto es algo así como de otro mundo, como que fue un ángel o un marciano y nunca cometió ningún error humano.

Lo mismo he visto que pasa con las parejas que se separan porque generalmente en ese proceso hay un “dejado” y un “dejador” y, obviamente, uno que sufre más que el otro porque ante la separación entra en un duelo semejante al de la muerte. Entonces una mujer dejada, por ejemplo, puede relatar que el hombre le era infiel, que la maltrataba física y emocionalmente, que la minimizaba, que la separaba de sus familiares y amigos, que se burlaba de sus defectos físicos, que le decía tonta, estúpida, fea, gorda y demás. Sin embargo, la mujer suele padecer el “síndrome del muerto” y después de esa retahíla de verdades dice que no puede vivir sin él porque él era cariñoso cuando no estaba borracho y también era simpático y fiestero y alegre y sus amigos lo buscaban mucho y que a ella a veces la trataba tan, pero tan bien, que por eso no puede concebir la vida sin él y esto es una gran pérdida, es invaluable lo que él hacía y es lo más lamentable del mundo su desaparición.

sábado, 23 de julio de 2011

CEIBA SOY o MI HOMENAJE A LAS CEIBAS DE CHIAPAS




Es la carretera a Chiapas, negra serpiente de asfalto que atraviesa la Patria. Las ceibas desnudas adormecen a lo largo del camino. Las ceibas ejercen sobre mí una especie de encantamiento, enormes, con los enormes brazos abiertos al infinito. El autobús se detiene en un tendajo de comida, afuera de él ensayan unos músicos que se llaman “Caravana del Ritmo” y una ceiba los mira. La ceiba escucha la marimba, sus ramas vibran con el calor del sol en la superficie de esta tierra mientras que sus raíces penetran en los más profundos senderos del inframundo. Los mayas saben que la enorme ceiba es el contacto de la vida y la muerte; la ceiba es un árbol sagrado, en esta vida y en la que sigue estará la ceiba.

sábado, 16 de julio de 2011

Hay RUINAS y ruinas o La historia de la familia negra

El Vesubio de San Juanico

En el año de 1984 ocurrió en nuestro país la tragedia de “San Juanico” que es como se le llama al poblado de San Juan Ixhuatepec, en el Estado de México. La tragedia era de las que se podían haber evitado pero está de por medio, como ya sabemos, lo de la negligencia y lo de la corrupción, en este caso de Petróleos Mexicanos: una tubería de gas se rompió y, sin medidas de seguridad, el gas estuvo escapando por toda la población hasta que cualquier chispa la encendió y una enorme bola de fuego arrasó con casas, gente, animales y todo lo que pudiera haber habido. Fue una explosión de tal intensidad que se vio desde casi cualquier punto de la ciudad, quienes despertamos por el estallido pudimos ver por las ventanas un resplandor que presagiaba el fin del mundo.

Al día siguiente, y ya enterados todos de la magnitud de la catástrofe, me uní a las brigadas de ayuda; me tocaba colectar ropa, alimentos, medicamentos, etc. y llevarlos a los albergues donde estaban los sobrevivientes. Para mi mala suerte allí llegaron los de una brigada extranjera solicitando traductores de inglés a español y yo, creyendo que sería más útil en el lugar de los hechos, pues me fui con ellos a San Juanico. Cuando regresé a casa de mis padres por mis hijas venía en estado de schock y dicen todos mis familiares que les conté de los horrores que vi, específicamente de una familia de papá, mamá y dos niños abrazados en una cama y calcinados, todos negros, como visiones carbonizadas de ultratumba. Hoy no recuerdo nada, mi cerebro prefirió bloquear el asunto, pero les creo a mis hermanas y a mis hijas porque ellas siguen horrorizados con mi relato: el relato de lo que hoy creo que nunca vi.

sábado, 2 de julio de 2011

Código roto

Mi bisabuela Cuquita vivió la Revolución Mexicana desde el palco de los ricos ya que ella era una niña que vivía en una hacienda. Las haciendas eran en ese entonces lo que ahora es el complejo Santa Fe junto al cinturón de miseria y pobreza extrema que tiene junto. Las haciendas eran lo más odiado y envidiado en los tiempos de la Revolución.

Cuquita me contaba que ella no entendía por qué los revolucionarios no solamente entraban a las haciendas y todo destrozaban, sino que también violaban a las mujeres y mataban a diestra y siniestra. Se quedaban con todo, decía ella, hacían lo que querían con nuestras cosas, pero ¿por qué tanto ensañarse con el prójimo? Por supuesto que las niñas ricas no sabían sobre la vida de los pobres y no entendían esos porqués; pero aún a sus 85 años de edad lloraba cuando hablaba de esa barbarie.

domingo, 26 de junio de 2011

SEXO INDISTINTO

Mi prima Aline, quien vive en Francia, acaba de conseguir un nuevo trabajo aunque sea de mi generación, o sea, de los sin cuenta. Lo consiguió porque de sus estudios de Química llegó hasta completar el nivel de Doctorado, porque tiene una gran capacidad intelectual y humana pero, sobre todo, porque vive en un país desarrollado.

Cuando viví en Estados Unidos me di cuenta de que en las solicitudes de empleados no había restricciones de sexo, edad, raza, por discapacidad, ni por religión ni por ningún motivo. Si un maestro de primaria quería hacerse cargo de un grupo a los 70 años de edad y estaba en toda la capacidad mental y física de hacerlo, pues no había problema: el puesto era suyo. Igualmente si había una secretaria con discapacidad para caminar, o una mujer que quería ser bombero… en fin, si podían realizar el trabajo, cualquiera era bienvenido. Me parecía a mí esto tan raro y tan maravilloso y es que no había discriminación.

sábado, 18 de junio de 2011

MUJERES APOYANDO MUJERES

Esta es una historia que se trata de personas porque se trata de “la trata de personas” que también se llama “trata de blancas” aunque en este caso las personas no son precisamente blancas sino indias prietitas que trabajan como sirvientas en nuestro país.

Sucedió en Morelia y no es, desgraciadamente, una de mis ficciones.

Una señora de clase alta decide poner una agencia de colocación de sirvientas: “Mujeres apoyando mujeres”, tiene a su favor que ella es michoacana y conoce a mucha gente, conoce los pueblos y conoce, también, cómo tratar a las indias necesitadas de trabajo.

sábado, 11 de junio de 2011

Les cuento el cuento

Esto que hago hoy no se debe hacer, no quiero ni pensar qué diría Benedetti, pero es un cuento que me parece tan bueno que no puedo evitar compartirlo. Digamos que es como las versiones abreviadas de las obras clásicas. Y ya dejándome de tanta explicación por culpas, pues el cuento va así:

“Acaso irreparable”, de Mario Benedetti narra la historia de un hombre que va a tomar un avión y que es informado, junto con los otros pasajeros, que su vuelo no saldrá porque deben arreglar al avión una falla antes de que sea acaso irreparable. Les dan entonces vales para comidas y para hotel y los citan al día siguiente.

sábado, 28 de mayo de 2011

OPERA PRIMA EN MOVIMIENTO



Cuando yo era niña soñaba con ser bailarina de ballet porque me fascinaban las bailarinas en el escenario, me parecía que aquello de poder bailar en puntas era cosa de magia y, además, su vestuario era mágico también.
Como yo era lectora por naturaleza busqué libros sobre el ballet y así fui enterándome de mi triste realidad porque decían los libros que las bailarinas son muy delgadas (lo que yo no era), bajas de estatura para que, paradas en puntas, no sobresalieran a su compañero (lo que yo tampoco era) y además dedicaban casi todas las horas de su día a bailar (lo cual tampoco era para mí porque si no me quedaba tiempo para leer pues yo estaba frita). Desde entonces decidí seguir siendo admiradora del ballet y los bailarines, solamente.

La crónica de los cinco días


¿Se han dado cuenta ustedes de la basura que son los noticieros de nuestra TV mexicana? Siempre lo han sido, pero ahora que tienen un pacto secreto para no hablar más de violencia ni de malas cosas, no hay quien pueda seguirlos. Se trata este asunto de que todos nos sintamos viviendo en Disneylandia, en el País de Nunca Jamás, o en el País de No Pasa Nada.
Sólo por cinco días me dediqué a ver el noticiero de mediodía de TV Azteca y ésta es la crónica de las principales noticias de cada día comparadas con las del periódico La Jornada:

sábado, 21 de mayo de 2011

¿TECNO O NO TENGO?


Cuando mi hijo era niño y, por supuesto, se manejaba en internet mejor que yo, un día me pidió que le comprara una mascota virtual: un pez. Cuando me explicó de lo que se trataba me quedé atónita porque era una imagen en la computadora de una pecera con agua y pez, al pez se le debía dar un nombre, había un método (virtual también por supuesto) de alimentarlo y hasta de acariciarlo y provocarle emociones hacia su amo. Le dije que no.

sábado, 7 de mayo de 2011

EL HOMBRE INVISIBLE

Cuando yo era niña, y luego ya no tan niña, tenía mis fantasías y una era la de ser invisible. Por cierto, es una fantasía común y corriente, creo que muchos de ustedes también la tendrían, y era tan tentadora como imposible. A mí se me ocurrían cosas maravillosas como poder entrar a una juguetería y jugar con todos los juguetes, o bien, a una dulcería y comerme los dulces sin que nadie me dijera nada; también me gustaba mucho la idea de meterme a las casas y a las habitaciones y estar francamente de metiche de las vidas ajenas, pero también podría hacerle de fantasma y meterme a donde estuvieran mis peores enemigos y aventar cosas, hacer ruidos y meterlos en pánico hasta que salieran corriendo.

Lo de la niña invisible era maravilloso, lástima que no era posible, desde entonces sabía yo que eso era tan imposible como lo de viajar en el tiempo, que era otra de mis fantasías.

sábado, 30 de abril de 2011

Yo quisiera ser Kate...

para que me bese el príncipe en el balcón...





El tema de esta semana no puede ser nada más ni nada menos que “La boda real” alrededor de la cual todos los medios televisivos y de publicidad lucran abundantemente porque un enorme porcentaje de la población mundial siente necesidad de ver todo el espectáculo: a la novia en el coche con su padre, al bajarse del coche y lucir el vestido tan especial, al novio en su atuendo de príncipe, la alfombra roja, los invitados selectos, las grandes personalidades, los obispos, los otros reyes y príncipes del mundo… en fin.

Esta historia de la boda tiene el enganche de las telenovelas que es bien simple, se llama “la identificación con los personajes”. Así, muchas mujeres en el mundo fueron el día de hoy la princesa y, mientras pensaban que solamente la admiraban, de hecho estaban viviendo las emociones que creen ella tenía en todo momento. Estuve leyendo en internet un comentario sobre las telenovelas que hace Fernando Gaitán, guionista colombiano creador de la famosa “Betty la fea” y, hablando del gran poder de identificación de las telenovelas, dice que éstas logran mantener a un auditorio cautivo, incapaz de hacer cualquier otra cosa mientras dos personajes se besan porque la gente cree en la telenovela como quiere creer en el amor. Hoy, más que sorprendida, vi en la televisión a los miles de personas que esperaron abajo del balcón del Palacio para ver cómo se daban un beso los nuevos esposos reales. Guauuu!!! Y eso que fue un beso absolutamente inglés, o sea que creo que ni se tocaron las bocas (véase foto).

viernes, 22 de abril de 2011

Cenar con los pies lavados

Cuando yo era niña tenía que vivir la Semana Santa en ritos religiosos porque mi padre decía que no era una semana para vacacionar sino para ir a la iglesia, así es que nada de playa ni de esas cosas. Gracias a Dios, teníamos la salvación de Hércules, que es una población anexa a la ciudad de Querétaro, donde mi tío Salvador era el párroco. Ese viaje sí era permitido porque nos la pasábamos en la iglesia, pero felices porque mi tío era un amorosísimo padre para nosotros. Nos hospedaba en una casita de campo muy sencilla, dormíamos en catres y matábamos a los alacranes que se nos aparecían; también comíamos tunas frescas todas las mañanas y pan del pueblo.

Un Jueves Santo mi tío me invitó a ayudarle en la ceremonia del lavado de pies de los apóstoles y yo, feliz, empecé a reunir con él lo que necesitábamos: la jarra para el agua, la palangana, las toallas y el jabón!!! Preocupada, le pregunté a mi tío si era necesario el jabón porque yo sabía que los que hacían de apóstoles, pues iban con los pies limpios, y él me dijo que no, que eso se llamaba “lavado de pies” porque Jesús les había lavado realmente los pies, no les había pedido que fueran bañados porque aquello no era un show ni tampoco el de nosotros en su iglesia.

sábado, 16 de abril de 2011

La mano peluda



Yo he vivido la experiencia de los fantasmas en dos ocasiones y son mi aportación de hoy a La mano peluda:

La número 1:

Cuando yo era niña vivía en una casa llena de fantasmas: Las tres de la mañana y yo con miedo; en mi casa espantaban, los muertos se movían. Mi mamá creía que no los escuchábamos, pero tocaban puertas, se quejaban en los patios hacían ladrar a los perros y bailaban al ritmo de cacerolas en la cocina. Tantos ruidos en la casa… como si nunca durmiéramos. Mis papás decían que no eran ladrones como los que vaciaron la casa del vecino, pero que la nuestra era una fortaleza con barrotes de fierro, candados y cadenas firmes para que nadie entrara y también, mamá, para que nadie saliera, para que los muertos deambularan buscando las rendijas hacia afuera, para que sufrieran de noche por el cofre de joyas y dinero enterrado bajo el piso de la casa.

Lo que nunca nuestros padres pudieron explicarnos (porque la verdad es que ni nos creían) era esa presencia que se pegaba a nuestras espaldas cuando subíamos o bajábamos las escaleras. Ya mayores, todas nos confesamos esa verdad y nos explicamos por qué siempre subíamos y bajábamos corriendo. Gracias a Dios, y para no quedar nosotras como tontas, las sirvientas de la casa se quejaban de los espantos y, cuando la casa estaba por venderse, no duraban los veladores porque pasaban allí noches de terror. No sé si mis papás con eso empezaron a creernos un poco; nunca lo supimos.



La número 2:

Hace poco, entrando a una sala del cine con Pedro, pasaron a mi lado dos señoras que casi me rozaron el brazo, iban rápido y se veía que tenían prisa de entrar antes que nosotros. Las vi de reojo y se parecían a mis tías: Isabel y Margarita, con sus abrigos antiguos y sus peinados de antes también. Pero, cuando entramos a la sala: ¡oh sorpresa para mí! La sala estaba vacía. Pedro no entendía por qué yo no quería ya entrar y la verdad es que tampoco podía hablar hasta que por fin le dije: por favor no, tengo miedo de sentarme arriba de mis tías.

Como decimos: no me lo contaron, lo vi.



Muchas personas (de ustedes mismos que me están leyendo) han tenido este tipo de experiencias que a veces asustan y a veces no. Por lo que a mí respecta me he hecho adicta a los programas hoy tan de moda de experiencias paranormales: Niños psíquicos, Cazadores de fantasmas, Historias de ultratumba (mi favorita) y a las películas de exorcistas (why the rito?, muy bien), de fantasmas, de experiencias de muerte, etc.

Tengo una enorme curiosidad por saber qué es lo que sucede con estos fenómenos y ya tengo una idea que me satisface bastante: cuando morimos nos deshacemos de la materia pero no desaparecemos, esto coincide con mis creencias religiosas, pero no todo mundo va directo a encontrarse con Dios y ser feliz por siempre. Esa felicidad nos la tenemos que ganar porque estamos aquí para cumplir una misión y si no la cumplimos bien, pues siempre hay tiempo y eso se llama “el purgatorio”, que no es un lugar con llamas y personas encadenadas sino algo así como el programa de Lost, inspirado por cierto (creo yo) en un cuento de Benedetti que otro día les cuento.

Bueno, pues hay espíritus vagando por todos lados por una u otra razón y ya no pueden materializarse por lo que hacen ruidos, prenden luces o contactan con nosotros de manera que podamos percibirlos. La verdad es que me dan pena, debe ser horrible querer materializarte y no poder, querer decirle a un amigo, pariente, o a quien sea sobre una necesidad que tienes o un arrepentimiento o un dolor. Dicen los expertos en “sucesos paranormales” que hay que hablarles y pedirles que expresen lo que quieren”. Se necesita valor, obvio, yo ni por todo el oro del mundo les hubiera preguntado a mis tías que qué estaban haciendo en el cine.

En fin, hay gente escéptica también y es porque no ha visto, ni oído, ni sentido nada raro. De por sí nuestros sentidos son unos filtros enormes porque si viéramos, oyéramos, oliéramos, sintiéramos todo lo que hay nos volveríamos locos, nuestro cerebro no lo aguantaría. Algunos tienen esos filtros más abiertos que otros, son personas diferentes, con “capacidades especiales”, otros tenemos los filtros normales y sólo de vez en cuando se abren más. Eso creo.

Y también creo que ellos nos rodean todo el tiempo.

sábado, 9 de abril de 2011

Muerte por un hijo

No sé de qué se trata ese dolor, solamente lo imagino y no quiero saberlo.

Mi mente se bloquea si pretendo imaginar a Julieta, a Sofía o a Aurelio muertos. Son muertes inimaginables, son cadáveres no posibles para mí. Por eso entiendo y no entiendo a Javier Sicilia y a todos los padres que han tenido que enterrar a un hijo. Definitivamente: los hijos deben morir después de los padres, es una verdad con lógica y debería ser una ley divina.

El poeta dice haber escrito el último poema de su vida y entiendo que desea que muera la poesía, que mueran las palabras, que todo pare, que reine el silencio aunque ni todo eso acallará tanto dolor. No sé qué habrán rezado, cantado, gritado, qué amenazas y reclamos habrán proferido, qué lamentos les habrán desgarrado a todas las madres y padres mexicanos de esta nuestra nueva época de “la lucha contra el crimen”, porque veo en las estadísticas de los cuenta-muertos de este país que la cifra ya asciende a 35 000 muertos más 9 000 desaparecidos. Muchos jóvenes y niños entre ellos, muchos inocentes, muchos muertos de hambre antes que muertos por balas.

Luego vienen los reclamos posibles: las denuncias, las marchas, las querellas legales. Yo me uno a ellas, a todas y a cada una de ellas pese a que sé que mi petición de justicia a nuestras autoridades es tan inútil como mi voto en las urnas. Investigaremos el caso y llegaremos hasta el final, la justicia será implacable, encontraremos a los asesinos, se aplicará todo el rigor de la ley y bla bla bla. Eso es todo lo que consiguen padres y madres deshijados, agónicos, suplicantes. Eso es todo lo que conseguimos en México quienes los acompañamos en su exigencia de justicia. Y ante una fuerte exigencia como la de la figura de Javier Sicilia ante el presidente Calderón pues ya también sabemos que nuestras autoridades son una y mil veces capaces de buscarse al chivo expiatorio y llenar las cárceles de “presuntos culpables”. Hasta de eso tenemos que cuidar a nuestros hijos.

Quisiera tener palabras de consuelo para todos los padres y las madres que han perdido a un hijo, muerto por balas, muerto por hambre, muerto por una enfermedad curable, muerto en el desierto de Arizona, muerto porque lo confundieron, muerto porque lo torturaron. Quiero unirme a todos los que reclamamos enérgicamente la sanguinaria decisión de nuestro presidente de hacer una guerra que sólo a él le conviene.

Yo sólo tengo palabras y junto con ellas quiero que quienes sufren los horrores actuales de este país sepan que aquí estoy con ustedes.

sábado, 2 de abril de 2011

La niña del columpio

Figurilla de la colección del Museo Rufino Tamayo
(tomada de la web del Museo)


A mi papá le gustaba mucho la historia prehispánica y era fan del Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México. Le gustaban las pequeñas estatuillas que los indígenas de antes nos dejaron como un legado enterrado que poco a poco fue saliendo a la luz. Vio y disfrutó jaguares, dioses, diosas de la fertilidad, danzantes y a muchos más, pero murió sin conocer a la niña del columpio.

La niña del columpio está en el Museo Rufino Tamayo de Oaxaca. Allí la vi y me enamoró para siempre. Es una niña azteca de barro columpiándose, es una estatuilla magnífica que ahora puede ver el público, pero que Don Rufino se guardó en su colección privada durante toda la vida para contemplarla él solo, yo creo que pensaba que él era el único mexicano capaz de apreciar las obras de arte. Muchas otras cosas vi en ese museo, todas fuera de lo que hasta entonces conocía (y me jacto de conocer todos los museos arqueológicos de los lugares del país en los que he estado). Había personitas de barro en camas, mujeres pariendo, dioses nuevos, guerreros desconocidos. Todos maravillosos.

Salí maravillada y furiosa porque, por la corrupción de un pintor millonario y quienes le consiguieron las piezas, mi papá no pudo conocer nunca a la niña del columpio. Y eso que las piezas arqueológicas son propiedad de la nación. Pero esta pobre nación no es más que un nombre que se lleva y se trae aquí como trapeador, por eso también nuestros políticos muy ufanos dicen “si no cumpliere, que la nación me lo demande (ja ja ja)”. El problema es que la nación somos todos y aquí seguimos, calladitos y además aplaudiendo a los Rufinos que hacen un hermosísimo museo para el país con lo que ellos decidieron dar de sus colecciones priva-robadas a la nación.

Otro ejemplo: el Museo Amparo de la Ciudad de Puebla. Yo, a la salida de la alucinante visita, expresé en el libro de comentarios mi indignación por la desvergüenza de robarse de esa manera el patrimonio nacional para encima hacer después alarde de que son “benefactores” de la nación, que “comparten” con el pueblo su tesoro. Sí, con un tonto pueblo que en un libro de visitas de éstos se desvive escribiendo alabanzas y dando las gracias de que les dejan ver una parte de lo que siempre ha sido suyo.

No quiero hablar ya de muchos otros museos y colecciones “privadas”. Esto me ha saltado hoy de nuevo a la conciencia por el bombardeo de publicidad del Museo Soumaya que también tiene piezas prehispánicas, unas de ellas pertenecían a Rodolfo Stavenhagen, un alemán que llegó como inmigrante a México durante la Segunda Guerra Mundial y luego se creyó que lo del patrimonio de la nación era de su propiedad; después donó a la UNAM su famosa “Colección Stavenhagen” y en vez de meterlo a la cárcel le dieron las gracias.

No entiendo. No entiendo. No entiendo.

En fin, lo único que se me ocurre en este momento es algo así como las mañanitas mexicanas de “Des-pier-ta-na-ción-des-pier-ta”

sábado, 26 de marzo de 2011

LA FRONTERA DE CRISTAL

Hay un libro de Carlos Fuentes que me encanta: La frontera de cristal. Trata de los mexicanos que se van por hambre a los Estados Unidos y allá se quedan y tienen hijos chicanos y ellos añoran sus costumbres, sus lugares, sus familias mexicanas, mientras que los hijos ya son más gringos que los hot dogs.

Yo los conozco, los he vivido. Cuando viví en San Francisco y tomé cursos en la Universidad de California en Berkeley tenía muchos compañeritos chicanos, sobre todo en un curso que trataba sobre Tradición Oral en Latinoamérica. La maestra era bilingüe y su curso también, por lo que a mí me pareció fácil dirigirme a los chicanitos en español y ¡oh sorpresa! Muy indignados y muy engreídos mis compas de Ciudad Neza y de Iztapalapa me contestaron en inglés. Después los encontré en la parada del metro mentando madres en el más florido español. Ese día pensé mucho en sus padres y en La frontera de cristal.

Bueno, y todo esto viene a cuento porque cuando voy a la Ciudad de México gozo y sufro al mismo tiempo y eso es algo difícil para mí de soportar por lo que somatizo todo lo que puedo y, al final del viaje, ya me siento enferma de algo. Para empezar, los recorridos en auto me ponen de frente a todos los lugares que viví en mi infancia, recuerdo edificios, parques, calles y avenidas, recuerdo el olor y los sonidos de antes y vuelvo a verlos, siento nostalgia y me siento feliz de estar allí. También soy feliz en el Metro porque me siento entre mi gente de ciudad: agobiada, cansada, corriendo, tristeando mientras oyen música, esperando y transitando por esa enorme casa suya, la Ciudad de México, igual que yo lo hacía.

Por otro lado odio las enormes distancias y el tiempo que hay que perder en transportarse y es perder definitivamente para mí porque no puedo leer en un vehículo sin marearme. No puedo manejar un coche en México, me declaro incapaz de ello; tampoco puedo moverme sin miedo en las calles como peatón, ni soporto tampoco los embotellamientos eternos y el gentío que no te deja ni caminar. Entonces extraño mi pueblo de Chiapas; sin embargo, cuando regreso a mi pueblo (chico = infierno grande) extraño profundamente los servicios, el comercio, los museos y las librerías; y extraño también muchísimo el anonimato de la ciudad grande donde nadie anda comentando tu vida porque a nadie le importa y es más, ni los vecinos te conocen.

Me veo yo también en la frontera de cristal. Así me tocó vivir y lo asumo porque además así soy yo: siempre entre el sí y el no.

lunes, 21 de marzo de 2011

LA GRAN NOTICIA NACIONAL

La conocí hace días y sigo en schock…

La revista Forbes, especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, nos ha dado a los mexicanos la gran noticia de que Carlos Slim es el mayor millonario del mundo, con una fortuna de 74 000 millones de dólares. Así sabemos ahora que éste es el segundo año que Slim ostenta la corona en un país subdesarrollado donde más del 50% de la población vive en una pobreza que nuestro Gobierno aumenta día a día con la narcoguerra que nos azota y nos consume económica y emocionalmente.

De estos mexicanos, que somos todos menos Slim y otros cuantos, 25 millones viven en pobreza extrema y esto quiere decir con hambre y no precisamente por las dietas de la luna que hacen las niñas ricas sino porque ya no pueden comprar ni siquiera las tortillas que siempre han sido la base de su alimentación y tampoco, por supuesto, pueden tener lo elemental que es un lugar seguro para vivir, vestido, servicios de salud ni educativos. En este país la ley es la de “El que tranza avanza” porque quien puede fastidia al de junto, nos hacemos egoístas, es ya tanta la necesidad que hemos empezado a matarnos unos a otros por diez pesos.

Y hablo de lo que veo: en los hospitales de Gobierno se niegan a los pacientes los medicamentos que necesitan porque se venden por fuera, los laboratorios farmacéuticos se amafian con los prestadores de servicios de salud para darles pastillas de azúcar a los enfermos, en las escuelas federales y estatales se exige que los niños lleven uniformes o si no, no tienen derecho a clases porque los que venden los uniformes necesitan a sus clientes cautivos.

Ya me he enterado de cómo ha hecho su fortuna el Sr. Slim, con trabajo, inteligencia y astucia, pero la verdad es que no hay ninguna explicación que me ayude a entender esta barbaridad de que en uno de los países más subdesarrollados del mundo viva el millonario número uno. A lo largo de mi vida he visto que para que algunos estén arriba siempre debe haber otros abajo, para que unos tengan muchas propiedades debe haber muchos otros que no tengan más que un cuartito donde viven siete personas, así es que con este razonamiento no puedo más que repudiar la idea de lo del millonario.

Tampoco, desgraciadamente, la ley de Dios me explica que esto pueda ser bueno, o sea, que tengamos una fiesta nacional porque mientras muchos mexicanos mueren de hambre, de enfermedades curables y de ignorancia, tenemos en el país el privilegio de que el hombre más rico del mundo es mexicano también.

Por supuesto que la familia Slim se dedica a las actividades filantrópicas también, aunque el dinero que gastan en sus asociaciones de apoyo a los necesitados les signifiquen quitarle un pelo a un gato. Pero las cosas así son en este país y a mí me parece una vergüenza nacional esta noticia. ¿Qué opinan ustedes?

viernes, 11 de marzo de 2011

Pero es que yo lo amo!!!!

Una amiga me contó que su esposo no la deja ver los “talk shows” de Laura de México y Rocío (de México también), le ha dicho que son programas para gente sin educación, que son un morbo. Yo me quedo pensando si el esposo de mi amiga está disfrazando de vulgar su miedo a que su mujer se entere de que no es la única mujer mexicana con codependencia. Yo sí veo los shows porque me divierte mucho deducir quiénes de los personajes de esa tarde son pagados y están actuando (bastante mal por cierto) y quiénes son personas con problemas reales que se acercan a “estrellas” de la televisión porque sus gobernantes no responden a sus necesidades de salud, educación, justicia… y las todopoderosas conductoras sí. Sin embargo, en medio de mi diversión, me alarma mucho el estado de nuestro país: no justicia, no servicios de salud, no oportunidades de educación, no oportunidades laborales, no seguridad. Es el país del No.

Por otro lado corroboro que los problemas relacionados con la violencia doméstica son los ganadores entre nuestra población. La violencia casi siempre, aunque a veces no, es de parte del hombre a la mujer, él es un abusador que la minimiza, la rebaja como persona, la insulta y la golpea cotidianamente con palabras y actitudes o con las manos. Las llorosas mujeres exponen sus casos: tiene una amante y un hijo con ella; no me da dinero; no me deja trabajar; me quita todo mi salario; me dice que soy una inútil; me pega por no planchar bien sus camisas; les dice a mis hijos que soy una puta; no me da para mis medicinas… y así, interminablemente.

Como estos shows son un circo romano el público enardecido les habla a las protagonistas de las historias: ya déjalo, no vale la pena, tú mereces otra cosa, ¿qué no tienes dignidad?, ya quiérete mujer, hazlo por tus hijos, hay mejores hombres que ese, ¿te gusta que te maltraten? Las conductoras les gritan, las zarandean y les exigen que se respeten a sí mismas, las confrontan con la verdad mediante videos grabados a escondidas donde el hombre se besuquea con otra o con otras, las obligan a contemplar sus propias heridas y tras la pregunta ¿por qué no lo dejas?, la respuesta siempre es la misma: PORQUE YO LO AMO.

Me pregunto y les pregunto mujeres: ¿hasta dónde nosotras mismas provocamos esa dependencia enfermiza? Las niñas se educan como niñas y en labores de niñas todavía: tú no puedes con eso, eso es cosa de hombres, al marido se le pide permiso, si te deja ¿qué vas a hacer sola?, ya verás lo que va a decir de ti la gente si tu marido se va con otra. Y luego más: lucha por tu matrimonio, hazte de la vista gorda, si no le gusta el pelo corto déjatelo largo, no uses minifalda si a él no le parece, deja a tus amigos de la Prepa porque a él no le gusta que andes con otros hombres, la mujer no debe ganar más que el hombre, los hijos son para que los cuiden las madres porque los hombres no saben hacerlo, las mujeres no van al bar con sus amigas, las mujeres no salen solas de noche, las mujeres no viajan sin su marido, los hombres tienen más libertad porque son hombres, las mujeres no saben cuidarse solas. Consejos todos dichos por madres a sus hijas, me consta.

Un psiquiatra español especializado en dependencia emocional (el Dr. José Luis Sangrador) le ha llamado a esta conducta “adicción al amor” y la define como una necesidad patológica del otro que proviene de inmadurez afectiva, de quien no ha podido crecer afectivamente por carencia de amor y se queda en la etapa del amor tiránico de los niños, que son posesivos y buscan ser amados pero aún no aprenden a amar; así, el adicto al amor dice amar muchísimo a la otra persona (desde luego no se reconoce ni dependiente ni adicto), pero en el fondo lo que está buscando es que lo amen, busca recibir cuidado, protección, permanencia de la relación y todo lo que da una persona a otra cuando la ama. Realmente es muy difícil que una persona reconozca que lo que siente por otro no es amor sino dependencia, aún cuando se pueden escuchar a sí mismos diciendo cosas como: sin él mi vida no tiene sentido, ella es todo para mí, si me deja prefiero morirme, porque su única verdad es: Pero es que yo lo amo!!!

sábado, 5 de marzo de 2011

HISTORIA FAMILIAR DE ALLÁ Y DE ACÁ



LA HISTORIA DE ALLÁ

Allá es el cielo. Mi hermano Enrique y yo pensamos que al cielo también van nuestros perros y, de hecho, sin pasar por ningún purgatorio porque en general son siempre buenísimos, nos besan y abrazan y hacen fiestas aunque estemos de mal humor y aunque los hallamos tratado mal.

Mi mamá quería mucho a los perros, cuando yo era niña llegamos a tener hasta cinco en casa, más cinco niños y una abuelita, pues la pura felicidad. Siempre que mi mamá estuvo de visita en mi casa de Chiapas fue amiga solidaria de mis perros: los Osos, ella abogaba porque pudieran estar dentro de la casa todo el tiempo que quisieran y ellos, enormes peludos agradecidos, se sentaban a sus pies siempre. El Oso mayor se llamaba Ursus y murió hace unas semanas. Mi mamá murió el 4 de marzo de hace un año y creo que están juntos en un mismo cielo a donde también espero ir yo cuando me toque.

Quisiera hoy que esta certeza de una felicidad espiritual después de esta vida sanara ya la herida de mi duelo, pero no es así todavía, por eso es que he buscado esta foto que fue de acá y ahora es la realidad del más allá.







LA HISTORIA DE ACÁ

Acá es mi mundo y mi país, en un lugar perfecto junto al mar: Mazatlán. Acá está mi tío Chebo que hoy cumple 98 años, él es el único sobreviviente de la generación de mis papás. Nosotros, los hijos, como dijo mi hermana: pues ya estamos en primera fila (Sí, pero no empuuuuujeeenn!!!)

Para mí, mi tío Chebo es una enorme sonrisa, porque siempre tiene el humor de estarse riendo, ahora sí que no sé si se ríe de mí o conmigo, pero contagia su buen humor. Mi tío es mi héroe, nada de andar hablando de muerte ni de tonterías, se siente vivo y feliz, no se anda quejando por los rincones y con tantos años encima se ha hecho muy amoroso.

A mi tío Chebo lo recuerdo como antes, cuando yo era niña, vestido con su uniforme de médico militar: guapísimo, todo un personaje. Lo recuerdo joven junto a mi padre, cuando se veían se abrazaban mucho y se hacían bromas y se sabía a leguas lo mucho que se querían. Mi papá y mi tío: grandes inteligencias, cada uno lo decía del otro: mira hijo, hija, tú saliste tan inteligente como tu tío. A mi tío lo recuerdo con enorme cariño y todavía puedo llamarlo por teléfono y también puedo ir a verlo.

Acá estamos aún los que estamos y el tío Chebo hoy cumple un año más. Celebro a la vida con él y lo abrazo desde aquí.

miércoles, 2 de marzo de 2011

¿CATACLISMO O CATALEPSIA?

Esta es una historia que tuve intención de escribir aquí desde Día de Muertos pasado (muy pasado ya por cierto). Como ahora retomo el blog y el contacto con mis amigos y familia, pues no quiero dejar de contarla porque me parece increíblemente buena.


Un hombre llega al panteón una tarde cuando el sol ya se pone y baja a una gran capilla en donde están sepultando a una persona. El había ido a visitar a un amigo muerto y se queda, de rodillas, en un rincón de la capilla haciendo una oración; como está muy concentrado no se da cuenta de que los deudos del nuevo difunto se van y de que, además, cierran la reja de entrada de la capilla con una gruesa cadena y un candado. Cuando decide irse ya empieza a anochecer, está en un sótano, sube la escalera hasta la reja de entrada y se encuentra con que está cerrada. El hombre grita, patea, grita más, eleva el tono de voz, aumenta la fuerza de sus golpes y… nada; entonces se decide a pasar la noche en la capilla, sentado al lado de la reja y sabe que no tiene más remedio que esperar a que amanezca y alguien lo auxilie.

Trae cigarrillos y eso lo conforta. Después de un rato de fumar y ahuyentar sus miedos se queda dormido y lo despiertan unos gritos que vienen de la cripta, de las paredes en las cuales están los ataúdes. Baja y se da cuenta que los gritos son de mujer y salen precisamente del lugar en donde habían puesto ese día al nuevo difunto. Los gritos se oyen cada vez más desesperados y él se decide a abrir el hueco y sacar el ataúd. Con mucho esfuerzo y tensión por los gritos cada vez más fuertes, por fin logra sacar la caja y abrirla. Salta entonces de la caja una mujer vestida de blanco, con el cabello muy largo y en absoluto estado de histeria, se arroja contra las paredes y quiere agredirlo a él.

Afuera llueve, hay tormenta con rayos y, gracias a los relámpagos el hombre puede ver a la mujer. Trata de hablar con ella pero ella está en un estado de locura que no entiende razones ni contesta, sólo sigue gritando y golpeando paredes y golpeándose y queriendo golpear también al hombre. Todo está oscuro y ella deja de gritar, no se oye ya nada más que la lluvia, el hombre tiembla, no sabe qué puede suceder y entiende que cualquiera que sea encerrado en un ataúd estando vivo puede volverse loco; pero él lo único que quiere es salirse ya de esa pesadilla. Un gran relámpago ilumina de pronto toda la capilla y el hombre ve, frente a él y muy cerca, a la mujer con un pesado candelabro como arma para golpearlo. Se va la luz de nuevo y ambos forcejean, ambos gritan y golpean en la más absoluta oscuridad. Después de un golpe certero ella se queda tirada y él se siente, por el momento, fuera de peligro.

Amanece y el hombre se da cuenta de que la mujer está muerta, ahora sí de verdad. Se da cuenta también de que lo más sensato que puede hacer es meterla de nuevo a su ataúd y a su lugar en la pared de la capilla y así lo hace. Cuando termina toda su labor no deja ni un rastro de golpes ni pelea, ni nada fuera de lo normal. Entonces, el cuidador del panteón aparece cerca, el hombre le grita, le explica que se quedó encerrado y el cuidador le abre la puerta inmediatamente.

El hombre se va.
La capilla está cerrada y en paz, tal y como había quedado la tarde anterior después del funeral.



P.D. Confieso que esta historia no es mía, aunque quisiera que lo fuera. Es la trama de una película que vi hace muchísimo tiempo: blanco y negro. Si alguien tiene alguna referencia de ella se lo agradeceré.